Finalmente se suicida, apartándonos de su otro final biográfico en el que sufrió un atentado que le costó la vida.

En la mano siente un cosquilleo, una hormiga. Descubre una hilera avanzando por la roca en la que se ha sentado, una hilera disciplinada salvo por el ejemplar que trepó hasta su mano: la díscola, la sediciosa.
Observa a las hormigas con atención. Le cuesta trabajo conciliar la amplitud de las vistas desde la cima con ese universo tan estrecho: lo grande y lo pequeño, todo junto, en el mismo plano mental.
Alcanza cierta forma de paz, una revelación. Entonces de improvisto, el robo que cometió en el pasado adquiere todo su sentido. Ahora sabe leerlo.
Comprende que no se llega al blanco apuntando, sino descuidadamente, mediante oscilaciones y rodeos, casi por casualidad.
Ve con claridad que todo conducía a ese momento. Incluso lo que parecía no conducir a ninguna parte.

Pues eso, aquí cabe todo: El malo tiene un pasado incestuoso con su hermana, a la que le parece maravilloso todo y no se arrepiente de nada, pero a medias, porque la que tiene que asumir la culpa es siempre ELLA, y por eso mejor suicidarse.
Y bueno, ese mensaje final de nuestro prota: Si lo olvido no hago daño, si lo olvido no siento la culpa (tremendo), si lo olvido puedo vivir en esta sociedad hipócrita, si lo olvido puedo seguir follando con mi hija, que evidentemente tiene su voluntad anulada porque está hipnotizada, pero sonrío porque anulada y sin voluntad propia está mejor.

La mujer es el motor para la venganza, es la pieza de ajedrez que mueven para pagar el plato roto, como en el caso de la hermana. Y este leitmotiv no es nuevo ni sorprendente.

Pues vamos, yo creo que lo que es desagradable es ese mensaje y no las escenas explícitas de violencia, que tampoco son para tanto.

David (Dustin Hoffman) es un lobo con piel de cordero, me ha parecido muy interesante el desarrollo y metamorfosis de este individuo que es un psicópata de manual con el orgullo masculino herido. Por supuesto nunca está cuando se le necesita de verdad, y es el típico pelmazo al que hay que hacérselo todo y un "bienqueda". El típico ser despreciable que por tener una carrera universitaria se cree en superioridad con respecto al resto, y se puede ver en comentarios jocosos hacia su mujer: "¿Sabes?, no eres tan tonta como piensas"; "Que hicieras la cocina y el baño me sería de gran ayuda." (espectacular gilipollas y magnífico retrato del mismo).

Amy (Susan George) es presentada como la chica joven, mona, risueña, sin ocupaciones y moderna, pero en el fondo es una segundona, un complemento maravilloso para el psicópata. Se aburre en casa porque no tiene motivaciones ni hobbies, todo el día buscando el puto gato y de noche lee un libro para aprender a jugar al ajedrez y así sentirse menos segundona y culpable por ser rubia. Para colmo a ella lo que le gustaría es ser otra persona, ella misma, y empezar a serlo mediante el sexo (porque pocas cosas nos liberan tanto como el sexo, epicentro de nuestro ser) y liarse con el mastodonte gilipollas del pueblo, lo que viene siendo "follar duro, guarro y bien", para luego dejarle. Pero el director ha preferido seguir estancando el desarrollo del personaje y llevarlo hacia la sumisión y el silencio. Ay... nada mejor que el sentimiento de culpa (bien visto ahí) que las mujeres han llevado tanto tiempo callado. Amy al final se convierte en un personaje molesto, la abofetea todo el mundo, y ella solamente llora, grita y se mantiene confundida saliendo de la habitación una y otra vez. Lo que viene siendo una histérica.

La escena de la violación es confusa, juego sucio por parte del director, que a algunos todavía les puede motivar a pensar: "Nena me estás diciendo que no, pero sí con la mirada". (me encanta que alguien pueda ser tan idiota)
Por supuesto el churri no se entera, pero le jode mucho ese "¡Charlie nooo...!" (otra vez el orgullo tocado, y encima en momentos de tensión potente "que estoy to loco". Hija mía, tú te lo has buscado... Si es que...¡Mujer tenías que ser!)

El final es sublime, se pira con el asesino (porque será subnormal pero asfixia a la chica y la mata (la chica es otro cliché: La guarra del pueblo)) y hacen una especie de camaradería, abandonando a su mujer, una huida hacia delante con la testosterona a tope (recordemos que al inicio de la película Amy le dice a David que están en el pueblo porque él necesitaba huir. Es reincidente en cagadas propias).
Es un retrato maravilloso de un lobo con piel de cordero que se va atisbando y desenmascarando conforme avanza la película. Ni siquiera me ha parecido una defensa, ni la motivación real era defender al "sonado" (ojo, que el sonado estaba repudiado en el pueblo por ser agresor sexual), ni defender la casa. Era la defensa del macho, ese macho primitivo y terrorífico que podemos ver en cualquier noticia del telediario en hora punta y que chorrea semen.

Hay que decir que una de las mejores partes es el final, en el que Valentine expone su tesis delante del jurado sobre la obra "El misántropo" de Molière, enlazándolo con las relaciones amorosas y con alguna que otra frase bastante interesante e intelectual en el discurso de defensa sobre los comportamientos estereotipados entre hombres y mujeres. Mientras, "el pasmado" está mirando la ponencia y todo el mundo está un poco histérico, pero finalmente ella sale airosa del examen oral porque llora muy bien (el jurado debió alucinar), y su compañera Céline está al borde del suicidio porque ella se queda en blanco y encima le ha dejado el novio. Dentro de lo que cabe tiene su dosis realista.
Por cierto, Valentine es un 'poquitín racista' porque no le gustaría dar clase a niños africanos de distritos del extrarradio y por eso es tan importante aprobar. Se puede ser ambiciosa sin poner al personaje de racista, pero no pasa nada porque los franceses hablan muy deprisa y eso pasa casi desapercibido, lo juro.