Recuerdo ver Grease varias veces de pequeño, y tener en una cinta musical grabados algunos temas que sonaban sin pausa. Por X o por Y, lo cierto es que las canciones eclipsaron al celuloide y olvidé bastante la película hasta que, en una noche primaveral pasando durante largos minutos por un catálogo de suscripción, me encontré con la película de un olvidado Randal Kleiser y decidí verla.

Desde mi amnesia recuperé sensaciones, pero la película me dejó algo claro, y es que se ha convertido en un icono tan contundente que sus únicos momentos buenos son los que ya todos conocemos. 3/4 composiciones musicales con una excelente coreografía casi paródica, pero fuera de ahí, nada que añadir a la fórmula.

Así que la conclusión para alguien que vea por primera vez Grease, y que muy probablemente se haya encontrado con las imágenes icónicas mil y una vez en diversos formatos, no va a encontrar nada que destacar. Para los que en cambio la vieron hasta la obsesión, digamos que se hizo tan popular que es todavía difícil sentir nostalgia por ella.

Pasé por demasiados estados de ánimo en Freddy el Colgao, seguro que casi tantos como por los que pasó el que tradujo el título para la película en español. En cualquier caso, la película de Tom Green no va a dejarte indiferente, y es sin duda un candidato al mayor placer culpable de la historia.

Una vez terminada la película, y buscado algo de contexto, todo tiene un pelín más de lógica, al menos dentro de nuestro universo. Tom Green hace una película no apta para casi nadie, y pareciera hasta que quisiera repeler a todo el que se atreva a verla con una primera parte donde se ponen a prueba no los límites del humor, sino de la vergüenza ajena. La presentación es directamente la de uno de los personajes más lamentables y horribles que he tenido el placer de conocer.

Una vez la película empieza a rodar, el surrealismo inconexo va dando paso a algo un poco más visionable. Estoy convencido de que miré más hacia el cielo buscando comprensión que emitir carcajadas como tal, y de alguna manera soy el target de esta clase de películas, amante del humor absurdo y bastante facilón a la hora de encontrar buenas cosas en este tipo de películas. No pude con la película de Tom Green, pero del 1 que llegó a rozar en sus comienzos al 4 que alcanzó, tenemos una remontada digna de una casa de apuestas amañada.

La extensión de Aquí no Hay Quién Viva pierde en ingenio y gana en "macarrismo". Repitiendo casi punto por punto la estructura de la anterior serie, lo que acabamos teniendo es una serie que se lleva emitiendo durante demasiados años y que, sin duda, perdió el alma en sus últimos coletazos. Es una serie que debió acabar mucho antes, y que tuvo sus puntos álgidos tan marcados que acabó siendo un ejemplo de "no supimos cuándo parar".

Una serie como digo con más mala leche, capaz de tocar temas tabúes que a otras series se les hubieran convertido en avalanchas de quejas y reclamaciones. Hay cierta carta blanca para La Que Se Avecina a la hora de introducir chistes raciales, misóginos y de todo tipo. Un humor que, como digo, cada vez está más caro.

Aunque vi la serie durante varias temporadas acabó por no ofrecerme nada nuevo. Además, es muy llamativo que los valores de producción sean tan increíblemente bajos, ofreciendo montajes paupérrimos de escenas y cámaras que en ocasiones rozan lo amateur. Sin embargo, su capacidad de aguantar con guiones trabajados y un buen sentido de la contemporaneidad la convierten en una serie que ha dado más buenos momentos que malos.

La primera entrega sienta el universo que se desarrollaría a lo largo de tres películas y una dolorosa cancelación. La saga vendió la piel del oso antes de cazarlo y confió en el boom de las novelas que mezclaban distopías con romances adolescentes, ofreciendo contextos que atraían por igual a consumidores de películas románticas de instituto con amantes de la ciencia ficción o la acción.

La primera parte de Divergente está bastante bien. Su factura roza lo telefílmico, pero es sin duda su contexto y su idea lo que más me gustó. Desgraciadamente, no puedo otorgarle demasiado mérito a la película porque esto es obra de Veronica Roth, la escritora de los libros originales y por ende creadora de este universo donde los humanos quedan agrupados en facciones en función de su forma de ser en la eterna búsqueda de la perfección estructural social.

Las similitudes con Los Juegos del Hambre son obvias, pero desde luego toda la saga convierte a Los Juegos del Hambre en una mucha mejor opción. Parte de la culpa de esto la tiene una pareja protagonista que no tiene, ni tendrá, química alguna.

Desgraciadamente esta primera entrega es demasiado lenta, y una vez se pasa la primera parte, la verdaderamente interesante, todo lo que resta es una aburrida sucesión de pruebas de entrenamiento que se extienden durante demasiado tiempo. Se nos mete en una especie de búnker y se nos aleja de esa interesante sociedad que está ocurriendo más arriba.

Como contextualización y primera entrega, aceptable, pero ya sabiendo lo que vendría después, no puedo invitar a mucha gente a que inicie la aventura.

A priori una película que podría gustarme, Pequeños Invasores acaba siendo aburrida hasta para los más pequeños. No hay mucho que decir de una película cuyo principal interés muere durante los primeros minutos, revelando su sorpresa muy prematuramente y entrando en un infinito de topicazos de la sobremesa de fin de semana.

Entiendo el género, y son varias las películas que he visto como para adaptarme al mismo, pero no me sentí nunca cómodo viendo Pequeños Guerreros, ni sentí que la película tuviera claro su propio target.