Hay dos formas de hacer una película sobre el proceso de Juana de Arco. La primera, visceral y desbordante, la materializó Carl Theodor Dreyer en 'La pasión de Juana de Arco' (el mismo título marca el fuerte paralelismo con la pasión de Jesucristo). La segunda forma, cerebral y contenida, la siguió Robert Bresson con 'El proceso de Juana de Arco' (la principal figura del drama es aquí el proceso, lleno de preguntas capciosas y trampas retóricas). No es su mejor película, pero sí es una buena película. En otros directores, la escasa acción dramática (gran parte de la película se ocupa del interrogatorio a Juana de Arco) se podría considerar una carencia. No obstante, esta es una de las marcas de Bresson, que más allá de la apariencia confiere a su cine una densidad dramática más sutil, más escondida, pero más potente a largo plazo.

Durante el rodaje, Luchino Visconti ordenó poner cada mañana flores frescas en cada decorado, se fuera a rodar o no en ellos ese día. Creo que esta anécdota define 'Senso': sólo algunas de sus escenas me conmueven, pero agradezco el cuidado por la estética de cada uno de sus planos, algo en lo que Visconti era un maestro. Agradezco también la breve lección de historia italiana -asoma en las batallas, por cierto, la labor de los primeros miembros de la Cruz Roja Internacional- y la sensación de encontrarnos ante el banco de pruebas de una película similar que sí es una obra maestra: 'El Gatopardo'.

Esta película, de cuyos beneficios en tantos lados he leído (y con los que, en su mayoría, estoy de acuerdo) presenta un error importante: es mejor que la historia girara, sin mostrarlo, alrededor del rostro que no vemos.

El rostro que no vemos quedaría, entonces, en nuestra mente. Cada uno inventaría una imagen terrible y resbaladiza, como el producto de una pesadilla de la que no recordamos aspectos concretos, sino una sensación, un pálpito, la huella de algo que ya pasó y que es imposible recuperar.

El film, con esta constante evasión del punto central de la historia, sería un puño cerrado cada vez con más tensión, que anhela el momento de la liberación sin que este llegue.

Leo que es una película terrorífica, pero yo no he sentido verdadero terror. He sentido inquietud, extrañamiento, ternura, compasión, aprensión. Es una buena película, y son sentimientos valiosos. Así mismo, valoro los múltiples sentidos que pueden dársele a la relación entre los ojos, el rostro y la máscara. Y a los animales encerrados en jaulas. Y muchas otras cosas.

Sin embargo, esto es lo que siento: o me he quedado en el camino, o hay algo que la película no da. De ser lo segundo, no sé lo que es.

Es una película demasiado intelectual por momentos, maravillosamente escrutadora en ocasiones; un claro ejemplo es la escena del café. Godard la lanza a la conciencia del espectador (del espectador francés de los años 60, pero también de cualquier espectador de la sociedad capitalista) para que reflexione.

Es una lástima que no logre empatizar con Juliette Jeanson ni con el resto de personajes, ya que la película se mantiene en un nivel distinto, abstracto, metafísico o incluso metanarrativo.

Es interesante la omnipresencia de los colores de la bandera francesa.

Es una mezcla de cuaderno etnológico, ensayo filosófico, estudio sociológico, exposición fotográfica. Un muy interesante experimento destinado al cerebro más que al corazón; cuál mueve a cuál, eso es otra historia.

Una película que va de menos a más. Me gusta mucho la manera en que la historia va ganando en complejidad a través de las reacciones de los personajes, tanto las explosivas y vehementes como las contenidas y resignadas. La sensación que deja es muy, muy agridulce. No por el film, correcto y con buenas interpretaciones, sino por la vida misma. Hace falta muchísima capacidad de sonreír y de resistir a las caídas para sobrevivir, aunque no estés en un entorno hostil ni tengas que derrotar a monstruos de tres cabezas, y simplemente formes parte de una familia de la clase media-baja de Inglaterra, y tengas que sacarla adelante, a ella y a ti mismo, a través del tiempo perdido y el fracaso.