Precioso, dulce y nostálgico retrato de una época. Woody Allen consigue que disfrutemos de la película gracias a unos diálogos sublimes y unos personajes maravillosos. Sin embargo, la película da la sensación de ser una introducción de hora y media, pues no hay ninguna trama principal. La película podria durar media hora menos o tres horas más. Da igual, porque lo importante es disfrutar, poner la radio y escuchar lo que la voz en off nos cuente.

Lo mejor: las actrices y la escena de la piscina. Pero tiene una trama que, aunque pretenda ser rompedora, resulta muy muy muy típica. A menos que seas adolescente y no hayas visto jamás películas ambientadas en institutos norteamericanos, la película te resultará aburrida de principio a fin. Chistes fáciles y previsibles, con algunos personajes poco creíbles.

Dangal avanza con un guión que utiliza un topicazo tras otro, no puede tener unos diálogos menos sutiles. De hecho, si la película dura tanto es porque el guión se esfuerza demasiado en querer explicitarlo todo. Por otro lado, estamos ante una propuesta valiente, con una temática necesaria.
A pesar del flojo guión, la película vale la pena. Brilla por sus pegadizas canciones y, sobre todo, por sus realistas combates. Las actrices son unas cracks, hacen que cada combate se disfrute sin necesidad de efectos especiales ni cortes en el montaje. En este aspecto, el filme es una maravilla.
¡Hay que combatir, dangal, dangal!

Esta es la evidente semilla que luego derivó en Spiderman. El ritmo y la caracterización de los personajes es genial, pero el guión es malisimo. Toda la imaginación que encontramos en la puesta en escena, falta en el guión. La primera parte de la película está bien, pero el clímax es tedioso. Infumable, de hecho.