La idea de vivir en el cuerpo de otra persona mientras esta es únicamente una especie de marioneta, no es nueva. Pero es algo que aquí funciona a la perfección. Más o menos desde la mitad de la película ya sabes que los empleados están hipnotizados; concretamente desde el primer flashazo que recibe la pareja negra de la señora septuagenaria. Sin embargo, te deja en tensión y con la duda de qué pasará con el protagonista hasta el último minuto. ¿Acabará con la muerte de este? ¿Se cargará a todos en venganza como en Django?

Hay un par de cosas que me han dejado mosca, pero que en realidad son minucias: cuando se cae la vela en la cortina y empieza a arder, pensaba que la casa prendería entera, pero nada más lejos. Cambian de escena y se olvidan de ello. Es raro. La otra cosa es la situación de comisaría, cuando los policías no creen al amigo del protragonista. No sé, le falta algo. O más bien sobra la escena entera.

Aún así, la película me ha encantado y la volvería a ver.