Es más que sobresaliente la tensión que se consigue en esta obra maestra de Clouzot, donde hasta el último segundo los guiños al espectador no le dejan respirar. Una de las grandes películas de suspense de la historia del cine, seguro. Magníficas protagonistas y un director que sabe llevar la trama por donde quiere, consiguiendo crear una atención que sólo alcanzó Hitchcock. Inigualable.

Esto es culpa de alguien que intenta dirigir a unos buenos actores y desperdiciarlos. Los mete en una historia, presumiblemente hilarante y le sale un largometraje (largo, sí) aburrido, tonto, sin pies ni cabeza y con una historia que da mucha, mucha pena ver. De cómo perder el tiempo y poderlo haber dedicado a otras cosas mucho más provechosas, como "Un profeta", "La cinta blanca" ó "El secreto de sus ojos".

Kenneth Branagh, que se ha convertido en un director de renombre por ser el realizador que más veces ha llevado a la pantalla obras de Shakespeare, afronta aquí una obra autobiográfica donde quiere mezclar conflicto bélico e historia familiar, dejando de lado la primera, para remarcar el uso del melodrama en su salto final hacia la lágrima. El niño protagonista, cuyos primeros planos son auténticos imanes que transpasan la pantalla, es el rey de la función. Con un blanco y negro limpio y espectacular, la película es tan bonita como entrañable, sin llegar a ser lo impactante que podía haber sido. De todas formas, es otro logro de un realizador esforzado y logrado en crear imágenes que son auténticas postales. En ese sentido, logro alcanzado.

Aunque es un tanto irregular en su desarrollo y unas historias tienen más poder de atracción que otras (las dos primeras, mejores frente al resto), la dirección de actores y la amargura que destila la hacen de ella otra más de las obras representativas de su realizador. Sin llegar al nivel complejo de su mejor obra, "En la ciudad", es una meritoria película donde el engranaje de sus magníficos actores, hacen de estos cuentos morales un largometraje muy estimable.

Todo aquello que más le gusta a Álex de la Iglesia se puede ver aquí: variopintos personajes, violencia extrema (y salvaje), escenas que mezclan lo gótico (el Valle de los Caídos...¿dónde va a rodar su próxima última escena?¿en la Torre Eiffel?) con lo esperpéntico y los diálogos directos. Lo mezcla, lo exprime y lo dispara sin concesión al espectador, en una película donde no se le puede negar su habilidad para el entretenimiento. A Carlos Areces se las hace pasar canutas y el resto de actores están casi igual de bien. Preciosa fotografía. Copia y pega toda su filmografía anterior y aunque no es su mejor largometraje (por debajo de "El día de la bestia" y "La comunidad") es una película valiente y necesaria para el acartonado cine español.