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Críticas de DaniBernalR
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
7
24 de febrero de 2014
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra muestra que demuestra. El qué. Pues que va a ser, el abismo entre el thriller asiático y el realizado en el resto del planeta. ¿Idiosincrasia? Puede ser. La película que nos trae Bong Joon-ho trata sobre una serie de crimenes realizados en la época de la dictadura surcoreana. Todo ello saltándose el esquema narrativo de este tipo de historias y desarrollando a los personajes hasta tal extremo que cambiarán la forma de ver sus vidas.
Creo innecesario buscar un trasfondo o doble intención a la obra. Simplemente cuenta una historia, valiéndose de las singularidades del tiempo y la época para que el ritmo no decaiga durante todo el metraje. Las torturas a sospechosos, las faltas de medios probatorios, incluso la falta de protocolo a la hora de abordar los delitos son prueba de ello. Sobre lo primero, no siendo tendencia en el continente, muestra la sangrienta violencia en un segundo plano (exceptuando la escena del clavo), a diferencia de títulos como 'Oldboy' (2003, Park Chan-wook) o 'Encontré al diablo' (2010, Kim Jee-woon).
Uno de sus puntos fuertes, son sin dudas sus personajes. El rústico Park Doo-man, interpretado por un genial Song Kang-Ho, que la gente recordará mejor por interpretar al vengativo padre de 'Sympathy for Mr. Vengeance' (2002, Park Chan-wook) o el hombre de cerebro algo limitado que interpreta en 'The host', película de 2006 del mismo director que esta película. Ese personaje rudo en contraposición con el detective recién llegado de Seúl, cuyos abruptos métodos de investigación y sus consecuencias van minando poco a poco sus ánimos. El otro gran protagonista, Seo Tae-yoon, más metódico y racional, se sumerge en un mundo de bestias, el cual también le transformará.
El guión como he dicho, está esquematizado de manera brillante, alejándose del convencional arquetipo suceso-sospechoso-prueba- desenlace. Aunque quizás haya obviedades a las que el espectador llegue mucho antes de que la trama quiera desvelarlas, o prefiera no profundizar en otras, como sucede con la prueba final.
Para terminar mencionar su banda sonora, que se antoja insipida. A veces ni es necesaria, según la obra que se quiera mostrar. Pero puesto a incluirla, hagamos que se funda con la historia y que ese alto ritmo narrativo tan ininterrumpido vaya acompañado perfectamente por melodías apropiadas. La perfecta simbiosis entre música e imagen, es un espectáculo que pocas veces se ve en el cine, aunque muchas obras se encuentren cerca de conseguirlo. En este caso, el trabajo de Bong Joon-ho está muy por encima en calidad al de su banda sonora. Me estoy haciendo muy fan de ese sutil zoom que hace en las escenas acercando los planos sobre los protagonistas casi sin que el espectador se de cuenta del movimiento de cámara. En la mencionada The host lo utiliza varias veces, como en la escena donde explican que no existe el virús, antes de la perforación del cráneo al personaje que interpreta Song Kang-Ho.
En definitiva, aconsejar que antes de tragarte cualquier thriller protagonizado por un Al Pacino, Ford o De Niro pasados de vuelta y media, buscate alguno surcoreano, que gustarán más o menos, pero son infinitamente más interesantes.
DaniBernalR
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8
15 de septiembre de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hablar de las películas de Hitchcock es hablar de la historia del cine. Por gran cantidad de largometrajes que hayamos visto del director anglosajón, siempre habrá algún gran título de su amplia filmografia pendiente de visionar. Este es mi caso, y tras haber perdido la fe en su etapa inglesa, decidí recordar por que es tan grande y alargada su figura dentro del cine. Fe perdida tras ver el El hombre que sabía demasiado (1934), y que espero recuperar sobre su etapa inglesa en cuanto tenga la oportunidad, con títulos como Treinta y nueve escalones (1935) y Sabotaje (1936). Habría que ser mentecato para no confiar en el maestro del suspense, un hombre que hasta la fecha es insuperable en su género, y el culpable de que en la actualidad las películas de esta categoría sean vapuleadas y despedazadas por las lenguas viperinas de la muchas veces injusta crítica especializada. Y es que la tensión e imprevisibilidad que rebosante en el cine de Hitchcock no ha podido ser simulada por ningún otro director ni con tanta intensidad, ni con tanta asiduidad. Por ejemplo, en la recta final, esperaba como viene siendo ley y norma en los guionistas actuales, el empeoramiento de la situación, del que el protagonista saldría indemne gracias al hallazgo de un pequeño detalle que le exculpase, iluso de mi. Me explico. El desenlace iba conducido a que una vez depositado el mechero, Guy sería encontrado por la policía en el momento en que lo recogiese, siendo el dueño de la atracción el que lo exculpase al divisar a Bruno. Sin embargo Hitchcock nos regala ese momento antes, tras lo que, quien iba a imaginarse se desarrolla una espectacular y vertiginosa lucha en un tiovivo fuera de control.
Pues bien, partiendo de esta premisa, con unas espectativas bastante altas, me dispongo a ver Extraños en un tren, cuyo argumento no puede empezar de manera más brillante. Dos extraños conociendose en un tren, y un crimen conjunto perfecto planeado por la retorcida mente de uno de ellos. El desarrollo de la historia es fortalezido por la claridad y la profundidad con la que Hitchcock (experto en el manejo de los actores/actrices) es capaz de presentar y evolucionar el caracter de los personajes de la historia. Farley Granger y Robert Walker, ni mucho menos los actores predilectos del director, son los encargados de subir el listón a la historia. Si bien hay que decir que existe una parte en la que decae el ritmo del film, la magnitud de situaciones que encierra el guión, sumado a las buenas interpretaciones y la magistral dirección de hitchcock, hace que el relato se sitúe al nivel de sus mejores obras.
Como decía, uno de los puntales que engrosa la historia, es el toque de Hitchcock tras las cámaras, su majestuosidad y su modo de crear e intensificar la tensión y el suspense en la escena. Sin duda la persecución en el parque, con la escena en el tunel de amor, donde la sombra de la barcaza de Bruno se abalanza sobre la proyectada por los tres jovenes, ya hace presumir la oscuridad del personaje y lo que acontecerá más tarde. Otra escena a mencionar es la famosa escena de la muerte reflejada por las gafas de la victima, recurso que se sigue utilizando en muchas películas del género de terror. Por último, también quería resaltar, la escena donde el perro guarda en una escalera la entrada del piso superior de la mansión del padre de Bruno. Las famosas escenas de Hitchcock rodadas en escaleras son cuantiosas, convirtiéndose al igual que sus cameos en parte de su sello de identidad cinematográfico. El cubismo en la escena de las escaleras del campanario en Vértigo: De entre los muertos (1958), la caida del inspector tras el ataque en la mansión de Psicosis (1960) y sobretodo el magnífico final de Encadenados (1946) son ejemplo de ello.
Si habría que ponerle algún 'pero' al film, sin duda sería el odioso fondo de imagen pregrabada que utiliza para no rodar en exteriores en ocasiones. Casualidad o no, coincide el bajón de ritmo a mitad de película con las escenas rodadas mediante esa fórmula. Por otro lado tampoco creo que esté a la altura la banda sonora, que eximiendo su final, se me antoja vacua e insustancial.
En definitiva, una de las joyas del director, imprescindible para los amantes del suspense, como la mayoría de su filmografía.
DaniBernalR
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9
2 de julio de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay ocasiones, en que se escoge ver la película perfecta, para el momento perfecto, acertando. ‘Her’ de Spike Jonze ha tocado esa tecla, que muchas veces tarda en sonar. Voy a intentar analizarla como siempre, siendo lo más objetivo posible, aunque ya adelanto, que me mueve más hablar de las reflexiones a las que conduce que de su historia en sí. Por suerte, todo ello forma parte de esta maravillosa obra.
La cinta, definámosla como ciencia ficción romántica, parte de un original a priori pero no tan novedoso a posteriori argumento. El amor entre un humano y una inteligencia artificial ya ha sido llevado al cine, aunque no es usual que se haga como temática principal y siempre desde un prisma diferente, pues hablamos de androides de apariencia humana, como sucede en Blade Runner (Ridley Scott, 1982) o El Atlas de las nubes (Tom Tykwer, Andy Wachowski, Lana Wachowski, 2012). Nos encontramos aquí ante un sistema operativo incorpóreo que actúa mediante la voz en off de Scarlett Johansson, con capacidad para interactuar, analizar conductas, responder concorde a ellas y aprender a nivel interactivo sin límites. Ese ‘OS’ sacará de la monotonía a nuestro protagonista, Theodore, típico trabajador cansado de su rutina y podrido de remordimientos por recuerdos pasados, interpretado por el genial Joaquin Phoenix, cuyos papeles de personajes atormentados tiene más que machacados, aportándole pequeñas dosis de carisma cuando es requerido por la historia. Increíble que este hombre no tenga un Oscar.
Con todo ello, Spike Jonze, mediante un montaje espectacular (uno de los puntos fuertes de esta película) y una estética preciosista, nos cuenta una historia de amor, que nos invita como dije al principio a la reflexión. Habría mucho trasfondo a debatir, y aunque el director no entra de lleno en ninguno de ellos, existe uno que acentúa mi interés. ¿Resultaría grotesco que una persona se enamorase de una inteligencia artificial tan avanzada capaz de reproducir una personalidad humana? Una ‘IA’ de ese nivel, estaría programada por muchas persona, lo que podría asimilarse a muchos padres y madres. Pero que somos nosotros sino un arquetipo programado por nuestros padres, hasta que la edad nos va descubriendo nuevos caminos y la madurez nos lleva a plantearnos todo cuanto podemos. Ese símil se representa de manera perfecta en la personalidad Samantha durante el desarrollo de la película.
A todo ello hay que sumarle una buena dirección y una banda sonora que sabe siempre cuándo debe emocionar. En el fondo, Spike Jonze puede que simplemente intente contarnos una original historia sobre el amor, aunque sin duda subyacen tras ella de manera muy sutil, otro tipo de reflexiones más allá de la sci-fi y ese impreciso sentimiento.
DaniBernalR
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6
23 de noviembre de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siento mucho decir que voy a calificarla sin ver Insidious (2010), asi es que me será imposible establecer paralelismos en las dos historias, aunque leyendo la sinopsis, las doy por correctas. Esta película podría definirse como otra más de sucesos paranormales en una casa, que encierra una historia de terror entre sus paredes pero, caeriamos en error de forma, cuando lo importante en este género es el fondo del mismo.
¿Qué tiene The Conjuring que la hace especial en comparación con los vapuleados títulos de terror de las últimas dos décadas? En mi opinión dos cosas. La primera es la elegancia y sutileza de James Wan tras las cámaras. Todo hay que decir, siempre ayudado por el odioso y característico sonido que acompañan a las películas de terror actuales, los momentos de terror no están creados exactamente para asustar, sino más bien para crear tensión. Y lo consigue como he dicho con gusto y elegancia, sin la necesidad de marcarse un primer plano a una puerta para insinuarte que justo detrás te encontrarás de lleno con el susto, sino con los protagonistas al fondo de la imagen, con el terror alejado de la pantalla. Este mismo recurso utilizaba Kubrick en El resplandor (1980) salvando las grandes diferencias de interpretación, fotografía y dirección entre ambas; La segunda característica, es sin duda la utilización de un elemento heredado del cine japonés, que no es otro que la tensión continua. A la pregunta de porqué el cine japonés de terror era mejor valorado que el actual americano, Takashi Shimizu (La maldición 2002) respondió en una entrevista que no había lapso de tiempo entre escenas de terror, siendo continuada esta característica en sus películas. El cine americano actual busca crear tres o cuatro grandes sobresaltos que, a mas inri, nunca lo llegan a ser, para desarrollar una historia que carece de interés, dado que los argumentos suelen ser bastante lamentables. La única diferencia para que prefieras una cinta de terror japonesa a la que aquí nos atañe, derivaría de la magnífica atmósfera de terror que son capaces de crear algunos directores nipones y la interpretación de los actores, la cual todo sea dicho es más que correcta en este film.
Como puntos negativos, decir que podrían haberse ahorrado algunos momentos muy vistos en otra películas del género como esos empujones y zarandeos espirituales, que la introducción de los personajes se me antoja aburrida (exceptuando el comienzo con la muñeca Anabel), y que su final no me convence nada.
La conclusión alcanzada al terminar, es de ver una obra de terror, lejos de los parámetros que marca Hollywood en las últimas décadas sobre el género, con una buena fotografía y algunos buenos detalles en cuanto a dirección. 6.
DaniBernalR
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8
20 de octubre de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ante la incesante paranoya que me ocasionaba el conocer el final y la lluvia de alabanzas otorgada por todo tipo de críticos no he podido resistir muchos días sin ir a verla al cine para desquitarme esa pequeña obsesión. Todos pensabamos, o ibamos con ideas preestablecidas de ver un angustioso thriller espacial, donde la supervivencia a la deriva y el desarrollo de la resistencia mental hacia un término inevitable iban a ser la fuerte premisas donde se arraigaran los puntos fuertes en la trama del film. La errata es incluso insultante, al encontrarte de lleno con una película de semi-acción con tintes drámaticos, la cual nadie esperaba, y donde se incluye el virtuoso ritmo lento que toda cinta espacial debe contener para otorgar realismo y sensación de vacio a las imágenes. Pues bien con este cóctel, más bien molotov, Cuarón crea una obra atemporal, con un solemne ejercicio de cine donde buscará en toda escena la excelencia en la dirección.
No es de recibo entrar en licencias ciéntificas sobre la veracidad de lo que vemos, pues solo podrían valorarlas personas cualificadas, pero la sensación de ingravidez caótica llena de desarmonía está muy lograda, entre otras cosas gracias a los maravillosos movimientos de cámara que nos ofrece Alfonso Cuarón, haciendo parecer la cámara un elemento más a la deriva que no pierde enfoque de los protagonistas en ningún segundo, donde se aplican unos excelentes efectos de sonidos y una banda sonora de Steven Price, que acompaña perféctamente el orquestado visual en todo momento.
Pero, ¿Qué es necesario para que pueda ser llamada obra maestra? Entre otras cosas, el concebirse como un producto de entretenimiento, que no aborda más campo que el de su propio guión, sin buscar referencias filosóficas, poéticas o evolutivas (excepto en su final), hacen de la simpleza de su historia el peor enemigo para otorgarle ese título. A ello, hay que sumarle, en la busqueda de la excelencia, los zafios y ramplones diálogos del guión, que desconectan el interruptor de tu mente que solo hace adorar el grandilocuente espectáculo que estás presenciando, para devolverte a la realidad de un producto creado para entretener, no en honor al cine. Un producto que es capaz de contratar a Goerge Clooney para decir tres frases típicas de sus personajes, que normalmente diría en cualquiera de sus demás películas, perdiendo todo ápice de cohesión con la delicadeza con que está tratada la realización de las imagenes; Por la otra parte interpretativa, la señora Bullock, encargada de llevar el verdadero peso del film, aun sin conseguir hacer un gran trabajo, tampoco se convierte en un punto negativo de la cinta, lo cual ya es mucho pedir para una actriz que por decisión propia ha querido encasillarse en el género cómico en los últimos años.
En definitiva, estamos ante una película que todo amante del cine no puede perderse, y si es posible visionarla en una sala de cine para mayor apreciacion de sonido. No faltarán lo guiños a otras películas del género, como son El planeta de los simios (1968, Franklin J. Schaffner) o 2001: Una odisea en el espacio (1968, Stanley Kubrick), donde la posición fetal que acoge el personaje de Bullock tras quitarse el traje no lleva a equívocos. Un golpe en la mesa del director, que deja los destellos de calidad a un lado, para demostrar todo su potencial en la más que probablemente, película del año. 8.
DaniBernalR
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