Película imprescindible para todo amante del cine que se precie de serlo realmente.

Isabel Coixet, experiementada en anuncios de tv (sobre todo de compresas, es así, es cierto y no me lo invento), logra una deliciosa
comedia romántica protagonizada por actores norteamericanos, pero rodada con capital español. Tanto Lily Taylor como Andrew McCarthy están
espléndidos, aunque lo mejor de todo es el guión de Coixet y su pulso firme en la dirección que deja de lado la sensiblería para crear una de las mejores
películas de la historia del cine (no sólo español).

Bond recupera el brío y la capacidad para encandilar al espectador en esta nueva entrega dirigida por el neozelandés Tamahori. Un auténtico alarde de
inventiva, diversión y con una de las chicas Bond más sensuales de su historia.

Muy recomendable, lo mejor de la saga Bond desde Licencia para matar.

"Christine" aún contando con momentos bastante logrados y con una atmósfera inquietante, nos presenta a uno de los Carpenter's
menos atractivos, más convencionales y con menos personalidad. En esta película pocas son las escenas que nos hagan recordar al autor
de la seminal "Halloween" o "La Niebla".

Es interesante y entretenida, pero nada del otro mundo.

Cuando ves por primera vez "Lost in Translation" te queda clara una cosa; estas ante algo muy especial, una película hecha por alguien que pertenece a otra raza.
Y es que tiene el poso de las primeras películas del Padre Coppola, el ritmo pausado y reflexivo de "Llueve sobre mi corazón" y "La conversación", los diálogos perfectos (son casi poesía) que nos entusiasmaron en "El Padrino" o el carisma de los personajes de "La ley de la Calle" o la misma saga Corleone.

La película es Bill Murray. Sus gestos. Su rostro. Sus miradas nostálgicas de cincuentón, de perro "Pippin" abandonado en medio de la carretera por domingueros urbanitas.
Una joya imperecedera, que esperemos siga conservando su valor en visionados posteriores, cuando el mayor juez que es el tiempo le haga justicia.

"Fahrenheit 9/11" es un documental divertido, dos palabras que muy pocas ocasiones aparecen juntas, pero es verdad.
El film de Moore posee numerosas bondades y aciertos artísticos, pero también está lastrada por un ensañamiento con el personaje de George W. Bush que la convierte en una especie de parodia. La capacidad del director para llevarnos por donde él quiere es enorme, al igual que su egolatría y su potencial como showman televisivo.

El pecado de "Fahrenheit 9/11" es su excesiva subjetividad, su obcecamiento en sentenciar a Bush y convertirlo en objeto de burlas. Sin embargo, por mucho que se deteste al personaje (y creedme yo lo detesto bastante), el tufillo a sensacionalismo (y del barato) que destila la película hace que el producto no sea tan redondo como lo era "Bowling for Columbine".

Yo creo que el mayor logro que hay que reconocerle al carismático Michael Moore (logros políticos y mediáticos aparte) es que ha conseguido que la gente vaya al cine a ver cine documental, algo que no ocurría desde los tiempos de Flaherty y su "Nanuk, el esquimal". Ha llovido bastante.