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Críticas de Ziryab
17 de octubre de 2009
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé ni me importa si la última película de Woody Allen es una obra menor, como leo por algún lado. Obra menor…, qué tontería. Se ha hecho tan recurrente en los últimos años lo de emplear el término de “obra menor” para definir el cine de Woody Allen por contraposición al de Woody Allen que me parece ridículo. Si la cosa funciona qué más da..., y funciona, ¡vaya si funciona!
“Si la cosa funciona” es verborrea diarreica ocurrente y quisquillosa típicamente woodyallenesca, con todos sus tics y todas sus manías, desde el conformismo de media sonrisa (“El amor romántico de la juventud acaba convirtiéndose al final en si la cosa funciona…”) a la mala leche con punta (“Trataba de compensar con mucho ego el superego que le faltaba”) o la hipocondría irredimible (“Te dije que el médico no me ha encontrado la úlcera, no que no la tenga”). Y a mí, no puedo evitarlo, la verborrea diarreica de Allen me encanta. Probablemente no soy objetivo. Lo sé. Y no me importa. Estoy dispuesto a admitir que hace tiempo que decidí dejar de sorprenderme ante la capacidad de Woody Allen para sorprenderme en cada película. Y además, ¡qué carajo!, esta película, además de verborreica y divertida, es redonda. Y tiene cuerpo. Bastante más cuerpo de lo que parece.
Así que, si esto es una obra menor, que viva el cine de obras menores como ésta…
Una curiosidad: observo que la banda sonora no opta esta vez ni por el jazz ni por la música clásica, sino que combina con atino las dos opciones. El resultado no puede ser más acertado.
Otra curiosidad: Larry David está perfecto, pero ¿por qué él para este papel si se trata del personaje que viene como anillo al dedo interpretar al propio Woody Allen¿ Y aún así, ¿acaso se echa de menos a Woody Allen ante la cámara? Otro acierto del maestro.
“Si la cosa funciona” es verborrea diarreica ocurrente y quisquillosa típicamente woodyallenesca, con todos sus tics y todas sus manías, desde el conformismo de media sonrisa (“El amor romántico de la juventud acaba convirtiéndose al final en si la cosa funciona…”) a la mala leche con punta (“Trataba de compensar con mucho ego el superego que le faltaba”) o la hipocondría irredimible (“Te dije que el médico no me ha encontrado la úlcera, no que no la tenga”). Y a mí, no puedo evitarlo, la verborrea diarreica de Allen me encanta. Probablemente no soy objetivo. Lo sé. Y no me importa. Estoy dispuesto a admitir que hace tiempo que decidí dejar de sorprenderme ante la capacidad de Woody Allen para sorprenderme en cada película. Y además, ¡qué carajo!, esta película, además de verborreica y divertida, es redonda. Y tiene cuerpo. Bastante más cuerpo de lo que parece.
Así que, si esto es una obra menor, que viva el cine de obras menores como ésta…
Una curiosidad: observo que la banda sonora no opta esta vez ni por el jazz ni por la música clásica, sino que combina con atino las dos opciones. El resultado no puede ser más acertado.
Otra curiosidad: Larry David está perfecto, pero ¿por qué él para este papel si se trata del personaje que viene como anillo al dedo interpretar al propio Woody Allen¿ Y aún así, ¿acaso se echa de menos a Woody Allen ante la cámara? Otro acierto del maestro.
10 de octubre de 2009
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca he sido fan de Tarantino, pero tampoco he dejado nunca de reconocer las virtudes que tiene su forma gamberra, fresca, ágil, ingeniosa y, sobre todo, ecléctica de hacer cine…, quizá poco original pero brillantemente ecléctica…, o qué sé yo, igual en su su eclecticismo está su originalidad.
Bueno, a lo que iba: que no contándome yo entre sus seguidores entregados, esta “Malditos bastardos” se me antoja su mejor película hasta ahora, tras “Pulp fiction”. Leo por aquí que no puede tomarse en serio, y que se dice esto de ella como si fuera un hándicap… Precisamente el hándicap, en mi opinión, es tomarse en serio a Tarantino; y cuando él mismo se ha querido dar trascendencia, cuando se nos ha vendido a un Tarantino serio y maduro, cual pasó con “Kill Bill”, salió un engendro tan hueco que yo sigo esperando a que alguien me haga entender su genio. “Kill Bill” era una tontería solemne queriéndose hacer pasar por seria; esta “Malditos bastaros” es una tontería solemne no queriéndose ser otra cosa que eso. Y entre una cosa y la otra, me quedo de calle con la otra.
La última película de Tarantino es más que nunca puro cine, esto es, espectáculo por los cuatro costados de la pantalla de luz…, y diversión, diversión sin cortapisas. ¿Que el cine puede ser otra cosa? Evidentemente. Pero el fuerte de Tarantino es ése. Y cuando lo aborda sin complejos, como es el caso, no le queda a uno más remedio que quitarse el sombrero.
Y además, ¿el cine no es una máquina de sueños? Pues eso ha hecho Tarantino más que nunca esta vez: soñar.
Bueno, a lo que iba: que no contándome yo entre sus seguidores entregados, esta “Malditos bastardos” se me antoja su mejor película hasta ahora, tras “Pulp fiction”. Leo por aquí que no puede tomarse en serio, y que se dice esto de ella como si fuera un hándicap… Precisamente el hándicap, en mi opinión, es tomarse en serio a Tarantino; y cuando él mismo se ha querido dar trascendencia, cuando se nos ha vendido a un Tarantino serio y maduro, cual pasó con “Kill Bill”, salió un engendro tan hueco que yo sigo esperando a que alguien me haga entender su genio. “Kill Bill” era una tontería solemne queriéndose hacer pasar por seria; esta “Malditos bastaros” es una tontería solemne no queriéndose ser otra cosa que eso. Y entre una cosa y la otra, me quedo de calle con la otra.
La última película de Tarantino es más que nunca puro cine, esto es, espectáculo por los cuatro costados de la pantalla de luz…, y diversión, diversión sin cortapisas. ¿Que el cine puede ser otra cosa? Evidentemente. Pero el fuerte de Tarantino es ése. Y cuando lo aborda sin complejos, como es el caso, no le queda a uno más remedio que quitarse el sombrero.
Y además, ¿el cine no es una máquina de sueños? Pues eso ha hecho Tarantino más que nunca esta vez: soñar.
Bob Marley: One Love
15 de marzo de 2009
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor de "El luchador" es, para mí, comprobar que Darren Aronofsky también es capaz de hacer una película clásica y convencional sin perder el sello de calidad que le viene caracterizando con ese otro cine suyo rompedor y visionario.
“El luchador” no tiene nada de particular, no presenta novedades formales ni nos cuenta nada nuevo. De perdedores irredentos está la historia del Cine llena. Pero al margen de eso, la película está narrada con extraordinario pulso narrativo, con una humanidad aplastante y con delicada sensibilidad hacia sus maltrechos personajes, especialmente hacia ese Randy The Ram impotente frente a su incapacidad para redimirse.
Es cierto que el final se hace previsible, pero no lo es menos que huye de las concesiones en que hubiera caído una simple película comercial echa para la galería menos exigente, lo que en definitiva rubrica la integridad creadora de Aronofsky, mantiene inquebrantable el compromiso con sus principios y conserva –insisto– el sello de calidad que hasta ahora viene caracterizando su cine.
De alguna forma, y salvando las diferencias, creo que “El luchador” es a Aronofsky lo que “Una historia verdadera” a David Lynch, si bien tengo que admitir que la película de Lynch es, para mí, una joya que se cuenta entre lo mejor de su autor, mientras la de Aronofsky no es para tanto.
“El luchador” no tiene nada de particular, no presenta novedades formales ni nos cuenta nada nuevo. De perdedores irredentos está la historia del Cine llena. Pero al margen de eso, la película está narrada con extraordinario pulso narrativo, con una humanidad aplastante y con delicada sensibilidad hacia sus maltrechos personajes, especialmente hacia ese Randy The Ram impotente frente a su incapacidad para redimirse.
Es cierto que el final se hace previsible, pero no lo es menos que huye de las concesiones en que hubiera caído una simple película comercial echa para la galería menos exigente, lo que en definitiva rubrica la integridad creadora de Aronofsky, mantiene inquebrantable el compromiso con sus principios y conserva –insisto– el sello de calidad que hasta ahora viene caracterizando su cine.
De alguna forma, y salvando las diferencias, creo que “El luchador” es a Aronofsky lo que “Una historia verdadera” a David Lynch, si bien tengo que admitir que la película de Lynch es, para mí, una joya que se cuenta entre lo mejor de su autor, mientras la de Aronofsky no es para tanto.
19 de diciembre de 2008
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues eso. Inconmensurable. No se me ocurre otra cosa.
Me ha dejado realmente emocionado esta película, con una clase de emoción que no sentía en el cine desde que vi “Una historia verdadera”, en la que inevitablemente pensé cuando empecé a hacer la disgestión de la película de Penn. Ya “elintenso” ha hecho referencia a la película de Lynch, y francamente me ha llamado la atención comprobar que no he sido el único que se ha acordado de ella tras ver “Hacia rutas salvajes”. De algún modo, la película de Lynch es más pura, más limpia, menos pretenciosa, en tanto ésta tiene una mayor intención trascendente. Pero me da igual. El planteamiento es tan honesto, tan consecuente y tan coherente en su final que, a mi modo de ver, Penn cuaja una obra maestra tan redonda como la de David Lynch.
Me ha dejado realmente emocionado esta película, con una clase de emoción que no sentía en el cine desde que vi “Una historia verdadera”, en la que inevitablemente pensé cuando empecé a hacer la disgestión de la película de Penn. Ya “elintenso” ha hecho referencia a la película de Lynch, y francamente me ha llamado la atención comprobar que no he sido el único que se ha acordado de ella tras ver “Hacia rutas salvajes”. De algún modo, la película de Lynch es más pura, más limpia, menos pretenciosa, en tanto ésta tiene una mayor intención trascendente. Pero me da igual. El planteamiento es tan honesto, tan consecuente y tan coherente en su final que, a mi modo de ver, Penn cuaja una obra maestra tan redonda como la de David Lynch.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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18 de febrero de 2014
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin esperar gran cosa de esta película, esperaba algo más. Sobre todo no esperaba una historia tan estúpida ni un mensaje tan reprobable. Gracia Querejeta ha hecho cosas muy interesantes, e incluso muy buenas, como para firmar algo así. La historia deja a uno perplejo. El tratamiento dado a los personajes es frustrante. Los personajes no evolucionan, sólo cambian de actitud de pronto y de forma contraria a como se nos han dibujado. Las relaciones entre ellos tampoco evolucionan. De hecho no se establecen relaciones…, es todo un pastiche de escenas sin trabazón… Y se supone que una película sobre relaciones humanas, familiares por ser más exactos, debiera profundizar mejor en ello. La única relación bien trabada es la que establece el protagonista con la joven peluquera, que nos da la clave del (posible) secreto mejor guardado de la película, del que, por cierto, nada he leído por aquí… Me lo habré inventado...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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