MacGyver era ante todo un "hombre", serio, responsable, con sentido del honor, maduro, carismático y protector de los débiles, un héroe.

El actual MacGyver es un teenager repelente.

Por supuesto se substituye al jefe gordo y calvo por un par de cachondas preparadísimas, no vaya a ser que queden restos de caspa y grasa machista (todo debe estar convenientemente feminizado y juvenilizado).

Todo empezó con los vigilantes de la playa.

¿Volverán algún día los Eastwood, Redford, Newman, Charles Bronson, o en sus versiones de segunda división McGyver, Remigton Steele, etc. etc.?

No es solo nostalgia de los ochenta, es pena por perder a la figura masculina de Ulises, Prometeo, Jason, Roldan, Arturo, Tirante el Blanco, El Cid, Sherlock Holmes, Guillermo de Baskerville, al héroe poético, literario y cinematográfico de toda la vida.

No parece británica. Al contrario, utiliza clichés de las series yanquis, como por ejemplo las anodinas tramas paralelas (tipo perdidos, dramas psicológicos, celos, noviazgos, etc.). Los personajes pretenden estar muy trabajados psicológicamente pero no son creíbles por sobreactuados, la jefa quiere ser muy jefa, la ex quiere ser muy ex, la mala quiere ser muy mala, etc.. ni tan siquiera el personaje de Luther es coherente. El guión y las deducciones detectivescas también están metidas con calzador . A años luz de la inteligentísima Sherlock.

Película tan pretenciosa como infumable, plagada de escenas y personajes tan increíblemente ridículos y superficiales como el director. La película refleja lo que hay encerrado dentro de la mente de este "creador" subvencionado por el Estado, es decir, la nada más absoluta. El espectador no puede más que asistir a una colección de tópicos de lo que es "bueno" y lo que es "malo" según este "pensador", lo que "mola" y lo que no "mola" explicado con una obviedad que acojona. Claro está, entre lo bueno encontraremos el mundo espiritualmente profundo de los chakras, indian espirit, música chill out, los saharauis, feminismo, las vidas pasadas y entre lo malo cualquier yanqui en el que se haya que cagar (literalmente). Una memez sin fundamento, espantosa, encefalograma plano.

Demasiadas cosas que no son del propio Sasha Baron en esta película, demasiado efectismo hollywoodiense y gags de guionista metidos con calzador tipo "aterriza como puedas". Así, los únicos momentos graciosos son las ocurrencias y las salidas de tono del propio Sasha Baron Cohen cuando hace de él mismo, de Borat (especialista en ridiculizar los estereotipos políticos y culturales). Y sí, hay 4 o 5 escenas muy graciosas, pero me sobran los cameos de actores famosos, me sobra el personaje femenino, me sobra la historia de amor, me sobran las escenas de acción y me sobra todo aquello que recuerda a la rancia comedia americana.

El error es intentar normalizar el personaje e integrarlo en un cine más grande, de palomitas, cuando lo divertido de Sasha es esa tónica de tener a un personaje pequeño, egoísta, provocador, sacando de sus casillas a senadores, asociaciones feministas, judíos, palestinos, mediante sketch sencillos pero reales, auténticos, de cámara on live. Todo lo demás sobra.

Los primeros 20 minutos están narrados de manera muy bella, la cámara está tranquila, las imágenes de la nave y del espacio son sugestivas, se homenajea a la banda sonora de Goldsmith, una delicia.

Lamentablemente la ensoñación se desvanece al aterrizar en el planeta, para chocarnos de bruces con la dura realidad del cine moderno, infantilismo, efectismo, aturdimiento, exceso de subrayado, etc. etc. Los tiempos cambian ... para mal.

En el Alien de 1979 veíamos personajes maduros, asentados, serenos, creíbles, nos impactaba profundamente la muerte del capitán Dallas, nos aliábamos con la teniente Ripley, admirábamos al oficial médico Ash y luego nos atemorizaba. Sin embargo en Covenant, al igual que pasaba en Prometheus, los personajes están dotados de un estudiado perfil adolescente en el que no queda ni rastro del carisma de los personajes originales, no hay roles ni credibilidad, no hay "protector" con el que identificarse ni "protegidos" por los que sufrir.

Por tanto los actores mueren y a nadie le importa (ni siquiera a ellos mismos).

Tampoco ayuda el hecho de que el otro protagonista tenga desactivado el factor sorpresa. El Alien o los aliens están mostrados y subrayados hasta la extenuación, a través puñados irreales de pixels que se mueven a toda velocidad por la pantalla (y marean al espectador). Y es harto difícil sentirse amenazado por animaciones de videojuego, por mucha voluntad que se ponga y por muy vertigonosas y efectistas que sean las secuencias. En este caso hay que decir que ... cuanto más... menos. El valor de la sencillez.

Lo cuál es una pena porque el propio Scott debería saber mejor que nadie que el cine consiste más en sugerir aquello que no se ve .... o no debería verse.