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España España · Zaragoza
Críticas de el chulucu
Críticas 571
Críticas ordenadas por utilidad
7
31 de enero de 2024
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante un western bueno, bonito y barato. Podría decirse que éste era el lema de Ford Beebe, especialista en cintas de bajo presupuesto y en sacar gran rendimiento a sus escasos medios. Tampoco solía contar con figuras de primer nivel pero conseguía que actores y actrices más bien grises dieran lo mejor de sí mismos en sus interpretaciones. La mayoría añadía "algo" a sus personajes, evitando así las personalidades planas y obtusas. En resumen, a Beebe le daban una piedra y, casi casi, te devolvía un diamante.
A "Wagons West" no le falta de nada: héroe, caravanas, indios, 'malosos', carretas descendiendo por empinadas laderas (escenas muy bien conseguidas), peleas, ataques a la caravana... Y la cinta, a pesar de su corta duración, cumple con la expectativa de tanto frente abierto. Rod Cameron (al que nunca veré como un paradigma de vaquero carismático y solitario) resulta convincente gracias a su imponente figura, su rostro curtido y atezado, y a la gravedad de su voz. Harry Brandon compone un villano de categoría. Y Noah Beery Jr. hace lo de siempre: bordar su papel.
el chulucu
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8
19 de diciembre de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una película magnífica. Una película de diez. Si no lo alcanza es debido a su precipitado y encorsetado final, seguramente impuesto por la productora para seguir los dictados de la sociedad machista que imperaba. Una pena. Pero Alfred E. Green es sagaz como pocos. En sesenta y ocho minutos, dibuja con pulso firme el retrato de un matrimonio de la época; el hombre trabaja fuera por lo que su mujer está obligada a realizar únicamente las tareas del hogar. Pero es en esta dicotomía de personalidades donde el astuto director toma clara y sutilmente partido por la adorable, tenaz, honesta y maravillosa Nan.
Green pone en escena un duelo entre marido y mujer. A Bill le cede el arma de la palabra; éste la desperdicia y la usa peor que un tarugo. A Nan le da las miradas; el inmenso poder de las mismas. Y la exquisita heroína las usa para emocionar al espectador. Nos hipnotiza, flotamos en las vaporosas nubes del mundo de los sueños, de la inocencia, de lo sublime. Ann Dvorak nos conquista de principio a fin. Creo que ella (como mujer con mayúsculas) y su desgarrador y lúcido mensaje eran lo que buscaba Green mostrar, o denunciar, al espectador. En definitiva, una lucha que se extiende a lo largo de los tiempos entre la delicadeza y el despotismo.

A continuación, un ejemplo de dicho duelo entre la estulticia y la sensibilidad:

Bill: "No me pidas que traiga las arandelas. Debes conseguirlas tú porque es la labor del ama de casa."

Nan, mientras se echa suavemente crema en la cara, le da la genial idea de los diez dólares en lugar de cinco.

Bill: "¿Sabes por qué no he conseguido nada hasta ahora? Porque no bebo lo suficiente."

Nan prepara el discurso para convencer a Duprey. Es ella quien lo emborracha para que adquiera valor.

Bill: "No puedo ir a cenar con mis amigas? Eres una ama de casa a la antigua.

Nan le ha entregado su dinero, su vida y su amor.
el chulucu
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9
6 de octubre de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Espléndida! No se puede decir otra cosa. Dirección ágil, guion formidable, notable puesta en escena y, por encima de todo, una soberbia interpretación de Clifton Webb como Dreamboat (el seductor). Y seduce, ¡cómo no!, a base de bien. Como distinguido profesor, como caballero andante en aras de salvar salvaguardar su reputación, como inesperado mimo de vis cómica, como luchador de pressing catch y... por supuesto, como el heroico seductor de indefensas damiselas.
Si el valor cómico de la película alcanza cotas de maestría con la pelea en el bar, el acoso de la directora (una magnífica Elsa Lanchester) y la televisión citada como testigo en el juicio, no digamos ya hasta que punto combustiona el fuego abrasador e inmisericorde de las críticas a la televisión. El profesor la destroza con una frase del año 50 que asombra por su clarividencia a los más reputados psicólogos de la actualidad. "La gente vive en la misma casa pero se ignoran totalmente"
Por cierto, un par de cuestiones para finalizar. ¿Por qué esta admirable película se nombra de soslayo, o no se nombra, en los más insignes libros de cine? ¿Por qué "los críticos de verdad" y los medios de comunicación no hablan de ella? No sé, me temo que, como en el caso de "Slander" (Roy Rowland, 1957) hay intereses ocultos que pretenden arrojar al abismo la suciedad y la manipulación que denuncian estas cintas. No creo que sea casualidad que el dar visibilidad a las repugnantes maneras de la prensa amarilla ("Slander") o a los inteligentes y osados ataques a la televisión de "Dreamboat" arroje como resultado la absoluta indiferencia de crítica y público.
el chulucu
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7
1 de octubre de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues sí, amigos. Otro "Pim, pam, pum, americano" como suelo decir. Sí, una hora y seis minutos. Los buenos no necesitan más. De un lado, la ágil direccción de Lewis Seiler alentada por unos punzantes diálogos a lo Chandler o Hammett, y su insolente capacidad de enmarcar la historia en una notable puesta en escena. Y, de otro, la espléndida interpretación de un Bogart que marca el ritmo de la película. ¡Y vaya si lo marca! Lengua afilada, gestos abruptos, mirada de loco, reacciones explosivas. Espeta las órdenes como el general a sus subordinados. Ya lo dice Joe Gurney: "Soy igual que Napoleón".
¡Ah!, pero Seiler, además de sumergirnos en siniestras calles mojadas, pueblecitos aparentemente cándidos y viejos caserones, añade sarcásticos toques de humor, como la irreverente escena en la que Carole llama retrasado a Joe o la casi hilarante escena de la redada final. Seiler-Boggie, ¡menuda dupla! Los más rápidos al oeste del Pecos.
el chulucu
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8
27 de septiembre de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escribo esta crítica a la luz del día y, les aseguro, que será menos efectiva y fidedigna que si lo hiciera de noche. Ni les cuento la diferencia que existiría si la hubiese redactado ayer por la noche que es cuando vi la película. Nocturnidad y corazón palpitante. Dos elementos fundamentales en el ideario romántico. Es esa la continuidad requerida para realizar un certero análisis de "El primer amor". Dos son también (John G. Blystone y Janet Gaynor) los máximos responsables de transformar una sencilla historia de romances de juventud y de expectativas laborables incumplidas en un delicioso cuento romántico en el que la pequeña heroína de ojos llorosos se eleva apacible y resplandeciente sobre los mundos brumosos, ruidosos y avariciosos que imperan en la gran ciudad de New York.
Blystone filma, ¡y cómo lo hace!, el universo ilusorio y mágico de las sombras. De la nada crea un rayo de luz evocador, calidez en una sórdida y minúscula habitación, fe y esperanza tras una mirada desconsoladora, lacerantes discursos que flotan en el silencio. Romanticismo puro. Y Janet Gaynor está siempre allí. Dulce, serena, fuerte, enamoradiza. La bruma, la noche, la quietud, bendicen el juego del amor gracias únicamente a la delicada presencia de Catherine. Bueno, más que a su presencia, a su mirada. Son los ojos de Gaynor los que invitan al espectador, una y otra vez, a que contemple fascinado un paraíso romántico en el que, curiosamente, no hay flores ni sol, pero sí unas noches tan íntimas y poéticas que no necesitan ni la presencia de la luna.
el chulucu
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