Pero lo que es más sorprendente es que Ari Aster no tenga vergüenza, y no solo estrene este truño, sino que considere necesario que dure tres horas. Y más sorprendente aún, que solo hace unas críticas elevara a Aster y a Eggers como los estandartes del buen cine de terror, y ya no hagan ni buen cine, ni sea de terror.

Aunque “Beau tiene miedo” podría ser una buena película de terror, y de hecho lo es durante los primeros 45 minutos, luego se convierte en una consecución de sucesos aleatorios sin marco temporal ni físico en el que puede ocurrir cualquier cosa y donde cualquier personaje es intercambiable por cualquier otro. Eso durante 145 minutos más, ¿y alguna vez has pensado cuanto duran, en realidad, 145 minutos mirando algo, cuando no hay nada que ver? Pues eso te lo contesto yo, el resultado tiende a infinito. Y si aún no me encuentro viéndola es porque tengo mucha imaginación y ciertas escenas despertaron en mi alguna asociación sugerente en mi mente que, por supuesto, no tenía nada que ver con lo que realmente el bueno de Aster me intentaba contar… o eso creo.

En definitiva, que la mejor forma de ver “Beau tiene miedo” es no viéndola. No sé si me entiendes o te acabo de hacer un Ari Aster. De ser así, no te quejes, al menos ha sido corto.

LO MEJOR: Huele a bajos fondos. Narrativamente muy inteligente a la vez que transparente a la hora de dar información. Una banda entrañable y un protagonista bastante heterodoxo. Entretenida y profunda.

LO EXCEPCIONAL: Soberbia capacidad de síntesis mediante el manejo de símbolos sencillos, pero que transmiten todo el conjunto, a destacar el significado de “Rififí” como estilo de vida y como credo. Posiblemente el mejor atraco que verás en una película, y sin flipadas, todo detallado minuciosamente.

LO PEOR: Algunos diálogos explicativos. EFECTO PANZA: La sombra del atraco es alargada, y deja a oscuras al desenlace, que aun siendo muy bueno, no está al nivel.

Christopher Nolan demuestra con esta cinta que esta totalmente pasado de vueltas; demuestra que no sabe que cuando algo es demasiado sorprendente, deja de ser sorprendente y se convierte en inverosímil. "El truco final" básicamente es un desconcierto de tramas estúpidas y personajes intrascendentes (véase a Scarlett Johansson), para dotar de más importancia al "truco final". No obstante si es usted un amante de los trucos baratos con 2 horas de preparación, esta es su película, pero si le gustan los espectáculos de magia cinematográfica con mas contenido, quizá prefiera visionar una película seria.

He leído por ahí, que “almas en pena en Inisherin” es una obra maestra, con buenas interpretaciones, buenos diálogos, divertida, pero profunda y dramática al mismo tiempo. Pero a mí me ha resultado simplemente triste e incómoda, pero no triste e incómoda para bien, sino tristemente desaprovechada y incomodamente cruel por el origen gratuito de sus desgracias.

Entiendo el tema que quiere plantear y me parece una premisa fantástica. Me encanta la idea de maridar el humor más chorra, con el drama, la austeridad y la tristeza; y estoy totalmente ávido de propuestas originales, y esta lo es. Pero no me trasmite, lo veo todo muy forzado, gratuito y estúpido y, además, no llega a una síntesis de los hechos que los agrupe en algún tipo de lógica (o me encontraba tan desconectado que no la supe ver). Y sé que muchos pensarán “es que no todo tiene que tener un mensaje claro”, y estoy de acuerdo, pero creo que esta película sí necesita un mensaje claro, por muy estúpido que sea, para que las acciones que hemos visto tengan algún peso y no sean más que sucesos aleatorios enmarcados en un entorno bucólico.

Lo que quiero decir, de forma poco precisa, es que creo que desaprovecha los elementos que se ponen en juego: el entorno, la gente que lo puebla y la carrera autodestructiva de sus protagonistas, los cuales me caen todos mal. Y aunque pueda entendernos, no me provocan ningún tipo de empatia, ni pena, ni compasión. Por otra parte, tampoco me hace gracia, sale un burro que es gracioso, pero lo sería igual si formase parte de un vídeo de 40 segundos. Dicen que es comedia, pero yo no la pillo.

Y no sé que más decir, que me ha descolocado y me ha dejado mal cuerpo. No creo que haya una mala película en sus mimbres, pero por alguna razón, no he entrado en el juego.

1. Ese tipo de comedia que se basa en que los personajes sean idiotas para hacer reír.

2. La premisa es ilógica: hay que salvar a toda costa algo que es una desgracia para los que lo sufren.

3. Se juega la carta de la fantasía para ahorrarse la coherencia argumental. Preguntas del estilo: ¿Por qué y para qué existe Barbieland? ¿Qué peligro se desencadena en el mundo real? ¿Qué quieren el resto de personajes? ¿Por qué la madre le acompaña y, sobre todo, la hija? ¿Por qué Kenland es peor que Barbieland? no son contestadas o lo son vagamente apoyándose en el pretexto de “yo qué sé, es una fantasía”.

4. La dicotomía “hombres y mujeres” es nivel “caca, culo, pis”.

5. Tiene el tono de una película para niños, pero con la peculiaridad de que su mensaje es tóxico.

6. Chapa final interminable que no sabes exactamente qué te vende (aunque te lo imaginas).

7. Una de esas películas que comienzan embarrancadas, y embarrancan aún más. Hasta el punto de convertirse en puro histrionismo desencadenado.

8. Una de esas donde un hecho transversal (el hecho de a todos les de justito para no cagarse encima) transciende el supuesto argumento hasta el punto de que no importa.

9. Una de esas que llegan exhaustas al final, a base de encajar sus postulados a martillazos.

10. Todo se soluciona con gente pidiendo “perdón” por motivos que hasta ellos mismos desconocen.

Para mí, lo único gracioso de la película es que a Ken le gusten tanto los caballos. Por eso, quizá, el climax de su historia debería ser que pase de ser Ken Playero a Ken Rodeo, pero es Ken ¿a quién le importa? Lo importante es lo inerte, lo estrictamente meritocrático, como qué idiotas van a sentarse en el senado de un país que no sabes ni por qué existe y por qué nadie querría vivir en él.

En resumen, Barbie tiene dos grandes defectos:

1. Un guion mal construido. Efecto: “construir la casa por el tejado”.

2. La urgente necesidad de trasmitir un mensaje, sin saber qué argumentos usar.