Un enigmático escritor llamado Fred Worth nos es presentado como el autor de la historia que veremos convertida en mediometraje. Desde la editorial le envían una carta pidiéndole que incluya en sus historia a un protagonista mucho más realistas, porque eso de héroes perfectos ya nadie se lo cree.
Ahí lo dejo para el que crea que lo de los personajes realistas y los antihéroes es una tendencia actual.
El escritor se queda observando un cuadro con personajes que de pronto cobran vida, con lo que inicia la película.

Pero lo cierto es que, si Ford quería enseñarnos cómo se construye un personaje ordinario "tan malo como bueno", la verdad es que no le salió muy bien.
Ya tuvimos ese personaje en Straight Shooting; un asesino a sueldo que si bien va decidido a cumplir su cometido se dobla ante una conmovedora escena de una familia llorando ante una tumba.
Este nuevo personaje es mucho menos que el anterior. Es un simple tahúr pendenciero, bribón y borrachín. Luego se revela como un licencioso al cortejar a una bailarina de una forma muy bruta. Hasta ahí. Y sí que no es precisamente la clase de persona con la que yo haría amistad. Pero definitivamente ese personaje no está rompiendo ningún paradigma. Al final resulta ser astuto, valiente y hasta romántico. Creo que si buscáramos más ejemplos en otras películas de la época, los encontraríamos. Creo.

La historia me parece tan básica como las anteriores. Un romance sazonado con un humor que funciona muy bien. Eso si, no hay tanta acción como las anteriores
En el plano técnico la ejecución tampoco aporta nada nuevo. Pero con todo, sigue siendo magistral.

Mientras que en Straight Shooting tenemos un Western puro y duro, aquí tenemos un drama romántico que se desarrolla en su primera parte en una finca y la segunda en la ciudad de Nueva York. No hay duelos con arma ni tiroteos pero, al igual que la anterior, está llena de trepidante aventura y momentos emotivos.

El tono romántico está mucho más marcado, centrándose toda la historia en la pareja protagonista; lo mismo que el tono humorístico. Pese a que la historia no es tan cruenta, si que tiene su lado doloroso. Pero Ford, que no es muy amigo de los melodramas, hasta donde he visto, suaviza la historia con varios momentos cómicos que funcionan muy bien. No sé que tan trillado pudiera haber sido en esa época ese argumento de un cowboy que se va a la moderna ciudad a buscar a su amada. Pero como haya sido, no le falta originalidad. Una versión más extendida que incluyera más aventuras del vaquero me habría gustado mucho.

Al ser un simple drama amoroso con muchos momentos inverosímiles (sobre todo en el clímax) se le podría objetar cierta falta de seriedad. Pero Ford tiene una larga carrera por delante y es capaz de abordar muchos temas desde distintos puntos.
Esta película y la anterior hacen una muy buena carta de presentación al joven prometedor cineasta.

Y yo que pensaba que era Sergio Leone el primero que había utilizado en el western el efecto de los primerísimos primeros planos. Admito que no soy muy fan de ese género y que he visto poquísimos westerns del periodo clásico. Pero al menos con esta película descubrí que el señor Ford ya era consiente del efecto dramático que producía encuadrar el rostro de dos contrincantes y transmitirnos el efecto de lo que siente un hombre al mirar fijamente a su oponente con el que deberá batirse hasta la muerte.
Hasta la fecha son diez las películas que he visto de este gran director. Un día me propuse a verlas todas desde el comienzo. Y con esta empiezo mi maratón.
Ya desde el inicio, Ford nos deja claro el buen sentido de la estética que tiene para escoger los mejores planos y su especial habilidad para incorporar efectivamente a los personajes en un entorno natural.
A esta obra no le falta nada; ni momentos dramáticos, ni tensos o de mucha acción.
Si bien, no hay duda de que el montaje final debió estar muy influenciado por el estilo de Griffith, Ford lo lleva un paso más allá acercándonos mucho más a la acción con una amplia variedad de encuadres desde distintos ángulos. Numerosos objetos que estallan al contacto con las balas acrecientan la sensación de peligro inminente.
Por el lado del guion nada que objetarle. Una historia simple y efectiva que una hora nos dice todo cuanto había que decir.
Con esta película, John Ford empieza su carrera con el pie derecho demostrando desde el principio que había nacido para ser cineasta.

Viendo en la Wikipedia la filmografía de este controvertido director, aparece que, sólo en el año 1911, es el responsable de la dirección de cerca de 100 títulos, muchos de ellos, seguramente perdidos. Los cuatro años anteriores dirigió una cantidad igual de considerable.
Los cortometrajes eran la norma en esos años, seguramente por las limitaciones técnicas de la filmación. Así pues y siendo aun el cine, poco más que un interesante espectáculo, los cineastas ofrecían a las audiencias historias dramáticas simples con un ligero toque aleccionador, cuando no eran comedias o fantásticas.
Tal es el caso de este cortometraje del maestro Griffith.
Lo que resulta curioso en esta obra es la representación de "los invasores de la noche".
Digo curioso porque cuatro años después, el mismo director los presenta como los salvadores del sur ante los cambios políticos y sociales posteriores a la guerra de secesión, que no les iban a ser favorables.
[Sigue en la zona spoiler]...

...[Continúa]
La trama se siente bastante forzada.
Es un mero pretexto para que la chica pueda ver mejor los defectos y virtudes de sus dos aspirantes y entonces decidirse por el alfa.
En otro contexto hubiese resultado más creíble.
Con todo, es una historia fresca y sencilla que entretiene durante sus 15 minutos de duración.

Moraleja de la historia: Aunque te sientas viejo, podrás seducir a una chica mucho más joven que tú demostrando que tienes los pantalones bien puestos.

Tengo un problema con las comedias. Mejor dicho, con ciertas comedias; es que no me provocan risa. Digo yo que es un problema pues para eso son precisamente.
No es siempre. Paso buenos ratos viendo comedias físicas del periodo mudo. También las screwball me sacan frecuentes carcajadas. Y sobre todo el humor absurdo, que desde chico me ha dejado varias veces sin aire.
Pero cuando el humor se vuelve mucho más sutil e intelectual me quedo indiferente ante situaciones evidentemente hilarantes.
Pienso que es también un asunto cultural. En cada país tienen su forma particular de entender el humor. A veces no lo capto. Me pasa con las comedias europeas; sobre todo las francesas e italianas. Es difícil que me hagan sonreír siquiera. Con las comedias de habla inglesa ya es otra cosa. Puede que para hacer efectiva la risa haya que tener cierta predisposición.

Beyond Therapy es una de las últimas películas que me faltaba ver del maestro Altman, uno de mis directores más apreciados. Estaba pues, avisado.

Altman no recurre a los recursos cinematográficos típicos de estos géneros, como el de poner una musiquilla amena que nos predispone a las situaciones más divertidas. Filma esta comedia de la mismo forma que filmaría uno de sus dramas o un thriller. Se advierte el tono únicamente por los diálogos y la actuación que, al más puro estilo del cineasta, es atropellada y confusa. Además le inyecta su impronta surrealista en casi todas las escenas, con lo es difícil saber si una situación es parte de la diégesis o se trata de un delirio mental del autor.

Los actores hacen un buen trabajo con los variopintos personajes. Prudence tiene algo de neurótica. Bruce es impetuoso. El Bob de Christopher Guest me parece el personaje más interesante de todos; un adulto emocionalmente inestable con un expresión permanente de indignación por ver a su compañero en amoríos con una mujer. Si bien hay que decir que su comportamiento es de los más comunes entre personas con ese estilo de vida.

Altman maneja el tema de las terapias y los psicoterapéutas con el formato irónico que lo caracteriza. Estas son las partes que nunca logro entender. Desde luego que se percibe la burla mordaz hacia los facultativos de la salud mental, mostrándonos a uno que le anda haciendo la corte a una de sus pacientes mientras "realiza la terapia" y que además no supera que se burlen de sus deficiencias como amante. La otra parece tanto o más inestable que sus pacientes, perdiéndose con frecuencia en sus propias divagaciones.
Por lo demás, no sabía por donde agarrarlo.
Me pasó lo mismo con M*A*S*H*. Mi cara era la misma que cuando veo terror.
No es que Altman no haga gracia. El problema definitivamente soy yo.
Quizás no tengo suficiente mundo como para captar todas las sutilezas de los mensajes. O tal vez es, simplemente, que no soy de reírme de esas cosas. Pero póngame a Leslie Nielsen a hacer sus payasadas a ver si no estallo en risas.

Beyond Therapy me perece, después de todo, una buena película. Si que tengo la impresión de que le falta algo. No sé que sea. Es, a mi juicio, igual de cómica que M*A*S*H*, con lo que, al menos en eso, están a la par. Tiene actores que se lucen y una puesta en escena respetable. Quizás la trama es demasiado convencional. Quizás el guionista se fue por el camino fácil. Quizás tiene poco de innovadora. Pero lo cierto es que tiene un ritmo lo suficientemente trepidante como para mantener el interés por, al menos, noventa minutos.