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Críticas de REXMUNDI
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Críticas 58
Críticas ordenadas por utilidad
4
31 de julio de 2010
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con el endurecimiento de la Guerra Fría, el cine se va a convertir en un arma de propaganda en ambos bandos con la intención de cerrar filas entre la población civil. Conocida es la historia de la caza de brujas y de los intentos por abortar el cine reivindicativo que en un sector de Hollywood afloró en los años treinta y cuarenta. También son recordados ejemplos de defensa voluntaria del sistema como Elia Kazan, pero se suele mencionar menos la existencia de un cine abiertamente propagandista al que pertenece Home Town Story.

Dicho esto, hay que recordar que no estamos ante "La ley del silencio", sino ante un producto de escasa calidad que no llega a ser ideológico, ni tan siquiera doctrinario, ya que no supera la fase de simplemente panfletario. El guión de esta breve historia defiende de modo simplista el beneficio que para una sociedad suponen los a su vez beneficios de los empresarios, motores del bien estar. El problema no es la tendencia política, que hoy pueden compartir muchos y detestar otros tantos. El error estriba en el modo infantil y carente de talento de defender unos presupuestos capitalistas. La propaganda tan subrayante no suele ser efectiva, como muestra la amnesia que ha provocado en la historia del cine este y otros títulos similares.

Como anecdota y recurso para justificar la visión, la presencia en unos pocos planos de una primeriza Marilyn Monroe explotando evidentes virtudes, no exactamente interpretativas en esta época.
REXMUNDI
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9
7 de enero de 2010
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es verdad que Frank Capra no ha sido nunca santo de la devoción de los críticos de la progresía europea. Se le ha considerado un defensor de las mentiras del Sueño Americano. Pero la realidad es que tras su mensaje cargado de esperanza, buen espíritu navideño y solidaridad cristiana, se esconde una visión acida y crítica sobre la sociedad americana de entonces y de la de siempre. Es cuando esa mirada se hace presente, y en esta película apenas parpadea, cuando nos encontramos con un discurso duro y contundente dirigido contra los jerarcas del capitalismo, contra el cuarto poder de la prensa o contra el impulso corruptor del dinero. No es de extrañar que la caza de brujas buscase al inicio de la Guerra Fría minimizar este tipo de películas intentando filtrar su mensaje revolucionario. En Juan Nadie aún se pueden escuchar discursos radicales que llaman a la destrucción de las barreras, “de todas las vallas”, por parte del pueblo, de todos los Juan Nadie del mundo. Se podrán poner todos los peros a la pureza del discurso, pero es que Capra no es Eisenstein, ni queremos que lo sea.

Y más allá del discurso volvemos a encontrar la firma de un genio. Gran dirección de actores, con unos magistrales Stanwyck y Cooper, éste en uno de sus mejores papeles, timorato y decidido a la vez, risueño y taciturno al mismo tiempo, y unos efectivos y bien perfilados secundarios. La evolución y transformación de todos ellos conforme se suceden los acontecimientos, siendo la fuerza del corazón motor de dichos cambios. Una puesta en escena precisa dando lugar tanto a lo principal de lo contado como a los pequeños detalles, la narrativa ágil y con sentido del ritmo logrando perfectamente los momentos de clímax sin resultar nunca forzados ni extenuar al espectador. Presencia constante del sentido cómico para flexibilizar el drama y endulzar el amor. ¿Y la tragedia? Bueno, esto es Hoolywood ¿o no?
REXMUNDI
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7
31 de mayo de 2010
19 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica película del que fuera, entre otras, director de la mítica Chiefs, Jerry London. Se desenvuelve muy bien este director, sabiendo generar situaciones que atraen el interés del espectador. Gregory Peck resulta contundente y absolutamente creible en el papel de un monseñor irlandés del Santo Oficio. Christopher Plummer quizás pueda resultar más plano en sus registros como coronel de las SS, pero no menos eficaz en los resultados. Y la música de Morricone no hace sino ayudar, al igual que los magníficos escenarios y exteriores del Vaticano.

Un título vibrante que engancha, con sus dosis de suspene policial, intriga política y drama. No cae en la beatería y convence en su misión de mostrar la vida de un auténtico héroe, de aquellos que necesariamente surgen en tiempos difíciles, y en recordar el papel activo que en algunas ocasiones sí se atrevió a dar el Vaticano, no carente en otros casos de ambigüedad.

En resumen, muy recomendable y entretenido film, o telefilm, de los que ya apenas producen las televisiones de hoy en día y que no era raro encontrar en los setenta y ochenta.
REXMUNDI
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6
3 de abril de 2010
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rodada por Terence Young en el mejor momento de su carrera, siendo su último trabajo interesante. Contó para ella con dinero francés del mismo modo que ya había antes dirigido con financiación inglesa, americana, italiana, iraní y hasta de las Naciones Unidas, suficiente para dotar a la producción de fastuosos decorados, mejores exteriores e increibles y cotizados actores. Cuenta el trágico amor del heredero al imperio austrohungaro, el archiduque Rodolfo (Omar Sharif), con su amante Maria Vetsera (Catherine Deneuve), que en su día fue el romance más comentado y criticado de Europa en la penúltima década del siglo XIX.

No cabe duda que el argumento da pie al amor cortesano, a los valses vieneses y a la apertura de los mismos, a los cuchicheos y miradas en el palco de la ópera, a galanterías, a educados mayordomos de los de antes, a paseos en berlina y a caballo, a cambios de guardia y revista de tropas, etc... Todo ello hace presagiar un Sissi al uso o un donde vas Alfonso XII, aunque es bastante más que eso. La película pelea contra la ñoñería, a la que no siempre vence, y escapa de la visión edulcorada de la aristocracia, sin dejar de presentarla como escaparate de sociedad. Es bastante más fiel al desarrollo histórico de los acontecimientos de lo que nos tienen acostumbrados estos productos y junto a las lámparas de araña y los vestidos de princesitas aparecen las revueltas nacionalistas de Hungría, el inefable talante absolutista del emperador Francisco José I (James Mason), las algaradas estudiantiles y liberales de la Viena de entonces y la desestructuración familiar de los últimos Habsburgos.

A destacar el papel de Ava Gardner como una Sissi emperatriz mucho más cercana a la realidad histórica, aún sin mostrar el grado de neurosis con la que contaba la famosa princesa. Por lo demás se hace larga y aunque no empalaga, si empacha. Es el resultado de alargar más de dos horas una historia sin poseer la elegancia y el análisis de clase de Visconti. Digna no obstante.
REXMUNDI
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6
15 de diciembre de 2009
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Deliciosa película de René Clair que no llega nunca a emocionar al espectador de nuestros días, pero que provoca nostalgia de libertades, sonrisas, un cierto calor de tiempos felices y el encanto de la inocencia. Fiel reflejo por tanto de las sensaciones parisinas, más que de la realidad del París de Picasso. La música acompaña dichas sensaciones durante toda la cinta y logra que deseemos escuchar el acordeón en nuestra próxima visita a Montmartre. Resulta mágico y encantador que el protagonista se dedique a cantar en una esquina haciendo que los viandantes hagan los coros. Maravillosa una sociedad que canta reunida.

La película se inicia con planos de los tejados parisinos para posteriormente ir bajando hacia la calle, acercándose a su vez cual voayeur al interior de los pisitos en un decorado que no desmerece al que armó Hitchcock en "La ventana indiscreta". Bajo los techos de París bien podrían estar bastante bajos, ya que los protagonistas se entrecruzan en un ambiente de bajos fondos, donde no faltan los robos, el carterismo, los cafés, los bares de vinos, las salas de baile, las bandas callejeras, navajas y pistolas, peleas, pisos de mala muerte y supervivientes callejeros. Y en ese decorado, tan urbano y alejado de la exaltación de la naturaleza de las películas de Renoir, constantemente el amor.

El amor es en toda la película un sentimiento ligero, parte de la alegría de vivir de los personajes, donde el compromiso y la pasión no tienen ninguna cabida, y donde Pola puede lanzarse a los brazos de tres amantes distintos en pocos días. El amor, pero también la amistad no menos exaltada en la película, son recursos que los protagonistas utilizan para eludir la soledad. ¿Es un amor verdadero? ¿Son felices estos parisinos? Sea como sea con películas como esta han conseguido que París sea llamada la ciudad del amor.

Por lo demás, es la prehistoria del cine sonoro, por lo que la utilización de los diálogos es absolutamente pobre, sin añadir casi nada a las imágenes, que son las que llevan el ritmo narrativo en todo momento. No obstante, entre lo mejor el uso del sonido de un tren en la escena más violenta e intensa del film. Merece la pena verla incluso sin ser cinéfilo.
REXMUNDI
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