La sinopsis comercial de esta película plantea las cosas de una manera mucho más radical de lo que en realidad se ve en la película. En ningún momento percibimos al juez como temible, rígido o inflexible, por su propia actuación, sino por lo que los demás dicen de él. En su lugar conocemos a un profesional riguroso, concienzudo, concentrado en su trabajo pero también conciliador. Además, la película comienza con el protagonista sufriendo una gripe, lo que nos lo muestra con un aspecto aún más vulnerable. Dicho esto, la historia comienza muy centrada en el juicio que se va a celebrar, al estilo de las típicas películas de abogados y tribunales (pero a la francesa y con un toque bastante naturalista) y poco a poco va derivando hacia una historia de amor que es la que toma el relevo en la segunda parte del filme. La tensión entre esas dos historias se mantiene bastante bien y convierte a esta película en un estimulante drama romántico con mucho realismo alrededor. Los actores principales trabajan bien y transmiten emociones sinceras, y los secundarios conforman un escenario muy creíble. "El juez" es una película muy recomendable por su capacidad de adentrarse en el mundo de los juzgados, muy dado a la grandilocuencia y al dramatismo exagerado, para contarnos historias cotidianas pero que enganchan. Tal vez porque en el cine que se estrena últimamente se echa en falta esa cotidianidad contada de manera natural.

La avaricia, el afán de poder, el ansia por pisar el terreno vedado... sólo son tres de los motores del capitalismo. Principalmente del capitalismo salvaje que vivimos desde hace unas cuantas décadas y que en esta película queda retratado de una manera clara y diáfana: las más altas esferas de la banca internacional aparecen expuestas en toda su desnudez, con los poros abiertos.

Está todo ahí, tan claro y casi tan evidente que, en algunos momentos, a la película le falta un punto de complejidad, de misterio. Y eso que consigue mantener un cierto suspense sobre el desenlace final. Sin embargo, la elemental humanidad de los personajes que se suponen dioses, te deja tan helado que seguir los avatares de la trama se convierte en algo secundario. También es destacable la variedad de personajes que se nos presentan, con sus perfiles bien definidos, a pesar de que algunos aparezcan sólo en dos o tres escenas.

Con todo, es una película muy recomendable por la lucidez con que presenta el mundo de las altas finanzas y sus movimientos ocultos. Y a esto, hoy en día, hay que darle valor.

Cuando ví esta película por primera vez hace ya muchos años, me tronché de risa literalmente. Pasados los años, cada vez que la he vuelto a ver, me ha seguido pareciendo una gran comedia de enredo, con un guión inteligente y muy bien construido, lleno de divertidos gags y de un encantador humor blanco.

Hay que destacar la interpretación de todos los actores y actrices que, guiados por la sabia dirección de Lubistch, caminan con soltura a ambos lados de la línea que hay entre el realismo dramático y la parodia.

Cualquier aficionado al teatro también debería ver esta película ya que hace muchos guiños al mundo de la escena: Shakespeare, la relación entre la ficción y la realidad, los dobles juegos de personajes, las escenografías que aparentan más de lo que son…

Si nunca te gustaron las comedias de enredo, esta será la que te haga cambiar de opinión.

Es difícil encontrar en el cine español proyectos arriesgados, por eso, cuando aparecen en las pantallas y además salen bien --éste es el caso-- hay que aplaudirlos.

"Hablar" es una interesante película que reivindica la palabra desde la actualidad, realizando un habilidoso equilibrio entre la comedia y el drama (aunque gana éste), entre el trabajo de guión y el de interpretación, entre la puesta en escena naturalista y la compleja planificación de tiempos, espacios e intervenciones. Y, sin embargo, el artefacto se mantiene en pie con solidez y satisface a este espectador.

La película es muy recomendable, destacando el trabajo de casi todos los actores (y son muchos) y la habilidad para entrelazar las distintas historias de la trama sin que resulte pesado. Los pocos defectos que noté los atribuiría al hecho de que toda la película sea un plano secuencia. En algunas escenas el texto puede sonar algo forzado durante unos segundos, cosa que, en una planificación más habitual, con varias tomas para cada escena, habría sido corregido por el director y el buen trabajo de los actores.

No os la perdáis. Y en el cine, con pantalla grande, mejor.

¿Qué reconocimiento se le puede dar a quien se ha internado en las profundidades del Mal y ha vuelto vivo para mostrarnos su cara más terrible? Todo galardón es mínimo. El mero hecho de grabar estas imágenes, de retratar a estas personas, de permitir que escuchemos sus voces, nos hará estar en eterna deuda con Joshua Oppenheimer y todo su equipo. Esta película terrible sobre el odio, sobre la maldad y la capacidad de perversión del ser humano, sobre la posibilidad de vivir con los muertos, sobre el remordimiento y sobre su ausencia, es un documento imprescindible.