Especie de segunda parte de "El fugitivo", "US Marshals" constituye un thriller de acción de trama previsible, construido para el lucimiento de Tommy Lee Jones. La verdad es que la película constituye un buen entretenimiento, con un Wesley Snipes perseguido por dos asesinatos que no ha cometido en el marco de un asunto de espionaje chino y con secuencias de acción verdaderamente espectaculares (como cuando Snipes salta desde el tejado de un edificio sobre un tren en marcha ayudado por una polea).
La película cuenta con un presupuesto generoso y eso se nota en la puesta en escena y el desarrollo de la trama, con escenarios y persecuciones por tierra, agua y aire. La presencia de ciertos toques cómicos en los diálogos y algún que otro guiño a James Bond (por ejemplo, la jefa de los US Marshals es una mujer, a lo "M" en 007) singularizan este film. También es de agradecer que esté filmado al estilo "cine" y no "videojuego", ya que así las escenas de acción y persecución se disfrutan como una auténtica delicia visual. Lástima que un guión previsible y plagado de tópicos reste nota a un film superior a la media del Hollywood de finales de siglo XX.
Interpretación notable de Wesley Snipes y buenos secundarios, pero me quedo con una duda: ¿a santo de qué la novia del "fugitivo" Snipes tiene que ser francesa?

Tardaron casi 25 años, pero por fin se reunieron Terence Hill y Bud Spencer para rematar la tercera parte de los "Trinidad", aunque fuera de forma oficiosa. Hay que aclarar que la película estrenada en 1972 con el oportunista título de "Y después le llamaron el Magnífico" no tiene nada que ver con las dos anteriores de "Trinidad" y en ella sólo aparece Terence Hill.
Lástima que la reunión de la pareja tardara tanto tiempo. Terence Hill ya no es ningún crío en la película y Bud Spencer aparece ajado, un tanto inexpresivo, con más de 60 años (se tiene que desplazar en carreta, porque ya no puede montar a caballo). Producida por el hijo de Bud (Giuseppe Pedersoli) y escrita por el hijo de Terence (Jess Hill), la película se separa un tanto de su previa trayectoria para ofrecernos un producto a lo Disney, almibarado y familiar, donde el personaje de Bud hasta está casado y tiene 10 hijos...
Lo de ambientarla en navidad fue una hábil jugada comercial de Terence Hill, aprovechando el fenómeno masivo de padres que llevan a sus hijos al cine en esta época del año. Sin embargo, fue un fracaso en taquilla y quizás en ello también tuvo que ver su competencia ese año 1994 con la supertaquillera "El rey León". Como curiosidad, decir que los personajes de Trinidad y Bambino ("El Niño") en esta tercera entrega se llaman respectivamente Travis y Moses, ya que Bud y Terence no tenían los derechos sobre los nombres originales. De hecho, un año después, en 1995, el director de la saga original, Enzo Barboni (EB Clucher), rodaría una tercera parte "oficial" con dos sosias modernos de nuestros héroes: "Trinidad y Bambino... tal para cual", que fue un fracaso más que estrepitoso...
Otra curiosidad es la aparición en un breve papel del hijo de Terence Hill (interpreta al empleado de la oficina postal), que ciertamente tiene un gran parecido físico con su padre...

Intento fallido por parte del cine español de realizar una película "exportable". En realidad, se trata de una coproducción hispano-franco-italiana (de ahí las presencias respectivas de Béatrice Dalle y Bud Spencer) hecha con cierta holgura de medios.
Por decirlo en una frase, la historia del asesino en serie está más vista que el tebeo y la pareja protagonista actúa de pena. Aunque es una película entretenida y con aciertos parciales, su guión es previsible, huele a tópicos por los cuatro costados y el final (la forma de resolver el caso) es francamente mejorable. Desgraciadamente, la mediocridad de la pareja protagonista (unos Juanjo Puigcorbé y Lydia Bosch olvidados con justicia por el cine) acaba de rematar el producto. Cómo anécdotas, señalar la aparición en un papel secundario de la pareja del director (la exmodelo Mabel Lozano) y la sorprendente intervención de un veterano Bud Spencer en uno de los pocos papeles dramáticos de su vida (quizás desde "Turín negro", 1972). Aún así, film muy por encima de lo que produce el cine español anualmente y lo que es digno de admirar, con vocación internacional.

Entretenimiento de corte reaccionario, con el televisivo personaje "Águila Roja" (burdo plagio de "El Zorro", pero además demencial: ¡un ninja en la España de Felipe IV!) viviendo aventuras en la villa de Madrid y alrededores. La película es entretenida y está bien realizada, pero decae debido a los diálogos pobres, a ese toque costumbrista que el cine español no puede remediar (vg. el superfluo personaje del cura) y a una duración desmesurada (le sobra media hora). Además, Martina Klein tiene un tipazo y es una mujer bellísima (nos enseña su culito), pero como actriz... mejor ni hablar.
Lamentablemente, a los defectos enumerados se le une el descarado tono reaccionario y nacionalista español con que se envuelve este pretendido producto comercial "sin más": en una España del siglo XVII donde no hay analfabetismo, ni desigualdades sociales, ni ricos y pobres, donde el primo del rey y grande de España se une al carpintero, al campesino y al alfarero (¡incluso les toca -glup-y les abraza!) y donde la gente es feliz y no pasa hambre, todo el "pueblo" (como digo, sin lucha de clases) se une contra los pérfidos ingleses y franceses en un improvisado frente patriótico español. El héroe español del siglo XXI ya no es como el Zorro o Curro Jiménez, que robaban a los ricos para dárselo a los pobres: ahora es de derechas. Águila Roja va a favor de los ricos y de mantener el orden y el sistema establecidos.
Causa tristeza que los responsables de un producto comercial de aventuras, bastante bien realizado como este, renuncien a exportarlo fuera de España debido a su penoso mensaje patriotero, ultranacionalista y lamentablemente cuasi-xenófobo...

Esta tercera entrega de la saga de agentes antialienígenas, sin deparar mayores sorpresas, constituye, sin embargo, un digno entretenimiento familiar. Curiosamente, el papel de Tommy Lee Jones se reduce hasta el punto de parecer un secundario, cosa que indirectamente hincha más si cabe el protagonismo absoluto del simpaticón Will Smith (cierto es que el señor Jones está ya muy mayor y su rostro más bien parece una máscara de cera surcada por infinitas arrugas...).
A destacar la escena inicial, en la prisión de alta seguridad radicada en la Luna (¿inspirada por Superman II?), así como algún gag aislado (la fiesta de Andy Warhol, por ejemplo). El diseño de producción está muy cuidado, las criaturas extraterrestres son originales (el malo, paradójicamente, es atractivo por lo repulsivo) y es de agradecer la presencia de un montaje más bien clásico, lejos del nefasto ritmo "frenético" que está de moda hoy en día.
Lo peor quizás sea el argumento, más bien pobre, y la sensación de que la saga no da más de sí, por más que pretendan estirarla si la taquilla responde...