Soy Willy Fogg apostador,
que se juega con honor
la vuelta al mundo.

Aventurero y gran señor,
jugador y casi siempre ganador.

Aquí estoy, soy Rigodón;
yo Tico "er" campeón;

Yo soy Romy,
dulce y fiel,
y vivo enamorada de él.

La cuenta atrás ya comenzó,
llegaremos si o no,
mi vuelta al mundo va a empezar.

Son, 80 días son,
80 nada más
para dar la vuelta al mundo,
Londres, Suezade, Hong Kong,
Bombay, Haway, Tijuana y Singapúr.

Son, 80 días son,
80 nada más
en barco, en elefante, en tren...

Ven, ven, con nosotros ven,
lo pasaremos bien.
Ven, con nosotros ven
lo pasaremos bien...


Inolvidable.

En 1945, tras la humillación sufrida por el pueblo danés por la invasión nazi, nadie por aquellas tierras quería saber nada que tuviera que ver con alemanes. En este contexto, un grupo de adolescentes germanos fueron forzados a limpiar una playa danesa de las minas que ocultaron en ella sus padres y hermanos mayores, useáse el Ejército Nazi.

A la apuesta por contar -y muy bien- un episodio de posguerra muy interesante y poco conocido, hay que añadir a favor de esta película danesa sus estupendas realización y producción, y un guión y labor actoral que consigue interesar en todo momento.

Con tan sólo dos largometrajes (el que nos oscupa y L.I.E.), Michael Cuesta ha demostrado ser el Truffaut de nuestros días por su capacidad para retratar certeramente el en ocasiones traumático final de la infancia y la primera adolescencia. Aquí relata la historia de tres doceañeros y sus respectivas vivencias en una zona rural de la América profunda, uno de los territorios favoritos del cine indie norteamericano.

Son conmovedoras las historias de los tres niños protagonistas, (e impresionantes las actuaciones), y el retrato de sus relaciones familiares y entorno próximo. Un crio obeso que quiere adelgazar y hacer adelgazar a su madre; una niña enamorada de un obrero de la construcción; y un niño marcado literalmente desde su nacimiento que necesita quitarse la careta de Jason para afrontar la vida... Admirable y emocionante película.

Esta historia del empeño de un admirable profesor de música fracasado por enseñar música a unos niños de reformatorio tiene todos los elementos con los que el cine popular logra emocionar y encandilar las mentes y los corazones de una gran parte de los espectadores, pero quizá sea ese empeño por querer gustar a todo tipo de públicos su principal problema.

Es evidente que la película es muy bonita, por la historia que cuenta (un modelo de educación abierto y humanizado frente a la tiranía y la incomprensión), por quienes la protagonizan (los niños, que suelen tener el beneplácito de los espectadores), y porque todo ello lo cuenta con un envoltorio formal (fotografía, montaje, diseño de producción), admirable.

Pese a ello, es indudable que la película podría haber sido más realista si hubiera renunciado a un cierto maniqueísmo en la composición del personaje del director del internado, el mayor lastre de una película muy bonita y emotiva, ideal para disfrutarla en familia.

Emotiva película brasileña que cautivó al mundo en los numerosos festivales por los que circuló, con una maravillosa historia de redención de dos personajes destinados a la desgracia en un país del que no se escatiman las deficiencias y problemas que impiden su condición de país civilizado.

Un niño que queda huérfano en una estación ferroviaria, y una mujer mayor sin escrúpulos, que ’trabaja’ en esa estación como escribiente de cartas para personas analfabetas (y no faltan por esos lares), se encontrarán e iniciarán un viaje a través de un país inmenso y fascinante, en busca del padre del niño, que servirá para la redención de ella y la educación sentimental de él.

A destacar, además del extraordinario guión, las insuperables interpretaciones de Fernanda Montenegro, (que debió ganar el Oscar para el que estaba nominada en vez de la pava de la Paltrow), y el pequeño Vinicius de Oliveira, que compone también un personaje muy difícil de olvidar. Como toda la película.