La ambientación es fuera de serie. La historia atrae. El drama es conmovedor. El desarrollo no pierde interés en ningún momento. Está un poco en línea con la logradísima "La mujer que sabía leer". Tiene en común la acción basada en la sobrevivencia de las mujeres solas, cuando los hombres se iban a la guerra. En este caso, el relato transcurre casi cien años después, pero el argumento es paralelo. Llama la atención que durante este lapso de tiempo los trabajos y la vida en el campo no habían cambiado en demasía. Todavía la tecnificación agrícola era incipiente, a duras penas, sólo en países ricos como EEUU. A parte de la propia narración, el film tiene un tremendo valor documental. Debe destacarse la banda sonora del gran polifacético Michel Legrand, que con 84 años todavía estaba en activo, componiendo y dando conciertos hasta que murió dos años después.

El tema daba de sí. En manos de Berlanga o Fellini habría sido una genial comedia. Por desgracia, la incompetencia de Javier Palmero como realizador malogra el intento. La puesta en escena no puede ser más inepta. No hay nada que sea mínimamente aceptable, salvo la breve intervención de Hector Alterio y Luis Escobar. Hay anacronismos imperdonables, como la aparición de un Seat 600 chapuceramente restaurado, sin los adornos delanteros (en los años 60 eran nuevecitos) o la alusión al matrimonio homosexual que en aquel tiempo era impensable. La parodia tendría que haber sido mucho más sarcástica. El neorrealismo sobre la superchería religiosa fraudulenta tiene su paradigma en la obra maestra "Los jueves milagro" del citado Luis García Berlanga.

La fábula no es sólo un cuento para niños. Muchas parábolas presentes no pueden ser comprendidas por ellos. Es muy llamativa la contraposición - fusión entre el grandullón bondadoso con un cerebro adormecido por falta de estímulo y el genio inteligente privilegiado con la desgracia de padecer una enfermedad degenerativa congénita grave. Ambos, con la obsesión por hacer el bien con el poder de sus cualidades, emulando al rey Arturo y sus caballeros, aunque también podría ser, sin que se haga alusión, una especie de paráfrasis de don Quijote y Sancho Panza en versión infantil. Sharon Stone da la talla en un papel de persona normal. El mensaje es positivo e ilusionante, hasta conmovedor. Destaca el fondo sonoro con música celta. El film merece la pena. No ha perdido vigencia con los años.

Quizás no es de sus mejores comedias pero el sello Fernando Colomo es inconfundible. El veterano director sigue tan ágil como siempre. La teatrera Carmen Machi hace una de las mejores interpretaciones que se le recuerdan hasta la fecha. Está impagable en su papel de maruja marchosa y sin complejos, bailando pasos de rap, disco y reggaeton. Podría concursar en algún programa televisivo tipo "Mira quien baila" o "Bailando con las estrellas". Como curiosidad, aparece el presentador y "showman" Manel Fuentes haciendo de sí mismo. Los atractivos escenarios costeros cercanos a Barcelona y la calidad de la banda sonora son irreprochables. Incluso no falta una pequeña moraleja. ¡Que diferencia con otros realizadores contemporáneos que usan parecidos temas y personajes! Colomo sí sabe hacer cine. Pone demasiado en evidencia a montones de producciones que, comparativamente, deberían suspender todas de forma masiva.

La verdad es que resulta frustrante ver a una actriz como Maribel Verdu en un papel que no está a su altura. La película es mala de solemnidad. Puede que Santiago Segura se ría de sus propias gracias pero nada más Es cómica su caracterización como gurú indio pero esto no es suficiente para hacer una producción. No se discute su labor actoral cuando ha trabajado a las órdenes de directores como Alex de la Iglesia o Miguel Angel Lamata. Sin embargo, como realizador hace agua por todas partes. No engancha. Parece que el guion se ha escrito mirándose al ombligo. Este es uno de los filmes que tanto Maribel Verdú como Candela Peña olvidarán que lo hayan hecho.