Casi tres horas de duración pero que en absoluto se han hecho eternas, sino que se han disfrutado. Esta secuela del remake no decepciona en absoluto porque se ha organizado muy bien y contiene escenas sobrecogedoras. También contribuye a ello la buena ambientación y se puede observar un payaso más escalofriante, especialmente con su apertura de fauces.

Uno de los aspectos que más se agradecen es que se intercalen escenas con los protagonistas de niños. Temí que el principal lastre de esta segunda parte fuese la ausencia de ese encantador grupo, pero volveremos a ver interesantes interludios y regresos al pasado.

En cuanto a la elección de los adultos es acertada. Todos ellos adoptan la misma personalidad sin que resulte artificial. Y con ellos también asistimos a una interesante ronda de ataques del ente maligno.

La película imita algunas de las escenas ya vistas en el telefilme de 1990, pero no es una reproducción sistemática de aquélla al igual que con la anterior parte. Respeta lo básico para introducir nuevas situaciones macabras e incluso en algunos puntos resulta ser más fiel al libro, aunque se toma alguna licencia en su conclusión.