John Carpenter mezcla fantasmas, espíritus, brujería, magia, monstruos, maldiciones, demonios, kung fu y chinos que tiran rayos por las manos y que explotan.
Y lo hace con una cutrez encantadora y un gran espíritu de cachondeo propio del cine de serie b de los 80s, con unos efectos nada desfasados y de forma divertida.

Jack Burton (Kurt Russell en una de sus colaboraciones con John Carpenter) es un camionero que pasaba por allí, un antiheroe algo graciosillo, canalla, torpe y bastante impresentable que debe salvar a la chica con ojos de jade de un demonio inmortal chino (siendo en realidad el colega del auténtico protagonista, pero así de chulo es Jack Burton).

Una historia respetuosa con las claves del cine negro, y que lo moderniza, sobre Michael Sullivan.
Un hombre de familia que trabaja encargándose de los asuntos del Sr.Rooney, quien le ayudó cuando era joven. Y un anti héroe parco en palabras que se mantiene centrado para hacer lo que debe hacer cuando es necesario.

Transcurre despacio, siempre acompañada por la melancólica, triste e intensa banda sonora de Thomas Newman. Y trata sobre una emotiva relación padre e hijo, sobre hijos que buscan la aprobación de sus padres y padres que se preocupan por sus hijos, en unas circunstancias duras y con consecuencias inevitables.

Cada detalle está cuidado y medido, desde cada nota de la música, hasta cada poético encuadre de la fotografía.
Y cuenta con grandes interpretaciones, destacando las de Paul Newman y Tom Hanks, y la dirección de Sam Mendes, que siempre saca el máximo partido posible a los guiones con los que trabaja.

"Cuando la gente me pregunta si Michael Sullivan era un buen o un mal hombre, siempre les doy la misma respuesta... Que era mi padre."

Secuela en la que se muestra lo sucedido con el personaje de Yuki (Meiko Kaji) tras finalizar su venganza.
Se suele decir que quien busca venganza ha de cavar dos tumbas, ya que aquellos que persiguen a la muerte la acaban encontrando.

A Yuki no le importaba morir, no tenía sueños, ni esperanzas, ni propósito alguno que no fuera completar su cometido, y tras lograrlo, la nada.

Pero sigue viva, y respira, y camina. Esto puede ser el camino difícil para ella, y es el lugar que explora esta continuación con mucho acierto. Su destreza y habilidad únicas la mantienen aunque no tenga ningún motivo, con lo que es arrastrada como una hoja por la corriente, o así lo parece en los primeros compases, en los que la trama, es eso que se desarrolla a su alrededor, pero aparentemente sin contar con ella.

La historia habla de poderes, intereses y gobernantes, y del fin de la Era Meiji, de un modo más complejo que se aleja un poco de la simplicidad de la historia de la primera parte, en la que vemos dos venganzas de un modo más clásico.
Aquí el destino arrastra a Yuki mientras observa y ve bondad e ideales, así como maldad y corrupción que pretende usarla, y ella se encuentra en el centro de todo.

Yuki arroja su espada una vez, ya que al ser ella misma venganza, una vez cumplida esta, ya no sabe como vivir.
La recupera y lucha como solo ella podría hacerlo hasta que la clava por última vez, ya que al hacerlo, mata también aquello por lo querría vivir.

Una historia basada en hechos reales y en el libro de su propio protagonista, al que interpreta Tom Holland, bien acompañado por Ciara Bravo.
La historia en sí es interesante, son varias historias de hecho, y hay material para hacer muchas cosas.

Los hermanos Russo no encuentran el tono, tampoco el ritmo, abusan del metraje, y en esencia, no cuentan bien la historia, que tiene muchos problemas en el cómo llega a la pantalla.
Tienen demasiadas pretensiones y parece que intenten hacer su propio “Goodfellas”, pero Martin Scorsese no es fácil de emular, y el resto de influencias no les funciona, ni la música o el estilo visual.

Casi todos los problemas de la cinta, que acaba resultando previsible, pesada, y decepcionante vienen por una planificación errónea de los directores, a los que quizá el material les pareciese que quedaba genial en los storyboards, pero que solo han sabido llegar a conseguir retazos que no forman un todo.

Una cuarta parte de Thor, en que su director Taika Waititi mete la directa con el humor, pasándose de la raya por mucha, pero mucha distancia, y consiguiendo algo por momentos absurdo y por momentos patético que no consigue funcionar como conjunto.

Su banda sonora, estilo visual y aire desenfadado no pueden compensar el despropósito general, y aunque si te la tomas a cachondeo puede ser divertida, ya que es una parodia en si misma, desaprovecha un gran presupuesto, a Christian Bale como Gorr y realmente no funciona.

Bastante curiosa la forma de entender el concepto de venganza por parte de Waititi, totalmente errada en mi opinión, pero no le puedo reprochar nada, le han dado rienda suelta y ha hecho lo que ha querido, aunque mejor si no dirige otra entrega y se dedica a proyectos del estilo de “Jojo Rabbit” o “Hunt for the wilderpeople”.