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España España · Gijón
Críticas de Loberto
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Críticas 49
Críticas ordenadas por utilidad
5
27 de septiembre de 2006
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Habría que preguntarse qué fue lo que motivó a los traductores a adaptar el título original de "Hoodwinked" (que viene a significar algo así como "engañar" o "embaucar", además del juego de palabras con "hood", que hace referencia a la capucha de Caperucita) como "La Increíble Pero Cierta Historia De Caperucita Roja". Desde luego, algo más de imaginación tuvieron que los responsables de esta peli, que se viene a sumar a la ingente cantidad de adaptaciones desmitificadoras de cuentos, donde "Shrek" sigue brillando en cabeza.

El argumento tiene cuatro líneas, que se corresponden con los cuatro personajes principales de una historia harto conocida: Caperucita, la abuelita, el Lobo y el leñador. Todos contarán las vicisitudes que les llevaron al conocido momento final en el que todos se enzarzan, con el fin de aclarar su participación en los robos de las recetas de cocina que se producen en el pueblo. Así pues, no sólo veremos la misma historia contada desde varios puntos de vista, sino que esta nueva versión de la chica de la capucha roja sigue el patrón de los filmes de "adivina quién".

En este caso, es bastante fácil sumar dos y dos y descubrir quién es el ladrón. Y digo lo de fácil porque uno no es demasiado experto en el arte de adivinar la sorpresa final, pero esta se huele a la legua. Otro punto algo negativo es la dudosa calidad de la animación, y lo poco agradable a la vista de los personajes, que parecen excesivamente caricaturizados e irreales, incluso teniendo en cuenta lo irreal de por sí de estas producciones. El doblaje en esta ocasión no molesta demasiado, que ya es de celebrar, pero las canciones están pelín forzadas, y no aportan nada a la trama. Afortunadamente, son muy poquitas, y se llevan con dignidad.

No hay mucho más que destacar en la parte negativa. En realidad, tiene varias cosas buenas: la duración va poco más allá de los 70 minutos, los chistes tienen la suficiente gracia para agradar a los más pequeños, y las partes delicadas, así como cualquier tipo de moraleja, son apropiadamente soslayadas. Eso sí, es justo comentar que todos los personajes parecen estar poco a gusto en sus estereotipos clásicos, y esa es la baza con la que juega la película.

En definitiva, un producto de fácil digestión, con un humor muy blanco, y que deja buen sabor de boca. Como los pasteles de la abuelita.
Loberto
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6
30 de enero de 2007
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cómo resistirse ante una peli cuyo reclamo es la interpretación del bueno de Ben Affleck? Desde luego, yo fui incapaz de sustraerme ante ese encanto, y me la tragué. No es una gran película, desde luego, quizás por ese aspecto permanente de telefilm, pero tampoco sales con ganas de incrustar un camión contra la sala de cine, así que eso ya es positivo.

"Hollywoodland" se aproxima a la escabrosa muerte por un disparo en la cabeza de George Reeves (Ben Affleck), conocido por ser el primer Superman de la tele. Aunque la LAPD cierra el caso como suicidio, el detective privado Louis Simo (Adrien Brody) continuará investigándola con la intención de descubrir la verdad.

La historia se desarrolla en dos tramas que van intercalándose: una muestra la investigación de Brody; la otra, el desesperado intento de Reeves por hacerse un hueco en el duro mundo de Hollywood, y su relación con Toni Mannix (Diane Lane), esposa del director general de la MGM, Eddie Manix (Bob Hoskins). A pesar del continuo salto temporal, el argumento puede seguirse sin problemas, pero da la impresión de que la parte detectivesca no avanza, y se emplea demasiado tiempo en dos subtramas (el marido celoso y la relación de Simo con su hijo) que no aportan nada a la principal.

El director, Allen Coulter, que debuta en la gran pantalla, deja que el peso de la película recaiga sobre sus actores: Adrien Brody está bien, Diane Lane está estupenda (en ambos sentidos), y el resto de secundarios, pelín desaprovechados, sobre todo Bob Hoskins. ¿Y Affleck? Pues irregular: tiene momentos buenos (cuando hace de Superman, o en las escenas que muestran el patetismo de su actual vida) y otros no tan afortunados. Vamos, por encima de su media, pero tampoco esperemos milagros.

Al final, uno se queda con la sensación de que la cosa no ha estado mal (sobre todo, porque permite hacerse la idea que a uno más le guste), pero pelín desaprovechada por la excesiva duración del metraje, las caídas de ritmo, o la poca vida que le da el director en ciertos momentos. Sin embargo, merece la pena echarle un ojo, aunque sólo sea por contemplar a la Lane. Su interpretación, claro, que aquí somos de un mal pensado...
Loberto
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6
8 de diciembre de 2006
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra colaboración más entre el incombustible Tony Scott y Denzel Washington, que le ha cogido el gustillo a esto de hacer de poli. En esta ocasión, encarna a un agente de la ATF llamado Doug Carlin, que tiene que investigar un atentado contra un ferry que se ha cobrado cientos de vidas. El agente del FBI Andrew Pryzwarra (Val Kilmer) le reclutará para intentar descubrir al terrorista responsable, y de paso, solucionar el asesinato de Claire Kuchever (Paula Patton).

A pesar de que hay un fuerte componente de física (e incluso metafísica) en el guión, pronto se descubre que esto es tan sólo un pretexto para presentar una historia clásica de buenos y malos, entre muchos tiros, persecuciones y explosiones varias. Así que, en realidad, no se deja mucho lugar a la reflexión sobre los peligros de jugar con el tiempo, ya que Tony Scott ha optado por hacer un thriller de acción a la antigua usanza.

Denzel Washington está bien, como casi siempre, aunque tampoco el personaje le requiere un enorme esfuerzo interpretativo. Su carisma le basta para salir en pantalla y parecer un tipo honesto y fiable. Los demás luchan por las migajas que les deja Scott, y no hay ninguno que desentone. Si acaso, se echa de menos que los personajes de Val Kilmer y Jim Caviezel tengan algo más de enjundia, pero el desarrollo de la peli tampoco requiere de ellos mucha profundidad.

La sorpresa recae en Tony Scott, que no ha saturado la película de sus clásicas sobreexposiciones, cambios de velocidad, imágenes bamboleantes, zooms salvajes y demás marcas de la casa, algo de agradecer cuando sus trabajos se visionan en la pantalla grande. Desde luego, no se ha convertido en Wong Kar Wai, pero en "Déjà Vu" se muestra bastante comedido.

En fin, una peli que promete bastante más de lo que luego resulta ser, pero que a pesar de su falta de profundidad en el guión y su tópica resolución, no aburre durante sus 128 minutos de duración. Si acaso, deja la extraña sensación que se siente al notar que uno ya ha experimentado esto con anterioridad...
Loberto
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3
16 de septiembre de 2006
2 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta difícil saber qué pretende esta especie de "biopic", aparte de matar al espectador (de aburrimiento, se entiende). Con la excepción de los títulos de crédito, y alguna imagen del paisaje aislada, no recuerdo un solo plano en el que no salga Sean Penn.

Y al principio la cosa no va mal: Penn está contenido, y parece representar a un hombre inseguro que sale de una mala racha y va intentando poco a poco sacar la cabeza del pozo. Pero, claro, sólo lo parece, porque esto no es un relato de autosuperación, sino de autodestrucción. Lo que pasa es que, al menos a mí, este hundimiento de Sam Bicke en la desesperación me importó bien poco.

Y es que a uno le cuesta identificarse con un personaje al cual todo le parece mal, y que encima está rodeado de meras fotocopias de personajes, porque en este film se dan todos los tópicos: el amigo fiel, y a la sazón, negro oprimido; el vendedor que engaña a los clientes; la ex-mujer del susodicho Bicke (¿qué le aportaba este papel insulso a Naomi Watts?) que pasa de él...

Para más inri, las ideas que expresa nerviosamente Penn (el cáncer del sistema, el racismo de los líderes, la opresión del proletariado...) son tan panfletarias, que más parece una caricatura que un personaje real (quién sabe, quizás eran cosas de la "dramatización" de los hechos). Si a esto sumamos que al amigo Bicke le entra la idea de matar a Nixon de una escena a otra, por las buenas, y que Sean Penn empieza a mostrar esos clásicos tics faciales, la cosa empeora por momentos.

La dirección varía entre el estilo de pseudo-documental y planos varios de las arrugas de Penn, aparte de introducir todos los elementos tópicos: ambientes cerrados para demostrar la opresión del sistema, planos lejanos para mostrar su soledad, voces en off para decir lo que no puede mostrar con imágenes...

Es de esperar que bajo esta fachada no se esconda ningún mensaje, porque parecerá que cualquiera que no se encuentra a gusto con su vida o con el estado de las cosas es un psicópata a punto de hacer una locura (fíjense que los demás personajes no parecen darse cuenta de cómo tienen que humillarse para sobrevivir, pobrecitos). Ojalá todo parecido con la realidad sea, esta vez más que nunca, una mera coincidencia. Y hasta eso sería preocupante.
Loberto
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