“El tiempo perdido”, casi como ya pasara con “Terror” no estará a la altura de las películas de “Toy Story”, pero es un buen mediometraje. Espectacular, eficiente, dinámico y entretenido. Conservando el añejo cariño a sus protagonistas y continuando de algún modo su historia a modo de historias independientes. Buen formato y un buena prueba de disfrute placentero de animación para la familia.

“Heat” es cine de policías y ladrones épico. Lleva a los personajes, la historia y el dramatismo a otro nivel. Y eso es de agradecer. Añadido eso al buen hacer estético y visual del director, el cual clava la atmósfera y crea un ambiente magistral en todos los sentidos. Las interpretaciones son todas muy buenas, siendo los más atractivos (desde luego) Pacino y De Niro. Lo peor de la cinta es su duración y que la intensidad a lo largo de la misma puede no sostenerse en el mismo nivel. Pero eso no impide que sea quizás la mejor película de Michael Mann y desde luego un nuevo máximo en un género muy manido.

“Top Gun” nos presenta a Tom Cruise en plena juventud ochentera, con todo lo que conlleva. Y es un viaje que merece la pena. Sin complejidades argumentales, pero sí con suficiente corazón y un guión de lucimiento muy efectivo. Una película reivindicable que aún sigue enganchando y entreteniendo como antaño.

La versión más compleja y menos deudora del humor y la comercialidad, entregada al fin por Donner, sí que se halla al nivel de la primera entrega e incluso en determinadas ocasiones consigue superarla. Esta es la secuela de “Superman” que debió ser comercializada hasta la saciedad y no la de Lester. Más madura y compleja y aprovechando mejor por mejores pequeños detalles y buenas conexiones entre las subtramas y los personajes, la secuela mantiene el entretenimiento y la espectacularidad, añadiendo un final mucho mejor. Lo dicho, a la altura de la primera e incluso con derecho a sobreponerse a ella.

“Misión imposible” abre una franquicia de películas que se extiende hasta hoy, y permanece años y secuelas después como la mejor y más consistente entrega de todas. Brian De Palma es un lujoso y hitchcokiano director que carga de elegancia y suspense cada uno de sus planos, incluso los más espectaculares y míticos. Tom Cruise hace lo suyo, pero además interpretando aquí de manera más contenida y personal, siendo una estrella al tiempo que su personaje y sin perder el equilibrio. El guión es enrevesado y sorprendente (mejor si sabes poco de la trama o de la serie en la que se basa) y el espectáculo es vibrante, sin abusos o escenas excesivas o amontonadas y al servicio del espectador. No ha perdido nada de fuerza conforme pasan los años y desde ya queda ubicada como clásico del entretenimiento de calidad de los 90.