Como la mayoría, había puesto gran interés en ver The Wire. Hablan maravillas. Voy por la mitad del tercer capítulo de la temporada uno, y creo que lo dejo. No aguanto más. Me aburro mucho, todo es soso, lineal, tosco... Y no es que sea mala tipo CSI o derivados, no. Creíble es, como la realidad misma. Pero es que la realidad misma en una pantalla es aburrida de narices. Y como no conozco la realidad misma de Baltimore no consigo interesarme demasiado. Todos están en el ajo, ya. Nadie es inocente del todo, por supuesto que no. Pero si las cosas son de verdad así en las calles de esa ciudad, deberían intervenir las Naciones Unidas. Y como no me creo lo que pasa, me aburro mucho y en lugar de ver la serie me dedico a criticar. Lo siento, pero a mi juicio sólo es otra de polis y cacos.

Chorrada sin gracia que no se salva pese a la clase de la señora Lafont. La peli empieza bien, pero a los veinte minutos se desinfla y ya no recupera. El señor Enrico, director del asunto, no muestra destreza alguna para la comedia.
Con temática similar recomiendo "El Jardín de la Alegría", comedia británica de muy superior talla.

Al loro con la sobrada. Peli japonesa, subtitulada, con muy pocos diálogos, y tres horas cuarenta minutos en blanco y negro. Bueno, en un tono sepia que para muchos viene siendo lo mismo. Si esto no te asusta, has de saber que es una de las mejores obras que se hayan filmado nunca. Como podrás imaginar, poco tiene que ver con el cine convencional que se suele ver en salas comerciales o en televisión. Esto es otra cosa. En ningún momento tiene uno la sensación de que un listillo te la esté intentando colar; sólo hay personajes. Algunos son de carne y hueso y otros simplemente son.
El paisaje, el tiempo, la luz... lo que se ve y lo que no. Aoyama lo hizo como quiso, del único modo en que podía hacerlo honorablemente. Como un artesano, como un fabricante de violines que lija y lija hasta conseguir la adecuada tonalidad aunque nadie note la diferencia.
Las interpretaciones son perfectas. La música, la poca que hay, está en su justo lugar. El paisaje sonoro, efectos y eso, magistral. La luz es una maravilla, especialmente las escenas nocturnas. Y la historia, en fin, una de las más lúcidas reflexiones sobre naturaleza humana de nuestro tiempo.
Para mi gusto, Aoyama lo ha clavado. No le sobra nada.

...de complejas.
Lo mejor que se puede hacer después de ver Le Havre es volver a verla. Entonces nos daremos cuenta de que la aparente sencillez y belleza de cada plano se convierte en intrincado simbolismo. Es necesario verla dos veces; la primera con una mirada pura y blanca, como quien pasaba por allí, y la segunda con ojos más kafkianos, con ganas de desdoblar personajes, de hacer pausas largas y sacar las cartas de navegación para no perder el norte, con ganas de mover las piezas del rompecabezas.
Analice bien a todos los personajes y su entorno, acepte el decorado como lo que es, el maquillaje de la realidad, eche un vistazo al resultado y luego diga si ha visto la misma película.

No me creo a esta vagabunda de cara lavada y moflete rosadito; trotamundos de ancho pernil y con una mala leche de adolescente malcriada. Además de no creerme a la actriz tampoco empatizo con el personaje que se ha escrito para ella, hasta el punto de que a mitad de película deseo que le pasen todos los males. Por cabrona.
Es una maleducada y una desagradecida, además de idiota por no saber ni querer ganarse la vida con lo fácil que lo tiene. En ningún momento se ve que tenga vicios, aparte del tabaco, y tampoco la mueven ideales políticos o sociales. Solamente vagancia y desapego. Porque sí. Sin explicación. Porque le falta un hervor.
Es una sosa y una amargada, asi que las ganas de divertirse tampoco son su motivación. Las circunstancias que la han llevado a ser así no se nos sugieren, con que al terminar la película tampoco da para el debate. Y ese final precipitado... en fin. Discutible cuando menos.
Algunas actuaciones desentonan excesivamente, lo que lejos de aportar realismo lo que hace es que se note demasiado contraste entre los profesionales y los aficionados.
La música no crea clima de ninguna clase, más bien molesta. Parece sacada de las viejas pelis de Paul Naschy.
Película escuálida a la que le sobran además las falsas entrevistas.