Un matrimonio en crisis, interpretado por "Steve Carell" y "Charlotte Gainsbourg" (no, edusaenz, no eres el único :D), un hijo soldado con problemas de conciencia, un puesto fronterizo en medio de la nada, donde lo más emocionante es abrir la barrera para que pasen los dromedarios de la zona...

Muy buen drama israelí, impactante en varios momentos, y sentido en sus momentos de diálogos ente los -inspirados- intérpretes. Muy inteligente y sorprendente la estructura narrativa del guion, también. Y para rematar, gran realización y fotografía, con estupendas imágenes.

Sólo le pongo algo de pega al ritmo, en ocasiones algo discutible, pero en parte justificado por el drama de los personajes.

Un cineasta a seguir este Samuel Maoz, que con tan sólo dos largometrajes ya colecciona leones de la Mostra, y ya tiene la parejita, el de oro y el de plata.

Desde la Seminci 2020:

En la sección paralela del festival, denominada "Punto de encuentro", han destacado obras como la iraní 'La regla de los 180 grados', que reflexiona -como tantas otras en esta cinematografía- sobre el patriarcado (este sí lo es de verdad...) instalado en el régimen del país, al contar la historia de una mujer que se ve en un grave aprieto tras sufrir su hija un accidente en un viaje que su marido le había prohibido hacer.

Salvando las distancias, está en la onda -en narrativa, temática, filmación, tipo de drama y conflicto, o estilo interpretativo.- del cine del gran Farhadi, el mejor cineasta iraní del momento.

Desde el Festival de Cine de Gijón 2019:

No es habitual en las programaciones de los festivales la presencia de la comedia, pero de vez en cuando haberlas haylas, y el FICX ha incluido en el concurso este año la divertida y refrescante 'Sword of trust', película independiente estadounidense que le ha supuesto a su protagonista, el actor y humorista Marc Maron, el premio al mejor actor de la presente edición.

La trama cuenta, de manera desenfadada y cómplice con el espectador, la odisea del dueño de una tienda de antigüedades que, cuando una pareja de mujeres acude a su negocio para intentar vender la herencia de la abuela difunta de una de ellas (una espada antigua que al parecer es la única prueba física que existe de que el Sur ganó realmente la Guerra Civil norteamericana), intenta sacar tajada de tan potencialmente codiciado objeto.

Una fresca propuesta del festival de este año, con una realización de andar por casa (en este aspecto no destaca; sólo cumple), pero con afilada agudeza en numerosos gags y la trama en su conjunto.

Aunque lo haga de manera más sutil, y mezclada con otros subgéneros -como el drama familiar, o el "de reuniones"- y sin estar oficialmente adscrita al género de terror, con sus códigos, tópicos, formas, elementos..., esta tan curiosa y atractiva como inquietante película polaca recuerda en algunos de sus momentos a 'La bruja', la película de Robert Eggers que, por su calidad y personalidad, supuso una de las mayores revelaciones del género terrorífico de las últimas temporadas cinematográficas.

El espectador asiste en los primeros momentos al reencuentro con su familia de una mujer que ha estado desaparecida los últimos seis años, sin que nadie haya sabido nada de su paradero o actividad vital. Esta reunión supone, además, una reconciliación entre dos hermanas; no se nos explican los motivos, ni falta que hace, pero sí queda claro en todo momento el enfrentamiento que tuvieron en el pasado, por la actitud recelosa de la anfitriona de la reunión hacia la de aspecto desequilibrado.

Durante todo el metraje, la película desarrolla con gran sentido de la tensión -que va in crescendo- y aires pesadillescos, una trama que en sus últimos instantes provoca cierto desconcierto y un final de esos interpretables por parte del espectador, lo cual no es malo per se; de hecho en este caso es un aspecto positivo que reafirma esa inquietud y desasosiego que pretende y consigue generar esta atractiva obra que he podido descubrir gracias a su presencia en el Atlántida Film Fest de 2018. Un notable descubrimiento.

Aunque bastante discreta en el aspecto visual, correcto en cualquier caso, esta pequeña película cuenta una buena historia de inmigración que se sigue con interés. Samia, una chica tunecina que ha entrado ilegalmente en Francia, contacta con un conocido de su pueblo que trabaja en un bar, y posteriormente con una viuda burguesa (también de origen árabe pero ciudadana francesa -y rica- tras su matrimonio), que la emplea en su casa como limpiadora.

En la relación que se establece entre la protagonista y esta mujer (interpretada muy solventemente, como siempre, por la estupenda actriz palestina Hiam Abbass), se encuentran los mejores momentos de esta pequeña pero muy digna película, que se puede ver en el Atlántida Film Fest, y que incluye también en su trama el terrorismo islamista, pues el hermano de la chica ha estado en la cárcel por yihadismo, y a ella le preocupa que pueda localizarla en su nueva vida en el mundo libre.