Si algunos hubieran intuido los quebraderos de cabeza que podía traerles el uso del teléfono móvil, especialmente si tenían secretos que guardar y podían verse tentados de hacerlo en el interior de tan sofisticados aparatos, quizá se habrían abstenido de comprar uno ante la inquietante posibilidad de ser descubiertos. Al menos se lo hubieran pensado muy mucho los siete personajes que habitan la nueva película del irregular y a veces excesivo Álex de la Iglesia, dadas las penosas consecuencias que les acarrea el teléfono de marras.

Partiendo de una película italiana del mismo título que desconozco si se ha llegado a estrenar en España y que yo no he visto, Álex de la Iglesia construye una suerte de fábula sobre precisamente eso a lo que me refería al principio: los peligros del teléfono móvil o, mejor aún, de guardar secretos en él.

Tres parejas y un amigo de éstas van a cenar una noche a casa de una de ellas. Pero esta no es una noche cualquiera, sino, y he aquí el componente de fábulaal que aludía antes, una muy especial en la que se va a producir un eclipse. Durante esa cena uno de los personajes propone practicar un juego: dejar los móviles sobre la mesa y leer todos los mensajes que lleguen a partir de ese momento, además de atender públicamente todas las llamadas que se produzcan. Tal intromisión en la intimidad ajena desatará un vendaval de secretos que pondrá aprueba la estabilidad de sus relaciones de pareja.

De la Iglesia maneja con soltura esta perversa trama, decididamente deudora de un estilo teatral al que ya hemos asistido en otras películas de corte similar. Sale igualmente airoso el autor de El día de la bestia de la mezcla de comedia y drama, decantándose quizá más por la primera que por el segundo para otorgar ligereza al conjunto, pero sin renunciar a un palpable patetismo que poco a poco va impregnando a los personajes. La miseria moral va quedando al descubierto a medida que avanza el film hasta un crescendo final que, tratándose del firmante de la obra, podría haber degenerado en una de esas bacanales tan de su gusto, pero que en esta ocasión se revela contenido y a la altura del resto.