Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de Strhoeimniano
<< 1 10 18 19 20 22 >>
Críticas 110
Críticas ordenadas por utilidad
10
12 de junio de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para entender el impacto de esta taquillera película hay que retrotraerse al cine que se realizaba en la época de su estreno. El modo clásico de narrar, representado por el cine realizado en la década de los 30/40, había sufrido una lenta evolución condicionada por imperativos industriales a lo largo de la década de los 50/60, que permitía ya cerrar esta década con una película que no se podría haber realizado 5 años antes: “2001: una odisea del espacio.” Realmente, todos los avances realizados en campos técnicos, como el de los f/x, permitía añadir nuevas historias a este arte que raras veces se levantaba del ras del suelo para contar historias fantásticas. De hecho, la ciencia ficción, estuvo como género relegado a las series B, en el mejor de los casos, y a las series Z, en el común... Pero en eso llegó “Tiburón” y el cine ya no volvió a ser lo que era. Por un lado la producía un gran estudio (Universal) que ponía todo ese desafío técnico en manos de un joven que más pronto que tarde se convertiría en el “niño prodigio” de Hollywood, y, por último, los efectos especiales tenían tal grado de verismo que aún siguen manteniendo el tipo 38 años después, sobre todo si tenemos en cuenta que son mecánicos, nada que ver con el trampantojo que actualmente tiene esta técnica. Era un cine hecho de luz, nada de bits, y que, literalmente, deslumbraba. Y esa llave la abrió Spìelberg, director que no solo ha triunfado durante todos estos años, sino que quizá sea el que proyecte una mayor influencia sobre el cine que se hace actualmente. Sin las posibilidades que abrió “Tiburón” no existirían los grandes éxitos del cine posterior.
Ahora vamos a la película. Como cualquier obra maestra tiene varias lecturas. En si, buena parte de la neurosis política de aquel momento está presente en este film. No hay que olvidar que el Watergate se había producido recientemente (en 1972; aunque Nixon dimite hasta el 1974); de ahí ese retrato feroz que tienen los políticos en esta historia, que es como si ilustrarán el fin de la decencia que sacudía a la sociedad norteamericana. Por esa razón, también está presente la psicología que sacudía a la sociedad norteamericana de ese momento: Perseguir al enemigo hasta darle muerte. De hecho, si podemos resumir “Tiburón” en una sola acción, podríamos decir que es una película sobre un ser gigantesco que se come a cosas más chiquitas y no se quiere ir. Qué metafórico todo respecto a nuestro presente, ¿verdad? Pues todo está en “Tiburón.”
La grandeza de esta película comienza en la producción. Dick Zanuck y David Brown son los responsables de que este gran clásico viera la luz. Ellos compraron los derechos de autor antes de que la novela saliera a la venta; aunque posteriormente declararían que de haber leído una segunda vez la novela, no la comprarían, pues en ese momento se harían conscientes de las grandes dificultades de producción que tenía llevar a la pantalla una película como esta. El guión está escrito por Carl Gottlieb que realizó una adaptación maravillosa, quitando la densidad que tenía la novela para centrarse en una trama más lineal. Una trama que desde la primera secuencia nos engancha y ya no nos soltará más en esa espiral de acción y suspense que es “Tiburón.”
Que Spielberg fuera el elegido para llevar este imposible a la pantalla es hasta cierto punto lógico. El joven director de aquel tiempo ya había deslumbrado a la crítica (sobre todo europea) y al público con la magistral “Duel.” Ambas películas son historias muy similares; solo que en vez de una carretera desértica, “Tiburón” se desarrolla en un mar profundo, lleno de amenazas.
Qué decir de la dirección de Spierlberg. Es una dirección precisa, inspirada. Por ejemplo: el inicio de la película. Con la producción que hay ahora seguramente asistiríamos a un ataque espectacular del tiburón (en 3D y con las mandíbulas afiladas y sangrientas), sin embargo, Steven toma una acción más arriesgada: no mostrar el tiburón. Para eso nos muestra el mar, un mar como cualquiera en el que nos hayamos bañado y de ahí nuestra identificación absoluta con lo que nos está mostrando, y acompañamos a espléndida joven en su baño nocturno en ese mar en calma de un azul profundo, casi negro. Y es mostrando las consecuencias cuando nuestra imaginación se poner a trabajar e imagina el monstruo que ha hecho eso. Las secuencias de los ataques son sencillamente prodigiosas. Magníficamente rodadas, ingeniosas y planificadas y planificadas (obtuvo un merecido Óscar al montaje, obra de Verna Fields), como la del ataque en la playa que está montada sobre las interrupciones de la gente pasando por delante del objetivo hasta su final sangriento.
Desde el principio entendieron los productores que teniendo una estrella como tenían (el tiburón) no era necesario un gran reparto de estrellas. Empecemos por la que, en mi opinión, mejor está: Robert Shaw. Pese a la composición prodigiosa que realiza, no estuvo nominado para el Óscar; pero es una delicia ver los distintos tipos de actuaciones que hay en esta película. Si recordamos la secuencia en la que se narra el naufragio de un carguero atacado por tiburones, veréis a lo que me refiero. Mientras Shaw literalmente “compone” el personaje (sus ademanes, sus expresiones son bruscas, busca un tono que no abandona en ningún moento), un jovencísimo Dreyfuss realiza una interpretación más fresca, como si la vomitara. Pero lo cierto es que en esta película todo el reparto está genial.
Capítulo aparte merece la banda sonora de John Williams. Escuchar sus notas y acojonarte, es todo uno. Mayor piropo que este no se me ocurre.
En resumen: uina obra maestra de principio a fin. Dos horas de terror, acción y suspense difíciles de superar.
Strhoeimniano
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Kuchu
Documental
Estados Unidos2012
7,6
94
Documental
10
6 de junio de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sobrecogedor y espeluznante documental de la periodista Katherine F. Wright y la cineasta Malika Zouhali-Worral que muestra la desesperada situación de la comunidad gay y lesbiana en Uganda, uno de los infiernos de odio e intolerancia en el continente africano. El título hace referencia al nombre en jerga que se les da a los homosexuales en este “cristiano” país. La justificación para realizarlo es la amenaza de una nueva “ley contra la homosexualidad” que establece penas de prisión e ¡¡incluso de muerte!! para estas personas, con una avenencia total por parte del resto de la sociedad, y una complicidad radical por parte de las autoridades religiosas y políticas, auténticas engendradoras de este odio, que completan unos medios de comunicación rendidos a esa orgía de rencores. A partir de esta excusa, la cámara de estas cineastas nos sumerge en los momentos previos a esta aprobación siguiendo la LUCHA (y esto hay que ponerlo en mayúsculas, pues la situación no puede ser más bélica para este colectivo) de unos cuantos líderes locales que intentan frenar esta flagrante violación contra los derechos humanos.
Lo primero que puedo decir de este documental es lo incómodo que resulta de ver. La razón es la honestidad con que las cámaras de estas cineastas retratan ambas orillas. Por una parte, nos presenta a una serie de líderes locales que nos contarán no solo su historia (trágica siempre), sino también ese presente por el que luchan para conjugar un futuro mejor; a la vez que también pasan por el objetivo toda esa grey de líderes religiosos, políticos y mediáticos que vomitarán su ODIO sin ninguna clase de escrúpulos. Lo bueno de este acercamiento es que lo realizan sin tener un propósito definido, sino dejándose ir por ese presente violento que los va llevando y que llegará a alterar incluso la realización del propio documental. El documental se centra fundamentalmente en la figura de David Kato, seropositivo y la primera persona en Uganda en reconocer públicamente su homosexualidad y decidir luchar por la dignidad de este colectivo, pues como muy bien dice: “Si nos seguimos escondiendo, dirán que no estamos aquí”. Su historia, a nuestros ojos occidentales, no puede ser más dramática, pero es una cuenta más en ese rosario de atrocidades al que se ve sometida la población homosexual en un país que es copartícipe de esta barbarie. Así, tenemos también la historia Naome, una lesbiana activista, que nos contará con toda crudeza cómo fue su despertar sexual y como fue sometida repetidas veces a una “violación terapéutica,” con consentimiento familiar incluido, con el ánimo de apartar de su cuerpo la orientación sexual que sentía. Cuando escuchas sus testimonios y ves su presente, el sentimiento que nace en ti es de una admiración profunda por estos héroes que, sin que la justicia haya reparado sus heridas, se levantan cada día entre amenazas para continuar con una misión que harán que sean referentes, a nivel mundial, en su lucha por los derechos humanos.
Desde esa honestidad de la que hablaba antes, el documental también cede su espacio a la “otra parte.” Todos/as sabemos que la homofobia existe, pero la que asoma por este documental no contiene esa sutilidad tan presente en Occidente, por lo que cada secuencia, cada testimonio, llega a ti con la violencia incolume, sin ningún tipo de autocensura por parte de sus protagonistas, y es recibida como un golpe que te deja ko. Y claro: lo que ves, te asombra. Recuerdo que cuando vi este documental no dejaba de pensar: “¡Esto es increíble! ¡No puede ser! ¿Cómo puede existir gente que opine y actúe así…?” Pero así es. Ahí están: desde líderes religiosos (confirmando en este documental la complicidad y culpa tanto de la Iglesia católica como anglicana en esta persecución y eliminación, ya que esta agresión no existía en África), políticos (alucinante el testimonio del responsable de esta nueva ley), y hasta mediáticos, pues en Uganda se pública “Rolling Stone,” un “periódico” que día a día llevará (delatará) a portada a personas acusándolas de ser homosexuales y pidiendo que las cuelguen. Este testimonio es particularmente aterrador, pues no sólo llegan a publicar sus nombres y fotografías, sino que también dan sus domicilios o los acusan (por supuesto sin ningún tipo de prueba) de estar detrás de un repugnante atentado de Al Qaeda.
Lo hermoso de este documental es que sobre toda esa atrocidad que muestra, hay una energía maravillosa que sobrevuela ese horror en una apuesta decidida por la vida. Así, hay momentos que sólo pueden ser calificados de bellos: las secuencias de David Kato con su madre, o apoyando a otras activistas; las pequeñas celebraciones realizadas en la clandestinidad, la dignidad que se impone a golpe de sentencia contra la publicación “Rolling Stone”; incluso toda la secuencia del entierro, pese al escándalo que supone la intromisión de los “salvadores” del alma que los siguen persiguiendo hasta después de muertos, es un espléndido himno a la dignidad y la lucha.
En resumen, una película sensible y sensibilizadora, que nos presenta a un HÉROE que no tenemos que inventar porque existió; sino lo crees, mira “Kuchu,” una obra necesaria que termina siendo, nada más y tampoco nada menos, que una obra maestra.
Strhoeimniano
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9
26 de mayo de 2005
16 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, ya sé que ni uno de sus fotogramas tiene ni un ápice de realismo; la historia bobalicona; sus interpretes, agradables pero no maravillosos... ¿Pero alguno/a perdonaría que no ocurriera lo que deseamos que ocurra desde que la película comienza? Supongo que si eso ocurriera, no estaríamos hablando de este taquillazo ni seguiría arrasando 15 años después todos los shares televisivos. Pero “Pretty Woman” es esa película que queremos ver, con un guión que pese a su artificialidad y tono de cuento de hadas, está perfectamente dibujado precisamente por su patente superficialidad. Si alguien pretendía ver una película que mostrase lo que es la prostitución, que no la busque aquí. Como dicen al final de la película: ¡Esto es Hollywood! Todos los talentos escapistas están ahí... El capital manda y hasta puede rescatar a una puta tan maravillosa como Julia Roberts. Pygmalion y la Cenicienta se ponen de acuerdo en esta historia que es preciosa por lo tonta que es.
Strhoeimniano
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9
16 de septiembre de 2005
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El riesgo de participar en una película de episodios es que el resultado final se va a comparar con las acompañantes, hecho que no ocurriría en una obra independiente. Asumido este riesgo, tres de los mejores directores norteamericanos vivos esbozan sus particulares creaciones teniendo como fondo la más que reconocible y entrañable ciudad de N.Y.
“Historias de N.Y” es una película con dos pequeñas obras maestras y un despropósito. Sin duda, en la cima de esta pirámide hay que situar la obra de Scorsese. “Apuntes al natural” es una pequeña joya que concentra todo el brío del autor. La historia narra la relación amorosa entre una estudiante de arte (R.Arquette) y un pintor genial (N.Nolte), pero miserable como persona. Como todos los personajes de Scorsese, éstos están en permanente desequilibrio emocional. Lo hermoso de este film es que muestra la creación y la destrucción como procesos paralelos. Hay una secuencia espeluznante que sólo por ella merece la pena ver esta película. R. Arquette, tras una pelea, baja dispuesta a seguir con la gresca pero se encuentra a Nolte en pleno trance creativo. Los primeros planos de Arquette son maravillosos y traducen todo lo que le pasa por la mente: primero, la admiración; poco después, la crueldad de saber que ella “nunca podrá hacer eso”. Es el desencanto del amor, pero también de su pasión como artista. La fotografía es uno de los últimos trabajos del gran N.Almendros.
“Edipo reprimido” es una muestra del mejor Allen, de ese que como en “La Rosa Púrpura del Cairo”, coge una historia irreal y la convierte en un momento delicioso, de comedia disparatada, pero inteligente e incluso creíble. La historia es una pesadilla de amor, pues nada más y nada menos que desaparecerá la madre por un truco de ilusionista y aparecerá en el cielo de N.Y. narrando con amor maternal esos pequeños detalles íntimos que uno se pasa la vida queriendo sepultar. “Edipo reprimido” es un Allen concentrado, que goza de la oportunidad de dar en esa dosis todo su universo particular y elevar la paranoia a la línea del cielo de N.Y. Una delicia.
“Vida sin Zoe” es fiel al título (Zoe, en griego, significa vida). Es una historia hueca, escrita en familia entre el director y su hija antes de que le llegase la sabiduría que demostró en “Las vírgenes suicidas” y “Lost in traslation”; si eso es perdonable (el amor se somete a pruebas como esta),cuesta ver la mano de Coppola en la realización vaga, poco inspirada y que de algún modo anuncia los “patinazos” que tras la realización de “Drácula” llevaría la carrera de este magnífico autor. Ni los actores (y eso que está Talia Shire), están a la altura, eso que lo acompañan en esta fallida aventura sus habituales: V.Sotoraro, Carmine Coppola, Barry Malkin; pero ni con esas. Puede que toda esta afirmación sea debido a las obras que la acompañan; ese es el riesgo.
Aún así compensa ver este recital de tres autores imprescindibles para amar el cine.
Strhoeimniano
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
10
3 de mayo de 2013
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda, uno de los westerns más insólitos de toda la historia del cine. Para apreciar esta cualidad, conviene recordar el papel jugado por las mujeres en este género cien por cien masculino. Quitando ese factor de equilibrio que tienen habitualmente en este género tan netamente americano, lo usual era que las mujeres caminaran entre el rol de víctima indefensa o el de ser la recompensa final de todos los esfuerzos realizados por el héroe; fuera de estos dos extremos (las “chicas buenas” y las “chicas malas”): la nada. Sin embargo, “Johnny Guitar” siendo fiel a la liturgia de este género (cuántas veces hemos visto en el cine el enfrentamiento entre ganaderos y los nuevos colonos que se asientan en el territorio), lo trastoca hasta sus cimientos para darnos una obra no sólo de una singular belleza (la fotografía del gran Harry Stradling Sr. es sencillamente prodigiosa, con ese “True Color” que hace que los colores luzcan en su máxima expresión y dotados de un lirismo muy vehemente con lo que está narrando), sino uno de los pocos westerns de “mujeres” que se ha realizado, o afinando un poco más: uno de los pocos westerns feministas que se han realizado. Al contrario que en otros géneros, las “chicas malas” en el western eran esencialmente perversas. En “Johnny Guitar” esta “perversidad” presenta unos cuantos giros novedosos: primero, a ese delito en común que tienen todas las mujeres en el western con el afán de ser independientes, aquí se da un paso más: Vienna (J. Crawford) no solo goza de esa independencia, sino que se siente orgullosa de cómo la ha conseguido (no oculta su pasado de prostituta: “No me avergüenzan los medios que he empleado para ello. Lo importante es que lo tengo,” le confiesa a S. Hayden en la romántica y desgarradora secuencia nocturna de su encuentro), y llega más lejos al superar la dependencia sentimental contratando a su antiguo amante (S. Hayden), y asumiendo un rol masculino a la hora de enfrentarse a la violencia. Un ejemplo de esto es la primera vez que vemos a Joan Crawford. Su vestuario (Magnífico la labor de Sheila O'Brien que realiza un vestuario “irreal”, pero maravillosamente cinematográfico, que nos habla no sólo de cómo se siente el personaje sino también de la evolución que va teniendo, p. ej.: el vestuario de J. Crawford sufre una cierta “feminización” hasta llegar al culmen con ese deslumbrante vestido blanco que se pondrá la noche del linchamiento, aumentando su aura de “víctima”, para volver a enfundarse de vaquera y enfrentarse al emocionante duelo final), todo de un negro estilizado, le da una apariencia letal. Y ahí radica otra de esas cargas de profundidad que tiene esta película de N. Ray: el motor de la historia no pasa por la decisión que toman los hombres, aquí auténticos secuandarios (incluido, S. Hayden que está a las órdenes de Vienna), sino por el control que toman las mujeres. Esto obliga a hablar de Mercedes McCambridge, que interpreta aquí a la antagonista de Vienna: Emma Small, una mujer reprimida e intolerante, que aguijoneada por sus perjuicios y complejos desata una espiral de violencia orgiástica. La interpretación de ambas roza el Olimpo. La tenacidad, el odio, el amor, los celos, la venganza, todas las emociones pasan por el rostro de estas mujeres, y todo lo puedes “mascar” de lo literalmente increíbles que están; pero no sólo ellas. Aparte de S. Hayden, tenemos un reparto espectacular, por el que se pasean desde el siempre inevitable y mágnifico J. Carradine, a E. Borgnine o Ward Bond. ¿Y qué decir del guión? Algunos de sus diálogos los tenemos grabados para siempre, aparte del mérito de Philip Yordan al integrar la historia de amor entre Guitar y Vienna, una historia tan llena de sombras (nunca sabemos del todo qué paso), como encendida de pasiones.
Tengo tal pasión por esta película que bauticé a mi hija con el nombre de Vienna. Es que “Johnny Guitar” es mucho. Una obra maestra. Una pasión hecha cine.
Strhoeimniano
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 10 18 19 20 22 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow