Esta película aborda un tema controvertido socialmente, el de la adopción de un niño con discapacidad por una pareja homosexual, que no tendría por que serlo; pero la sociedad está cargada de perjuicios sociales. La película por ello se convierte en una denuncia sobre los diferentes baremos que utiliza la sociedad, en este caso mediante la administración de justicia, según quien sea el individuo o individuos que intervengan en un litigio; aquí una pareja de homosexuales, cuando uno de ellos decide hacerse cargo de un niño con discapacidad mental que es maltratado y abandonado por su madre drogadicta.

La película está basada en un hecho real que aconteció en los Estados Unidos de los años 70 y refleja la lucha del individuo contra el estado por la custodia del menor al que los jueces se niegan a otorgarles por el simple hecho de ser homosexuales, desoyendo la voluntad propia del niño que se decanta por ellos y a quienes considera como sus propios padres; la película demuestra que la sociedad antepone lo que considera ética y moral (la norma establecida) a los intereses propios del individuo; en este caso un niño necesitado de amor y comprensión que la pareja de hombres le ofrece a raudales, no así el estado.

Es muy bueno el trabajo de los actores, sobre todo el de Alan Cumming y la película por su temática es bastante interesante, lástima de algunos topicazos, facilongos y lacrimógenos utilizados por el director para ablandar corazones (ver spoiler), la película no los necesita y le hace perder calidad; de todas formas por su temática es bastante interesante.

Esta es la típica película que pasaría sin pena ni gloria por las carteleras, porque los temas que aborda ya han sido tratados en otras películas y con mayor acierto, por ejemplo: el tema del SIDA (Philadelphia), la crítica al mundo de la sanidad (La muerte del Sr. Lazarescu) y al descarado negocio de las empresas farmacéuticas (El jardinero fiel); pero aquí el trabajo de los actores es sencillamente ESPECTACULAR, brilla con luz propia y le da una mayor dimensión a un guión que aunque basado en hechos reales es ciertamente mediocre. Sin duda este es el mejor trabajo de Matthew McConaughey quien debió de hacer un grandísimo esfuerzo para bajar tantos kilos, su personaje de enfermo terminal de sida es ciertamente creíble. Jared Leto también está impresionante en el papel de Rayon, tanto brilla el trabajo de ambos, que incluso Jennifer Garner pasa desapercibida.

El director de la película, Jean-Marc Vallée consigue de un tema tan dramáticamente humano (los enfermos del sida), edulcorarlo en cierto sentido, a base de situaciones enfrentadas entre los personajes principales, Ron Woodroof (especie de cowboy mujeriego, juerguista, machista, obsesionado con el sexo y repulsivamente homófobo) toma como socio a Rayon (homosexual incomprendido por la familia), dos mundos tan opuestos que no dejan de chocar entre ellos, pero que al final, el objetivo principal de la supervivencia acaba uniendo en esta lucha contra la enfermedad, la sanidad pública y el puro negocio económico por todas las partes implicadas (Ron y Rayon incluidos).

El director de “Los descendientes” (Alexander Payne), vuelve a retomar en esta nueva película las relaciones familiares como base de una historia, muy diferente a la anterior, pero de mayor calado emocional. La película donde un hombre muy mayor (Woody), con antiguos problemas etílicos y con un alto grado de estar situado entre éste mundo y el otro, o sea, la etapa de la vida donde la vejez te lleva a una realidad mitad ficción mitad realidad; cree a pies juntillas que ha sido premiado, mediante una carta publicitaria que le llega, con un millón de dólares y debe ir a recogerlo a una ciudad muy lejana. Su esposa, toda sensatez y cordura, intenta por todos los medios evitar ese viaje, pero como que él está empeñado en hacerlo, al final su hijo David decide acompañarlo, lo cual permitirá a David conocer mucho más profundamente a su padre, conocer muchísimos detalles de su vida que desconocía completamente y por ende estrechar mucho más los lazos entre ambos.

La película nos enseña que muchas veces (sobre todo en la relación padres-hijos) la persona más cercana, nos es del todo desconocida; que la figura del padre es tan poderosa que podemos llegar a desconocer todo de él, su humanidad, sentimientos y su propia vida anterior. Alexander Payne nos muestra esta historia, netamente americana, al más puro estilo neorrealista italiano (incluso está rodada en blanco y negro) pero tan explicativo de la interioridad humana y de las relaciones entre familiares, como podía hacerlo Ingmar Bergman.

La gran actuación de todos los actores junto con una sencilla pero efectiva banda sonora y una muy buena fotografía, convierten la película en la mejor del año (según mi criterio).

La película es de un aburrimiento mayúsculo, no aporta absolutamente nada, no destaca en nada y además disiento completamente del gran trabajo que se le atribuye al Sr. Robert Redford en esta película (por muchas nominaciones que tenga y por muchos premios que le den), creo que cualquier actor desconocido le aportaría a ese papel un toque de humanidad, sufrimiento y desesperación del que carece su interpretación, lo cual contribuye enormemente a que el visionado de la película te deje completamente frío. Para trabajo el de todos los actores/actrices de la película “Agosto” o el de Matthew McConaughey y Jared Leto en “Dallas Buyers Club”.

La única ventaja que tiene esta película es que (si no la ves en el cine) puedes visionarla a una velocidad superior a la normal, no te pierdes absolutamente nada y además te permite reducir el tiempo de la misma.

Interesante película donde el director combina sabiamente la realidad con la irrealidad, el pasado con el presente, de una forma ciertamente poética pero a la vez también trágica y desconcertante.

Cuenta la historia de un hombre que con su jubilación comienza la etapa final de su vida, esa época en que los recuerdos se mezclan con la realidad formando una subrealidad atemporal (el tiempo pierde su razón de ser y conviven el pasado con el presente y también con el futuro). La película se convierte con ello en una oda a la misma vida, de la cual también forma parte ineludiblemente la muerte.

Un originalísimo guión, donde a través de la vida del personaje principal se van sucediendo escenas donde el presente se mezcla con el pasado en forma de recuerdos infantiles mitad reales, mitad inventados, donde incluso aparecen los espectros de personajes como el marino Long John Silver (el mítico personajes de la Isla del Tesoro de Robert Louis Stevenson) o el mismísimo Beethoven ambos fuera de su tiempo y lugar he intentando comprender el mundo donde se encuentran. El futuro también juega un papel muy importante en esta película ya que el personaje lleva profetizando desde tiempo atrás su propia muerte. Así el pasado real/inventado, el presente real/inventado y el futuro real/inventado se van mezclando continuamente durante toda la película, pero lo curioso del caso es que esta mezcla constante no solamente no aburre ni “marea” al espectador sino que, como el oscilar de un péndulo, lo mantiene hipnóticamente atento y “enganchado” durante toda la película.