Ausencia de malicia ha envejecido mal, es algo que no se puede obviar, pero así y todo es un film que refleja bastante bien el arribismo dentro del periodismo, a toda costa y pese a quién pese tal y como se ve en el excelentemente dibujado personaje de Sally Field. En general todos los personajes están muy bien perfilados, no hay duda de que es uno de los mejores guiones de principios de los ochenta por mucho que ya esté desfasado y quizás sea también uno de los productos más eficaces del irregular Pollack. En cuanto al reparto, quizás Sally Field sea la única que no acabe de dar el pego en su personaje, quizás hubiese sido mejor alguien como Kathleen Turner; Newman y sobretodo Melinda Dillon están estupendos. Un buen relato de intriga para pasar una buena tarde de Domingo y donde el mcguffin es lo de menos.

Dead friend ha supuesto para mí un soplo de aire fresco dentro de lo que es el cine de terror asiático, y no por su originalidad, ya que en realidad en Dead friend tenemos el mismo eje argumental que en la mayoría de films de estas características que no es otro que el típico fantasma de mujer con los pelos largos con el agua como eje motor tal y como ocurría en otras producciones de este tipo como Dark water, The ring o Llamada perdida. Lo que la hace diferente es que para empezar es más entretenida, menos confusa (aunque sus últimos 20 minutos hay que mirarlos atentamente para no perder detalle) y bastante mejor dirigida, además de que los actores actuan bastante correctamente. No faltan los sustos y las apariciones fantasmales, y otro punto a su favor es que no es para nada asquerosa en el sentido de que no hay más sangre de la necesaria. La recomiendo a los fans de este tipo de cine.

La primera vez que vi esta película no me gustó nada, incluso le planté un 2. La he vuelto a ver, y como ya dije en mi crítica de Viernes 13 III, estoy sorprendido de lo bien que ha envejecido esta película hasta el límite de subirle mi nota de 2 a un contundente 7. No nos vamos a engañar, hay momentos en la película, sobretodo hacía el final en que la confusión aparece (SPOILER 1) pero en general es un film bastante bien dirigido como la secuencia en la que Amy Steel se encierra en una habitación y va soltando el pomo de la puerta poco a poco y retrocediendo hacía la ventana, o la secuencia de apertura con Adrienne King (SPOILER 2), sin olvidar todo el desenlace (SPOILER 3) o la secuencia de la cama (que años después Bajo Ulloa reinterpretaría en La madre muerta). Recomendable.

El gran Ziegfeld podría haber sido una gran película, pero desgraciadamente por culpa de un guión insuficiente hoy sólo es conocida por haber ganado varios Oscars, lo que es una lastima ya que su primera parte (el film está divido en dos con un interludio que separa ambas partes) se podría definir casi como magistral y es donde se relata el incipiente arribismo de Ziegfeld y su pasión por la belleza y las mujeres y todos los acontemientos que le llevaron hasta crear los Ziegfeld Follies. Es en esta primera mitad donde también aparece el personaje de Luise Rainer recreando a Anna Held (primera amante de Ziegfeld) que dota de gran brío a la historia gracias a su comicidad y a la excelente interpretación de Rainer (premiada con un Oscar a la mejor actriz por mucho que su papel sea de reparto). Es cuando llega la segunda mitad, cuando todo pierde interés, algo debido en cierto modo a la aparición de los interminables números musicales de las Follies que si bien son deslumbrantes, tampoco aportan nada ni hacen que la historia avance, aunque también es cierto que la historia se hunde en el momento en el que desaparece Luise Rainer para dar paso a una simplemente correcta Myrna Loy interpretando a Billie Burke, la primera esposa de Ziegfeld. Quizás lo único interesante de esta segunda mitad sería la aparición de la archifamosa Fanny Brice haciendo de si misma (en 1968 Barbra Streisand saltaría a la fama al protagonizar la biografía de Brice en Funny girl), pero poco más. Por último destacar la excelente interpretación de Frank Morgan como Jack Billings, el eterno rival de Ziegfeld y su único amigo.

No suelo tener problemas con Bergman, todo lo que he visto de él me ha gustado bastante, pero La vergüenza ha supuesto todo lo contrario. En ningún momento he entrado en el film, la frialdad con la que todo está narrado ha acabado poseyéndome a mi también y cuando al final ha llegado el desenlace yo también estaba frío y impertérrito ante lo que había visionado. No sé, quizás se deba a que los personajes de Ullman y von Sydow estén tan poco desarrollados, o que la historia de la guerra acabe por tener poco sentido, el caso es que La vergüenza ha pasado a convertirse en uno de los Bergmans cuyo éxito a nivel crítico se me hace cada vez más extraño.