Trauma artístico. Condenas de exposición. Tinieblas que guían para representar. Temor primario condenando socializaciones. Inspiración aislante, fauna absorbente. Culpas que arrinconan por musas realizantes.

Bergman al estilo. Confecciona tramas con potentes alegorías de experiencia personal. La exposición del artista como arte. Insano e inseguro. La representación del tormento no es nueva, pero la viste con elementos reconocibles del género. Mismo juego de equilibrio, distinta perspectiva emocional. Abrumadora comunión de lo visual con lo sonoro.

Diseño introspectivo de terror expuesto. Burbuja sin cordura que exprime dones.

Estaba siendo una película muy notable hasta que decidieron editarle un video al Rubius.

La maravillosa primera parte de la cinta logra generar una atmósfera enrarecida. Los misterios se encadenan con ritmo, pero sosegados. Las melodías que acompañan la acción embelesan... Su segunda mitad rompe todo eso.

Un interesante ejercicio que combina tópicos y entretiene. Quizá le falte carisma. Esa identidad que haga de sus recursos un recuerdo permanente.

"Planta permanente" es de esas películas que cuentan historias pequeñas que traspasan fronteras. Es una trama universal, triste y de una injusticia inhumana.

Ezequiel Radusky nos habla de relaciones en la escala social. Desde la hipocresía de un status de altura y el reclamo de méritos con escaso esfuerzo, hasta la falta de miras, más allá de su ángulo de visión, de un escalón acostumbrado a sobrevivir en una sociedad que los mantiene con migajas.

Nos habla de la burocracia impersonal y las víctimas que deja por el camino. Un campo de batalla donde la conveniencia del más hipócrita se lleva la medalla.

De las relaciones y rivalidades en el entorno laboral. De la inteligencia para pisar al de al lado y la ceguera por aprovechar las ventajas que se presentan en la vida.

El director nos cuenta una historia de perdedores encerrados. Un sector social construido para ellos, de difícil salida y resignación para el disfrute.

Todo es contado esquivando la dramatización y el melodrama. Recurre a un humor sutil, que apacigua el malestar generado por las historias donde el poderoso danza, en un escenario que el débil construyó con sacrificio propio.

La obra de Radusky entra bien y se disfruta gracias a su ritmo pausado, fotografía cuidada y música de melodía suave. Grandes actuaciones de Liliana Juarez y Rosario Bléfari para brindarnos dos personajes entrañables y cargados de matices.

Todo es fallido. El ritmo es torpe. Sufre una tremenda crisis de identidad. No sabe lo que quiere ser. Pasa del terror al drama para acabar siendo una versión cursi de superhéroes. Todo ello bajo un manto de mediocridad tan pesado que ni su banda sonora se salva.

Hasta la fotografía esta injustificada con su penumbrosa estética.

Acabará en algún rincón profundo en alguna plataforma de streaming, donde se debería haber destinado desde el principio.

Fábula de fe. Karma existencial con injusticia colateral. Regadío sangrante que expía. Duelo penitente. Arrebato pasional de incontinencia pagana. Súplicas de incapacidad. Señales de injusticia divina mal interpretada.

El cuento medieval de Bergman se convierte en una preciosista exposición de imágenes con discurso enrarecido. Provocador y simple. Directo, expansivo. Sostiene planteamientos más allá del visionado. Los sonidos dialogan con más fuerza que cualquier frase guionizada.

Manantial de la desdicha. Seres más allá de culpas.