¿Cuántas veces un director debutante saltó a la arena consiguiendo un resultado tan apabullante? Pocas, muy pocas.

El ahora cómodamente instalado Alejandro Amenábar sorprendió a propios y extraños con su primer largometraje, en esta maravillosa propuesta de intriga. Nada menos que 8 Goyas se llevaría en la edición de ese año y de paso movía los cimientos del acomodado y falto de propuestas cine español de esa decada.

Se demuestra una vez más que cuando el talento se tiene de manera innata, es necesario muy poco para llegar a conseguir un gran resultado. Simplemente con los espacios que da la facultad de una universidad, tres personajes medianamente dibujados y una simple excusa argumental (el tráfico de cintas de violencia real o "snuff movies"), le sobra y le basta al director para crear una, aparentemente, sencilla trama de suspense como pensábamos que no era capaz de hacerse en España.
Amenábar demuestra una pericia insultante y habilidad impropia de una persona de veintipocos años a la hora de planificar la historia gracias al ritmo que le imprime,el montaje, la acertada música (compuesta por él mismo), y a un uso tan acertado del espacio narrativo.
No hace falta ser muy listo para darse cuenta de que el director ha visto y mamado mucho y buen cine y ha cogido, como buen alumno, lo mejor de los grandes a la hora de desarrollar esta historia.

A destacar las buenas interpretaciones de un desconocido Fele Martínez, como el típico compañero "freakie" de la clase. Y sobre todo, a un pipiolo Eduardo Noriega que resulta realmente inquietante sin necesidad de que ni siquiera abra la boca.

Como toda obra novel, la película tiene sus pequeños despistes y gazapos que no invalidan ni un ápice a este magistral ejemplo de cine de genero español. Brillante.

Esta versión del clasico de R.L Stevenson está mucho más lograda quizá que las que se hicieron con posterioridad, por ejemplo, la versión que hizo la Disney casi veinte años mas tarde.

La película es más fidedigna y respetuosa con el original y está muy lograda en cuanto a vestuario y caracterización. Billy Bones (Lyonel Barrymore), es el que uno se había imaginado y esto es extensible practicamente al resto de los personajes que están bastante perfilados y al menos no son simples y forzadas caricaturas.
Que uno no espere tampoco encontrarse con una adaptación plano a plano de lo narrado en el libro, porque eso raras veces ocurre así en el cine. Pero por lo menos se agradece, que no le escamoten a uno los pasajes claves, por ejemplo en relación a todo lo sucedido al principio en la posada , los posteriores preparativos de la expedición, etc... Y aunque para darle un poco mas de chicha narrativa a la cosa el director se invente unos pasajes según su imaginación, pues se perdona, porque éstos no resultan como simples pegotes y no desvirtúan para nada el resultado final.

En fin, cine de aventuras artesanal al viejo estilo que no emociona en casi nada, pero que resulta pasable.

Magnífico debut de González Iñarritu con esta desolador y crudo drama de abigarrados sentimientos.
La película nos cuenta a modo de retratos independientes las vidas de tres personas en la megaurbe México D.F sin aparente conexión pero que se verán cruzadas por el caprichoso destino.

El furtivo amor de un joven por la novia de su hermano(descubrimiento de García Bernal), la infidelidad de un acomodado padre de familia por el amor de una bella modelo (la española Goya Toledo, que está realmente bien), y la busqueda de la redención familiar de un asesino a sueldo (conmovedor "El Chivo"), se entrecruzan de una manera bien hilvanada merced a un montaje muy inteligente y a un guión poderoso que sin duda es lo mejor del film. También la fotografía realza el aspecto desolador en el que se ven inmersos los protagonistas.
Los perros simbolizan el último refugio a los que les queda agarrarse a unos personajes marcados por su propia soledad.
La película da una visión descorazonadora e hipócrita de la sociedad (el plano en el que retiran el anuncio de la fachada es revelador).

Muy recomendable.

La película es de una armazón argumental bastante escaso y prácticamente a la media hora ya se sabe que todo el pescado esta vendido. De todas formas este aspecto es lo de menos, ya que el interés reside, como en él es costumbre, en como desarrolla la historia.

Es un brillante ejercicio de estilo que nos regala el director inglés. La película está rodada en un plano secuencia sin aparentes cortes en espacios realmente limitados, (el salón del piso, la cocina y el recibidor de la entrada) y eso entraña una complejidad técnica a la hora de mover a los invitados que Mr Hitchcook solventa con una gran destreza y habilidad. Este aspecto es muy salientable ya que la interacción entre los actores esta bien planeada.

Las interpretaciones están todas pasables, excepto la pareja de estudiantes protagonista, que es a mi parecer donde cojea gravemente la película. John Dall resulta cargante en exceso y sobreactuado en sus gestos, y Farley Granger demuestra que es un actor muy plano (siempre con esa cara de estreñido) al que le queda muy grande un personaje con esos dilemas morales. Además, creo que ambos revelan información aún sin que nadie los fuerce demasiado a ello, lo cual convierte a la película en un folletín por momentos.

No deja de ser un experimento de "Hitch" que sale finalmente a flote gracias a su buen hacer.

Un correcto thriller, sin más, llevado más o menos con interés hasta su desenlace sin que llegue a aburrir demasiado y mostrando todas las cartas prematuranente sobre la mesa depués de un desarrollo un tanto irregular.

Gibson saca de todo su oficio para dar vida a su enèsimo personaje abocado a la venganza, como un atribulado policía y padre necesitado de recuperar terreno con su hija tras el evidente distanciamiento que lo separa de ella. Una hija que tras su breve aparición deja tras de si más secretos que la "perestroika" soviética.

El filme, tras dirimir convertirse en un policíaco con el corporativismo policial como matute del asunto, se tira finalmente por el sobado escenario del crimen y la corrupción empresarial con angostos nexos con las altas esferas y hasta incluso reminiscencias pseudobélicas, pero todo eso utilizado aquí sólo como simple esbozo, poca trabajada excusa argumental de fondo que da pie a una sucesión de personajes tan necesarios como esquemáticos y a otros que resultan funcionales y que guardan incluso lo mejor de la película (atención a Ray Winstone).

Las escenas de acción están muy bien rodadas e intercaladas de una manera efectista en la narración y sobran algunos momentos ridículos como los del secuestro del protagonista en los bajos de la empresa corrupta de marras.