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España España · Vilafranca del Penedès
Críticas de SergiMerchan
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
3
2 de febrero de 2014
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Asylum' se convirtió en un clasicazo de la televisión superando así su decente predecesora; pero 'Coven', ha acabado siendo un culebrón sin sentido alguno con ganas de provocar al espectador una y otra vez sin intención de ir más allá.

Desde antes que Stevie Nicks hiciera sus raras apariciones musicales -cosa que no pintaba en absoluto y rompía la "trama"- ya tenía muy claro que ésta temporada, era algo que simplemente aspiraba a ser una serie para adolescentes muy a lo 'Vampire Diaries'.

Resumiendo, la temporada se salva única y exclusivamente por la GENIAL Jessica Lange que sigue comiéndose cada plano en el que aparece y al resto del elenco. ¡Qué lástima que 'Freak Show' sea su última temporada! A partir de ahí, todo irá en una clara decaída de la calidad.
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SergiMerchan
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8
16 de junio de 2015
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes que nada, puedo llegar a entender a aquellos que echen para atrás el visionado de P'tit Quinquin al ver sus más de 3h de duración. Pero creedme, ¡vale cada uno de ellos! De hecho, pocas miniseries consiguen hacerte reír a carcajada y emocionarte al mismo tiempo de la manera que ésta lo consigue.

Su largo y poco tedioso metraje ayuda a que conozcamos a cada uno de los habitantes/personajes del curioso pueblo a la perfección como si leyéramos la novela veraniega de turno en la playa.

El surrealismo de cada situación se apodera del posible drama haciéndonos sentir extraños ante los bizarros eventos. Surrealismo que, se pasa de la ralla de una forma innovadora y al mismo tiempo sofisticada. El trabajo que hace Dumont es equilibradamente excelente en todos los niveles.

Esta es una miniserie del canal franco-alemán 'Arte TV' que ya ha producido otras grandes obras quizá más destinadas a la gran que a la pequeña pantalla, y eso se nota en cuanto a calidad. Quizá por ello P'tit Quinquin consiguió hacerse un hueco en el festival de cine de Cannes.

Es un experimento que apostó por mostrar algo arriesgado de una forma que puede ser tediosa para el público mayoritario no-gafapasta, pero no hay duda que el extraño y salado cóctel les salió a la perfección.
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SergiMerchan
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8
21 de diciembre de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
·DEFINICIÓN DE DINERO SEGÚN EL DICCIONARIO: Medio de intercambio que es aceptado por una sociedad para el pago de bienes, servicios y todo tipo de obligaciones.

·DEFINICIÓN DE DINERO SEGÚN BRESSON: Material en forma de moneda o billete que puede amargar injustamente la vida de alguien llevándolo a la cárcel o a la más perversa locura.

El título mismo es un resumen sencillo y perfecto de lo que nos disponemos a ver, todo en ‘El dinero’ es duramente contenido y rotundo. Ya en los créditos iniciales al ver la puerta del cajero automático que pasa de estar abierta a cerrada empezamos a percatar la modernidad dura y kafkiana -en forma de crítica- que nutrirá cada parte del metraje.

Aquí el dinero se nos muestra como una especie de ser que juega con la vida de las personas que Bresson cree conveniente haciéndolas danzar una melodía que a muchos no les tocaría (me refiero al desdichado personaje principal de Lucien que parece recién salido de un drama griego).

La mínima expresión y los gestos concretos –siempre conscientes- de los actores llegan a decirnos muchísimo más de lo que se ve a simple vista. La tendencia casi metonímica de Bresson por filmar las partes de un personaje (los pies o manos, por poner un ejemplo) como si fuera un todo o incluso los espacios vacíos que son captados, son un referente claro de ello.

A destacar el simbolismo no-oculto que hace que en el film el campo se nos muestre como algo mucho más bello que la grisácea ciudad; la tierra es fértil y da frutos bajo los pies del ser humano, quizá por ello ‘El dinero’ pueda tener toques del movimiento Romántico, ya que la naturaleza es un elemento partícipe para contar los sentimientos que afloran en el interior del protagonista. Pero Lucien -por mucho que a veces parece querer-, en una sociedad como en la que vivimos nunca podrá encontrar la paz interior.

No hay ningún tipo de esperanza para la sociedad consumista y hostil en la que tristemente vivimos y quizá -seguramente- el director tenga toda la razón.

La película es cortante y directa en muchos aspectos, la mayoría de los personajes se mueven por la codicia (hablo del propietario de la tienda de fotografía, por ejemplo) y es que Bresson quiso con su última película dejar claro que el ser humano no tiene ningún tipo de escrúpulo frente a la obtención del vil metal.

Es duro, pero el dinero siempre acabará ganando a la bondad de un desconocido.
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SergiMerchan
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8
16 de junio de 2015
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 'El hombre tranquilo' no hay un villano que se enfrente a Wayne arma en mano, tampoco hay crímenes a resolver, de hecho, por no haber no hay ni "americanadas" con intrínsecas moralejas patriotistas. En 'El hombre tranquilo' no hay nada, sólo un verde paraje con todo tipo de tonalidades que desean aguardar amor y bondad.

Hay películas que te hacen sentir especial, que te producen una rara jovialidad, que te hacen agradecer el mero hecho de estar vivo.

Ford tardó casi veinte años en rodar ésta historia de amor a Irlanda. Y es que hay un mimo onírico en cada plano en que vemos a Wayne bebiendo una pinta bien negra o en cada cigarrillo que se enciende. La fotografía ganadora del Oscar parece una antología de cuadros pictóricos románticos que se entremezclan con los sentimientos de los personajes.

Hay un equilibrio perfecto entre "amor" (a los pocos bienes que puede aguardar una pueblerina) y "batalla" (sobretodo de sexos). Ford hace sobretodo hincapié en el segundo aspecto retratando a la pareja heterosexual como nadie antes se había atrevido en el siglo XX.

Es un largometraje mágico, bucólico, familiar (en el buen sentido) e irrepetible.

¿Irrepetible por qué? Pues porqué es imposible imaginar una película tan dulce y sutil en nuestros tiempos cinematográficos. Un canto a la vida sin sangre, sin misterios, sin sexo, sin ir más allá de la propia belleza de las cosas pequeñas.
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SergiMerchan
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8
23 de enero de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Os voy a contar la historia del chico que ayer vio ‘La La Land’:

La primera película que recuerdo ver es ‘Blancanieves y los siete enanitos’ de Walt Disney, el primer musical animado de la historia. Tenía la cinta de VHS gastada de tantas veces que la había reproducido.

En aquél entonces no existían “los extras” que llegaron en la era del DVD pero, curiosamente, ése vídeo incluía un pequeño documental tras los créditos. Al acabar las clases, metía prisa a mi madre para llegar a casa rápido y poder ver la película entera hasta llegar a mi preciado “Making of”.

Yo estaba contento por todas las anécdotas que me contaba ése narrador omnipresente y mi madre porque podía preparar la cena tranquila, ¡todos ganábamos!

Gracias a ése reportaje empecé a interesarme en qué había tras las cámaras y en cómo se creaba la ilusión de movimiento de esos dibujitos pero, más que nada, me interesó cómo se grabaron las canciones.

La siguiente película de la que tengo recuerdo, -tranquilos que no estaré así hasta llegar a la de ayer-, es ‘Mary Poppins’. Para mí eso era, y sigue siendo, el cóctel idóneo entre lo que era un film destinado para el público infantil (el animado) y el adulto (con actores reales). Por suerte, ahora que estudio cine y documental, -seguramente no es casualidad-, he entendido que no hay “pelis para niños” o “pelis para mayores”, sólo “pelis”.

‘Mary Poppins’ se convirtió en mi nuevo VHS fetiche y ya con la pubertad llegaron ‘Moulin Rouge!’ y ‘Chicago’, esta vez en formato DVD y Blu-Ray, musicales que, de los cientos de visionados que habré hecho, me sé de principio a fin.

Visto lo visto, era evidente que el fútbol no era precisamente lo mío y mis padres decidieron apuntarme a clases de teatro. Primero hice obras y cursillos de interpretación en la escuela y por mi pueblo hasta que, tras mucho insistir, acabé yendo a una academia de teatro musical en Barcelona.

De los años que estuve allí estudiando me llevé a las mejores amistades de mi vida, rarillos que, como yo, amaban y entendían qué significado tenía el cantar, bailar o actuar en un escenario. Montamos compañías, inventamos coreografías y escribimos musicales que movimos por un par de pueblos con menos población que la que haya en cualquier bloque de pisos de la capital.

Ahora, cada vez que se estrena una película musical, la miscelánea perfecta entre dos de los campos artísticos que más adoro y en los que aspiro a trabajar en un futuro, para mí es motivo de celebración.

Asistí a ver ‘Nine’, ‘Los Miserables’ o ‘Into the woods’ en primera fila el día de sus respectivos estrenos, las salas estaban tristemente casi-vacías, supongo que no hay ni habrá nunca un resurgimiento del género, su tren ya pasó, pero yo sigo disfrutando cada segundo de sus imperfectos metrajes.

Con todas las expectativas que se habían creado alrededor de ‘La La Land’ tenía bastante miedo, básicamente porque me la compararon con clásicos a los que rindo culto y porque de estrenos anteriores de esta índole sólo compartieron conmigo porquería.

La vi sin nadie más para no condicionar mi valoración final ni engrandecer o empequeñecer las ganas que le tenía pero, afortunadamente, no me defraudó ni por un segundo.

Ayer rememoré cuál era la respuesta de mi cuerpo al ver por primera vez ‘Un americano en París’, ‘Los paraguas de Cherburgo’ o ‘Cantando bajo la lluvia’ y, aunque ya es un producto hecho con y para ése fin, me enamoré de ella.

Los muchos tópicos con los que juega, su previsibilidad o la sencillez que abraza toda la producción, tópicos que ya de por sí son sinónimos de "musical clásico", sólo hacen que irle a favor, no intenta ser una reinvención como las otras que fracasaron intentándolo.

El género del musical tiene infinitas variantes, puede ser remodelado y barnizado tantas veces como se quiera para que parezca algo nuevo, se ha hecho ya muchas veces y hay incluso ejemplos de éxito pero, al fin y al cabo, lo que la gente entiendo por "musical" es ése relato añejo y bien-contado de una belleza tan humilde que abruma.

Es todo un himno para aquellos que lo arriesgamos todo con el fin de intentar conseguir lo más cercano a nuestros idealizados sueños, a los que para conseguir un poco de atención de alguien han tenido que sudar durante meses, a los que nos hemos atrevido a marchar del país para probar suerte y encajamos la derrota hasta el siguiente round, a aquellos que están trabajando duro en puestos que no tienen nada que ver con su idea de futuro pensando que ése sueldo les servirá tarde o temprano y, a resumidas cuentas, un placer visual para espectadores cursis como yo.

Creo -o me gustaría creer-, que esta vez sí se ha conseguido y este largometraje cantado y bailado a partes iguales, como en los de antaño, va a quedar tatuado en la memoria retiniana del público del S. XXI.
SergiMerchan
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