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España España · Valencia
Críticas de Luc
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Críticas 98
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
4
30 de diciembre de 2017
8 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Normalmente este tipo de propuestas literarias o cinematográficas reúnen una serie de elementos más o menos efectistas que mueven a emocionar al público y llevarlo a la lágrima fácil. Elementos como niños que muestran su más tierna inocencia, nazis especialmente malos, espíritu de sacrificio, incomprensión... Lo hemos visto, por ejemplo, en "El niño con el pijama de rayas" o "La vida es bella", historias tan emotivas como difíciles de imaginar.
"Una bolsa de canicas" ahonda en los mencionados y agotadores clichés, pero con la mínima innovación de hacer una "road movie" en lugar de situar a los personajes en la estática situación que conlleva un campo de concentración o gueto. Personajes, por otra parte, poco desarrollados en una historia poco profunda donde el único interés parece estribar en denunciar (una vez más) la figura del Mariscal Pétain.

"Cumplo mis promesas y las de los demás" que diría Pétain es una frase utilizada en la película (Como ya se lee en francés en un mural de "Casablanca", tampoco en esto es original la bolsa de canicas), para denunciar el papel "colaboracionista" de Pétain, pero me temo que Pétain no era el protagonista de los males que asolaron a Francia durante la ocupación nazi y la "colaboración" se basó más bien en un intento de minimizar daños más que en un sincero abrazo al nuevo régimen implantado en Francia, de la misma forma que los trabajadores de una sucursal bancaria pueden "colaborar", bajo la amenaza de las armas, con los atracadores.

Pero en fin, Verdún no cabe en una bolsa de canicas.
Luc
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4
30 de diciembre de 2017
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entro en el cine por mi cara bonita porque de otro modo dudo mucho que hubiera entrado a verla, bueno, no lo dudo, no hubiera entrado a verla. En su día vi en un cine de verano a Robbie Williams en la primera parte de "Jumanji", la parte original y mal que bien, una película pasable. ¿Qué puede mover a rodar una segunda parte de "Jumanji"? Probablemente la respuesta es la misma que el motivo para rodar la trigésimo tercera parte de "Saw", un delictuoso (o si no lo es, debiera serlo) motivo económico. Una segunda parte en riguroso ayuno de ideas innovadoras, con efectos especiales hasta cicateros y con un amplio abanico de chistes malos. Lo peor de todo es que los actores principales hacen bien su papel, lo que no sé si es un halago o un detrimento en este caso. La doctora Who tiene su gancho y Dwayne Johnson supera su papel como "baywatch".

Bueno, como decía en el título, el cine estaba repleto de niños repelentes con sus iPhone correteando de butaca en butaca y acompañados de sus adolescentes padres que ya eran adolescentes cuando se estrenó la primera "Jumanji" (1995), la "Jumanji" "buena". 22 años después ahí estaban preparados para revivir esa nostalgia diabólica, como si realmente uno de esos joviales padres hubiera encontrado un juego de mesa de Jumanji y nos hubiera enjaulado a todos en esa sala de cine. Parecióme eso cuando cinco minutos antes del inicio de la función me percato de un hombre al que sigue su mujer y prole, avanzan por una fila hasta dar con el centro, unas butacas cojonudas, todo sea dicho, y el padre que se dirige a un enjuto alopécico: "-¿Están libres estas dos butacas? -No, estoy esperando a mis hermanos. -¿Pero ellos tienen las entradas? -Por supuesto que sí, caballero" Joer, lo que me pude reir. Que un tío con más años que un bosque vaya a ver "Jumanji: Bienvenidos a la jungla" sin compañía infantil, ya es difícil de asimilar, pero que encima vaya con sus hermanos es sencillamente imposible de creer. La peli acabó con el cine lleno y el tío repantigado copando los tres mejores asientos. Desde aquí mi más sincera admiración. Genio.
Luc
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10
10 de septiembre de 2017
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el verano de 1938, un profesor de instituto neoyorquino llamado Murray Burnett, viajó hasta Austria para ayudar a su familia judía, que al igual que el resto de la población judía se veía amenazada tras el "anschluss" de marzo. En Europa Burnett pudo darse cuenta de que muchos refugiados tomaban barcos que surcaban el Mediterráneo con destino al norte de África y pensó en que tal vez sería una buena idea escribir una obra de teatro sobre ello. Finalmente, la pieza definitiva que hizo poner en marcha el engranaje de todas sus ideas se la proporcionó la visualización de dos películas de gran éxito en aquellos tiempos y que narran un drama romántico entre un gángster y una bella turista parisina en la 'casbah' argelina: "Pépé le Moko" (Julien Duvivier, 1937) y "Argel" (John Cromwell, 1938). A su regreso a EEUU comenzó a escribir la obra de teatro titulada "Everybody comes to Rick's" junto con una chica llamada Joan Alison y con la que acabaría casándose y posteriormente divorciándose (Siempre les quedaría "Everybody comes to Rick's).
Warner puso 20.000 dólares sobre la mesa para comprar los derechos y la puso en manos de Howard Hawks quien hizo los preparativos para dirigirla, pero la dificultad para contratar al reparto que deseaba (se ofrecieron los papeles a Ann Sheridan, Hedy Lamarr, Ronald Reagan, George Raft o Dennis Morgan), sumado a los diferentes retrasos en otros ámbitos del rodaje hicieron que Hawks declinara la oferta.
Entonces Jack Warner pensó en Michael Curtiz, tal vez no entre los directores más brillantes, pero desde luego un hombre serio y metódico, justo lo que en ese momento necesitaba "Casablanca".
Cuando finalmente se dio el papel de Rick Blaine a Humphrey Bogart, los gemelos Epstein adaptaron el guión pensando en él, que venía de rodar dos cumbres del cine negro "High Sierra" y "El halcón maltés". Los hermanos Epstein imprimen a "Casablanca" una fluidez y agilidad propia del mejor "noir", lo que la hace única, y combinan diálogos plenos de mordacidad (-¿Dónde estuviste anoche? -No tengo la menor idea -¿Qué harás esta noche? -No hago planes por anticipado. / - Me desprecias, ¿verdad? - Si llegara a pensar en ti... probablemente) con dosis románticas en pleno "flashback" (-El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos - ¿Ha sido un cañonazo o es el corazón que me late?). Sin embargo, los Epstein tuvieron problemas para engarzar los diálogos con tintes políticos como exigía Warner que debían estar muy presentes y para ello se contrató a Howard Koch que culminó hasta la perfección un guión ya extraordinario (-¿Por qué vino a Casablanca? - Vine a tomar las aguas - ¿Qué aguas? - Me informaron mal). Pero las famosas aguas termales de Vichy y su gobierno colaboracionista encabezado por el mariscal Pétain tienen también su reflejo al inicio de la cinta cuando un miembro de la resistencia muere tiroteado bajo un mural con la imagen pintada de Pétain (Yo cumplo mis promesas, así como las de los demás), o hacia el final de la cinta, cuando el capitán Louis Renault demuestra haber abandonado definitivamente su apoyo al gobierno de Vichy repudiando una botella de agua mineral de la ciudad francesa.
Es hartamente conocido el hecho de que Ingrid Bergman preguntara en varias ocasiones a Michael Curtiz sobre si finalmente el personaje de Ilsa Lund terminaría junto a Rick Blaine o a Víctor Lazslo y él le respondiera que no lo sabía, puesto que el guión no estaba terminado. Es probable que el hecho de que Bergman no tuviera información del desenlace del film mejorara su actuación, pero lo que es seguro es que los hermanos Epstein quisieron inmortalizarlo en su genial guión, demostrando tener una sorna más allá de lo esperado cuando Rick Blaine responde así al personaje de Ilsa Lund, hacia el final de la película: "Sigue siendo una historia sin final".
"Casablanca" tuvo un enorme éxito inmediato, sin duda aumentado al retrasar su estreno intencionadamente un par de semanas, dando tiempo al ejército estadounidense para que entrara en Casablanca y la publicidad tomara repercusión mundial.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Luc
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10
7 de septiembre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En muchas críticas de usuarios se puede leer que una película tiene una bonita fotografía porque está rodada en bellos paisajes. No soy nadie para dar lecciones, pero en el trabajo de cámara importa un comino si la película muestra imágenes de lugares tan bellos como el glaciar de Perito Moreno o el Kilimanjaro. No importa lo que se muestra sino el cómo se muestra. Importa que la fotografía ayude al desarrollo de la trama, al desarrollo de los personajes. La fotografía estuvo a cargo de Robert Krasker que cuando llegaba al lugar de rodaje empezaba a regar como un loco las calles de Viena, para que mojadas y gracias a los potentes focos de luz, se obtuviera un mayor contraste entre tonos blancos y negros. Krasker y Welles quisieron que la fotografía ayudara a transmitir los estados anímicos de Alida Valli, Joseph Cotten y el propio Welles y para ello les fotografiaron casi durante todo el metraje con planos en ángulo holandés. Este plano se obtiene desviando la cámara del eje vertical y horizontal de su posición natural provocando en el espectador una sensación de desequilibrio e intranquilidad. De modo que estos tres actores parece que van a caerse de un momento a otro, como si Krasker quisiera hacer de ellos una Torre de Pisa durante todo el film. Nuestra conclusión no es otra que la de fragilidad en la vida de los tres personajes: Holly Martins porque puede perder a Anna Schmidt, Anna Schmidt porque puede perder a Harry Lime y Harry Lime porque puede perder la vida. Su mundo está siempre a punto de desvanecerse.

El origen del film se debe a una novela de Graham Greene que comenzaba a escribir en una Europa en posguerra. Le leyó algunas líneas a Alexander Korda para conseguir su financiación, a Korda le gustó y lo mandó 3 meses de "vacaciones" a Viena. Greene vio posibilidades en una Viena derruida y acabó entrevistándose con un oficial de la inteligencia militar británica que le habló del laberíntico alcantarillado de la ciudad, lugar que aprovechaban los contrabandistas para delinquir con la penicilina como objeto. La película estaba hecha.
Carol Reed llegó tiempo después a Viena para filmar, pero se sorprendió de la rápida reconstrucción de gran parte de los edificios de Viena, no le debió de resultar una grata sorpresa, pues buscaba exactamente una Viena aún en ruinas. Greene y Reed comenzaron a escribir el guión definitivo o más bien Green escribía y Reed leía el periódico tumbado en el sofá, cuando Greene acababa se iban a la cafetería y Reed se limitaba a decir: "Eso valdrá, pero eso otro no". En uno de esos cafés vieneses encontraron al artífice de la banda sonora, Anton Karas, que tocaba la cítara para obtener propinas de los clientes. Inmediatamente encandiló a Reed que le pidió componer la omnipresente canción "Harry Lime Theme" para la película.
La famosa y fantástica frase pronunciada por Orson Welles o Harry Lime: "Recuerda lo que dijo no sé quién, en Italia en treinta años de dominación de los Borgia, no hubo más que terror, guerras, matanzas, pero surgieron Miguel Ángel, Leonardo Da Vinci y el Renacimiento. En Suiza, por el contrario, tuvieron quinientos años de amor, democracia y paz, y ¿cuál fue el resultado? El reloj de cuco." se debió a Wilfrid Hyde-White que interpretó el papel de Crabbin, actor recordado posteriormente y sobre todo por su papel en "My fair lady".

"El tercer hombre" fue un éxito de crítica y de taquilla debido en gran parte a la implicación de todo el reparto en tareas que, a veces, poco o nada tenían que ver con su cometido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Luc
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6
6 de septiembre de 2017
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Traducciones en español, entrevistas en francés y en italiano, conversaciones en inglés, discursos en portugués, rezos en hebreo o canciones en ruso pueden escucharse a lo largo de la cinta. Para Zweig, en su exilio en Nueva York o Brasil y su paso por Argentina, queda lejos el idioma alemán (salvo por el vecino de Petrópolis) y su Viena natal. Zweig deambula por estos países, deambula desde que abandona Europa, donde no deambulaba, vivía. Aquí y allá viaja con Lotte, su nueva esposa, pero se siente una sombra de lo que fue, un fantasma salido de "El mundo de ayer", su legado literario más personal, su autobiografía.

La película no me parece una gran obra cinematográfica, pero es interesante como excusa para reivindicar la obra literaria de un gran escritor, de la que destacaría la biografía de Fouché (porque salir ileso de los "enragés" revolucionarios para convertirse poco después en ministro napoleónico tiene su gracia) o "Momentos estelares de la Humanidad" donde nos cuenta que una vez Europa y América se unieron a través de un gigantesco cable de cobre aislado y sumergido bajo el Atlántico, sólo para producir diez segundos de conversación telefónica. Epopeya histórica olvidada hasta por un James Cameron de turno.

De la película destacaría una frase clave, pronunciada por el sobrepasado alcalde brasileño, quizás el personaje del que menos podría sospechar Zweig que le iba a radiografiar con más tino sus sentimientos más profundos: "Un hombre sin patria carece de futuro". Y poco más hay que decir.
Luc
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