Otra película de esas completamente desestructuradas, incoherentes, esquivas… bueno, lo que popularmente se tiende a denominar como “raras”. Tiene delito que tengas que tragarte todo el metraje de este tipo de ladrillos para poder decidir si a la salida del cine te peleas o no con el de la taquilla en pos de recuperar tu dinero. Videoclipero refrito de “12 Monos”, “El Efecto Mariposa”, “La Naranja Mecánica” y “Memento”, “The Jacket” se propone marear al espectador con una trama liosa e incomprensible en la que asesinatos, sanatorios mentales, premoniciones y cosas tan habituales en la vida diaria como los viajes espacio/temporales ocurren porque al guionista le da la gana, sin explicación alguna. Muchos dirán que tampoco hace falta, que el espectador de hoy en día está más que habituado a tragar con cualquier cosa. El caso es liar la madeja todo lo que se pueda con la intención de que nadie se entere de nada y, al final, dar una “explicación” de juzgado de guardia para que los modernos de la era digital flipen con la tontería y todos los demás nos vayamos a casa con dolor de cabeza.
Adrien Brody no está mal del todo, y precisamente es su más que convincente interpretación lo que no provoca el naufragio total del film. De Keira Knightley solo puedo constatar que, aparte de tener un nombre muy raro y de difícil pronunciación, pierde gran parte de su gracia en cuanto le quitan el corsé y la espada pirata. La chica es muy guapa, pero le hace falta pulir un poquito más el asunto ese de la interpretación.
El resto de los personajes de la película y las subtramas en las que están inmersos son meros pegotes que rodean la historia principal, sin demasiada entidad propia. Al final va a resultar que tampoco importaban mucho.
Como único apunte inquietante constatar que James Bond, entre misión y misión, se recluye en un manicomio de tres al cuarto para imitar al Brad Pitt de “12 Monos”.

La homosexualidad da mucho que hablar. Cada vez más, cuando lo lógico sería que se produjese una involución en ese morboso interés que tiene algunos por meter sus narizotas en la vida privada de la gente. Por todo ello la existencia de películas como CACHORRO es necesaria. Y digo esto porque son obras que tratan de reflejar una realidad que está ahí, que existe, aunque muchos no la quieran ver y tantos otros no la entiendan (como alguien por ahí arriba que se entristece porque el colectivo gay se vea tan determinado por su sexualidad. Bravo, sí señor, a eso le llamo yo no entender un pijo de nada. Sigue así que llegarás alto ¿Y los heterosexuales? ¿No se ven ellos determinados también por su condición sexual?), además sin ningún tipo de autocensura ni concesiones a lo politicamente correcto. Como debe ser, vaya.
Albadalejo intenta retratar con realismo y unas pequeñas dosis de ternura la relación entre un dentista homosexual, promiscuo y de vida un tanto desenfadada (decisión peligrosa la del guionista, habida cuenta de la cantidad de descerebrados que hay por ahí dispuestos a generalizar en cuanto se presenta la ocasión), con su sobrino de 9 años, al que apenas conoce y del que se tendrá que ocupar durante un tiempo indefinido.
Contrariamente a algunas opiniones no creo que Albadalejo intente huir de los tópicos sobre el mundo gay porque algunos forman parte de la realidad homosexual y estúpido sería el querer soslayarlos como si fuesen motivo de vergüenza. Lo que hace es confiar en la inteligencia del espectador medio, ese que sabe que porque un grupo de gays se comporten de una manera determinada no significa que todos los gays del mundo se tengan que comportar igual (de la misma manera que el comportamiento de un grupo de heterosexuales no es extensible al resto). Visto lo visto cometió un error grave porque hay espectadores que no llegan a tanto nivel.
La película se sostiene bastante bien durante los dos primeros actos, pero en el tercero la narración desfallece de manera bastante implacable. En determinado momento da la impresión de que el director no tiene mucho más que contar y se limita a estirar el argumento hasta su desenlace con una sucesión de escenitas de bajo calado dramático, narradas con desgana, que lo único que consiguen es aburrir al espectador y entorpecer una historia que hasta ese momento se caracterizaba por hacer gala de una fluidez narrativa bastante lograda y natural. Todo lo contrario que esos últimos 20 minutos de película, en los que todo se vuelve atropellado, confuso y forzado.
Recomendada para la gente que no tiene por costumbre manifestarse en contra de los derechos y libertades de los demás.

A lo mejor algún día recibo un golpe en la cabeza y consigo entender ese sentido del humor tan absolutamente insufrible que ha patentado el señor Segura, pero por el momento no me queda otra que alucinar con el éxito de taquilla de esta monstruosidad anti-cinematográfica. Porque el que califique esto de cine ya puede ir elevando los especiales de los Morancos a la categoría de obras maestras.
No hay mucho que decir sobre semejante tomadura de pelo. Tan solo que los componentes machistas, racistas, xenófobos, homófobos, repugnantes e inmorales de las otras entregas están acentuados hasta la nausea, y que el éxito parece haber convertido a Santiago Segura en un graciosillo repelente que, de seguir así, acabará haciendo bromas escatológicas sobre los campos de concentración. En serio, no perdáis el tiempo en ver este despropósito. Es asquerosa y ofensiva.

No sé cómo serán las otras películas de Laura Mañá, directora por lo visto muy aficionada a eso que algunos llaman "realismo mágico" (y contra el que no tengo nada, me apresuro a aclarar), pero desde luego en ésta ocasión, si lo que pretendía era regalarnos una historia de esas que te hacen salir del cine con la sonrisa tonta dibujada en la cara, el tiro le ha salido un poquito desviado. La película no es que sea del todo mala. Regularcilla, más bien. Buena no es ni de lejos. Al guión le faltan muchas vueltas de tuerca para enganchar del todo, amén de un diseño de personajes un poco más elaborado. Los actores lo hacen más o menos bien. Cumplen con sus papeles sin demasiado problema. Pero la película se queda en un quiero y no puedo, algo que en este tipo de circunstancias es doblemente frustrante. Cuando ves como un material de partida que podía haber dado pie a una gran película es desperdiciado por la mediocridad de un guión (entre otras cosas) escrito a brochazos no puedes evitar sentirte un poquito más estafado de lo habitual. En fin, otra vez será.

Es una de las mayores basuras que he podido ver en los últimos meses. De juzgado de guardia, vamos. Da la impresión de que nadie se toma en serio la historia, de que todos están ahí para pasar el rato y poco más. Total, luego basta con poner a la Belluci (que interpretación más mala, por Dios) medio en cueros para atraer al público. La historia es una mierda, los personajes un disparate, no tiene ritmo, ni lógica dramática, ni un mínimo de coherencia. Menudo churro. Desde aquí hago un sincero llamamiento para que nadie la vea. Sería perder un tiempo precioso. Cualquier cosa es mejor que tragarse semejante estupidez.