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Críticas de Felipe Larrea
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Críticas 276
Críticas ordenadas por utilidad
2
17 de diciembre de 2008
46 de 85 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tan encantando de haberse conocido debía andar Bergman cuando perpetró este bodrio que se le olvidó escribir el guión. Enganchó entonces por banda al bueno de Sven Nykvist, y le dijo: "Cúrrate una buena fotografía, que yo pongo a un par de suecas buenorras que enseñen las tetillas y difundo el rumor entre la prensa de que la peli aborda la ausencia de dios, y verás como nos la catalogan de obra maestra".

Tengan en cuenta que el truco de enseñar pechuga ahora es ridículo, porque para brindar a Onán tenemos Internet, pero a principios de los años 60, los ladrillos de autor no sólo servían para hacerse pajas mentales, también servían para hacerse pajas de las otras.

Las enseñanzas de El Silencio no cayeron en saco roto. Dos décadas después, un señor llamado David Lynch copió con igual éxito la fórmula: Encadenar secuencias sin sentido, preferiblemente sin diálogo, con algo de sexo ocasional protagonizado por una jamona de impresión, y algún elemento surrealista como por ejemplo unos enanos. Pero eso sí, todo exquisitamente fotografiado.
Felipe Larrea
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5
21 de enero de 2009
21 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
La propuesta de "Caminar sobre las aguas" es tan curiosa, interesante y desprejuiciada que engancha hasta el final. Sin embargo, su puzzle de relaciones entre personajes dejará descolocado al más pintao:

1) Judíos con palestinos
2) Judíos con alemanes
3) Judíos con nazis
4) Alemanes con nazis
5) Palestinos con alemanes
6) Homosexuales con judíos
7) Homosexuales alemanes con homosexuales palestinos

Esto significa confusión, pero no complejidad ideológica. Los personajes homosexuales son sensatos, inteligentes y responsables mientras los heterosexuales provocan problemas sin parar por su estrecha mentalidad. Eso sí, independientemente de su orientación sexual, todos están de acuerdo en que los nazis merecen morir sin juicio previo.

No queda muy claro a que viene mezclar thriller político con temática gay y Eytan Fox rueda con el aspecto estético de un telefilm y unos actores un poco limitaditos. Pero aún con todo esto, les aseguro que es muy intrigante y ofrece una imagen de Israel bastante diferente a la que uno se puede formar a través de los medios de comunicación.
Felipe Larrea
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5
25 de junio de 2009
20 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los buenos y malos momentos de cualquier familia normal se condensan en esta agradable propuesta para amenizar la modorra de una gozosa sobremesa. No hay nada nuevo bajo el sol pero la estructura por capítulos, los trucos de montaje y el descaro de algunas escenas le aportan la suficiente frescura como para que el espectador llegue hasta el final sin esfuerzo.

Como en un cajón de sastre emocional, los personajes se odiarán y se amarán con la misma facilidad, discutirán sin tregua, reirán juntos y compartirán una pasión casi obsesiva por la música. Hay espacio para el melodrama fácil y para todos los tópicos que a uno se le ocurran pero también para momentos con personalidad, como el gracioso concurso de "air guitar" o la bonita escena del cojín del coche.

En cuanto al generoso recibimiento de los críticos no me cabe la menor duda de que el mismo guión rodado en Hollywood habría recibido un montón de palos, pero ya se sabe que la nacionalidad francesa y la falta de promoción bien merecen unos cuantos puntos extra.
Felipe Larrea
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8
17 de octubre de 2010
18 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una buena película NO habla de lo que pone en su sinopsis, sino de los temas universales que afectan al ser humano. Si le quisiera encontrar antecedentes cinematográficos a "La red social" no buscaría cine sobre informática. Su principal referente es "El Padrino II", con la que forma la mejor dupla sobre cómo el poder puede aislar completamente a quien lo posee.

David Fincher pierde en que su protagonista tiene 19 años en el momento en el que transcurren los hechos, por lo que su obsesión por el estatus pudiera deberse simple y llanamente a la inmadurez. Sin embargo, supera a Coppola en que no necesita muertes violentas para que la narración gane en intensidad.

Coppola gana en estructura narrativa, porque se sacó de la manga aquella absoluta genialidad de narrar en paralelo dos líneas temporales, pero el tempo de Fincher te deja clavado en la butaca: nunca me había pasado que comenzaran los títulos de crédito y pensara "es imposible, en el periódico ponía que dura dos horas y no lleva ni una hora". La secuencia final de las dos encierra exactamente la misma idea, pero para mí el de Coppola es uno de los mayores tesoros de este arte llamado cine, y no me atrevo a poner el de Fincher a esa altura.

Coppola se marcó una descripción precisa de la mafia mientras Fincher acaba demostrando que el campus de Harvard puede ser un mundo tan fascinante como el de los pistoleros: por un lado un nido de arribistas sin escrúpulos, pero por otro un caldo de cultivo para la innovación y las iniciativas más arriesgadas, algo que a un europeo como yo le choca, porque el principal objetivo de nuestros universitarios más destacados es convertirse en funcionarios.

En cuanto a deslices gana Coppola por no haber cometido ninguno, mientras que Fincher se permite uno, aunque no demasiado criticable (el videoclip de los remeros). Comparar a Jesse Eisenberg y Justin Timberlake con Al Pacino y Robert DeNiro es enfangarse demasiado, pero justo es reconocer que los dos chavales mantienen un nivel interpretativo del copón excelso. Aunque la banda sonora de Trent Reznor, una debilidad de un servidor, encaje como un guante, tampoco estoy seguro de que se pueda comparar a las inmortales composiciones de Nino Rota.

Termino con una importante similitud: la identificación del director con el personaje principal, pese a que este sea un cabrón con todas las letras. Michael Corleone siempre fue el alter ego del director, tanto en su momento de plenitud (la segunda entrega) como en su decadencia (la tercera). Seguro que cuando Fincher recoja en marzo algún Oscar, pensará algo así como "I´m the CEO, bitches", sobre todo ante todos estos que ahora resulta que dicen saber desde hace un montón de años que Fincher era un clásico en vida. Yo recuerdo perfectamente los palos que se llevó "El club de la lucha" (1999) en su estreno y también recuerdo que después de "La habitación del pánico" (2002) muchos le daban casi por muerto. Fincher también lo recuerda.
Felipe Larrea
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5
29 de marzo de 2012
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tiempo no ha tenido misericordia con "Papillon". Su arma secreta era insistir en una serie de golpes de efecto para descolocar al espectador, pero ya no estamos a principios de los 70 y nadie puede sorprenderse porque un preso oculte objetos en el trasero, se zampe insectos con deleite o sufra los cariños homosexuales de un maromo de 2 por 2.

Es el triste destino de las películas que no buscan la calidad sino el impacto: ser olvidadas y acabar pareciendo ingenuas, justo lo contrario de lo que pretendían. Si uno vivió la época en cuestión la experiencia puede resultar entrañable, pero si se analiza fríamente no hay mucho que rascar. Y no me pregunten la razón, pero el género de aventuras envejece especialmente mal.

No se engañen, puede que Steve McQueen sea el tipo más cool de la galaxia pero sobreactúa y la evolución de su personaje no es creíble. El resto de los personajes son planos y hay una serie de elipsis de quedarse con el culo torcido como esa en la que el protagonista cae a un río tras una persecución y en la escena siguiente es amablemente acogido por unos aborígenes caribeños, que además tienen rasgos más propios del Pacífico.

Entre la temática carcelaria, la falsa culpabilidad y la amistad con Louis Dega (Dustin Hoffman), que por cierto apenas está desarrollada, he echado de menos la muy muy muy superior "Cadena perpetua" (Frank Darabont, 1994), realizada más de 20 años después. Entonces me surge la pregunta ¿no habíamos quedado que el cine involuciona continuamente y que nada interesante ha ocurrido en los últimos 30 años? Y lo dice alguien que descubre con horror cada día como sus gustos son cada vez más parecidos a los de un tertuliano de Garci.

Hay un detalle todavía más desconcertante, esta vez en la caja del DVD. Reza la contraportada que la duración es de 98 minutos, pero en realidad son 142. Así que en lugar de irme a la cama a las 12, como tenía previsto, me he ido casi a la 1. Ya sé, problemas del Primer Mundo, pero me jode igualmente el peculiar sentido del humor del gañán que diseñó la carátula.

(si quieres leer la crítica con links, fotos y algún detalle más: http://enbandejadeplata.tumblr.com)
Felipe Larrea
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