Sully - Buena
Clint Eastwood ha dado grandes muestras de que es un excelente realizador y que tiene oficio.
En este caso, retoma el suceso de Sully, un piloto de avión, en el final de su carrera, que en 2009 se convirtió en héroe por lograr un exitoso aterrizaje forzoso en el río Hudson y salvar a todos las personas del vuelo para luego ser arduamente juzgado por una junta aérea que realizó simulaciones para comprobar si había seguido el protocolo más adecuado. Y lo hace con la magia del cine.
Eastwood logra transmitirnos los sentimientos del piloto y hacernos vibrar aún cuando conocemos de antemano la hazaña lograda. Y lo hace en el tiempo justo: la película dura poco más de una hora y media, poca duración para el cine norteamericano al que estamos acostumbrados.
Mención aparte merece la muy buena interpretación de Tom Hanks, a quién encontramos con pelo canoso y bigote encarnando al piloto, y en algún punto al propio Clint Eastwood que como en muchas de sus películas parece encontrar una empatía simbiótica con sus personajes.
Sin embargo, y pese a la experiencia cinematográfica de Eastwood, la película deja la sensación de que Tom es más importante que Sully y de que su hazaña sólo sirve para armar una gran puesta en escena sobre los errores y aciertos cuando juzgamos a las personas. Al final, parece que todo se trata de heroizar a un hombre que pretende salvar su conciencia.
Más allá de eso, se vislumbra como firme candidata, por lo menos, a recibir nominaciones de los Oscar.

El Poder de la Moda - Buena.
A pesar de las malas críticas, en algún punto fundadas porque hay una mezcla de géneros muy exótica (western, melodrama, comedia negra, humor y tragedia) es bueno ver cine australiano en las carteleras y la propuesta es entretenida con una gran actriz como Kate Winslet a la cabeza como la gran diseñadora que "está de vuelta, bastardos" y un buen revival de Judy Davis en el papel de su madre. Por supuesto Kate tiene un galán chongazo y además al policía del pueblo (que es el malo de Matrix) le gusta travestirse.

"En el jardin de las memorias, en el palacio de los sueños, ahí es donde tu y yo nos veremos" dijo el Sombrerero
"Pero un sueño no es la realidad" contestó Alice
"¿Y quién te dice cuál es cuál?" inquirió el sombrerero"
"Alicia a través del espejo" -
A pesar de sus fallas, siempre es lindo ver una peli basada en el libro de Lewis Carroll

"Julieta" - Buena
Almodóvar hace una digna versión de los relatos de la nobel Alice Munro, aunque un poco densa. Triste drama con excelentes primeros 30/40 minutos que luego se van volviendo tediosos. Gran presencia de Rossy De Palma.

Francofonia del genial Alexandr Sokurov - Muy buena
Uno de los más importantes cineastas vivos que, como siempre, nos propone nuevas experiencias. Esta vez, a partir de una historia fragmentada en tantas partes como sea posible, Sokurov nos propone una meditación a partir de la historia del Louvre, de París, de Europa, del arte, de la civilización y de las personas.
Tal vez, el recuerdo del embelesamiento logrado en "El Arca Rusa" hace que esta nueva propuesta, alejada del origen del ruso, se aleje -aunque sólo sea en breves pasajes- del fin del realizador reemplazado por una crítica política demasiado subjetiva (que objetivamente es fácilmente contrastada) que postula que el régimen nazi durante la segunda guerra mundial resultó protectora de Europa frente a la destrucción ilimitada de la URSS.
Empieza la película y aparece el propio Sokurov, en plena realización del film, intenta comunicarse vía Skype con el capitán de un navío que lleva contenedores con obras de arte amenazado por una tormenta en altamar.
"El mar, el océano. Miro y recuerdo a Chejov: "El mar se agrandaba, sobre cada ola se quebraba otra y no hubo en ellas ni razón ni piedad. La fuerza del mar y de la historia son así: sin razón ni piedad". ¿Qué me importa de este océano? Que viva su vida y nosotros la nuestra, ¿De qué nos sirve conocer esta fuerza? Tenemos nuestras ciudades, nuestro cielo y nuestros cómodos departamentos, la vida, la belleza... un pueblo está rodeado por el océano. Un ser humano tiene un océano en sí mismo"
Es ese el contrapunto de la película -cuya estructura tiene distintos niveles: es ficción y también documental- situada en la ocupación nazi de París en 1940 con el eje puesto por un lado en el destino de las obras del Louvre, eje emblemático no sólo de la ciudad de las luces sino de la cultura europea, pero también en la relación entre el entonces director del museo (Jacques Jaujard) y el conde Franz von Wolff-Metternich (encargado alemán del Kunstschutz, de la protección del patrimonio cultural francés durante la guerra).
Al mismo tiempo, Sokurov -como ya lo había hecho en su sublime "Arca Rusa" en la que nos permitió deambular por el Hermitage- nos propone un paseo por el Louvre y sus obras (algunas harto conocidas, otras que escapan el conocimiento de muchos expertos) y reflexiona sobre el arte occidental, sobre las valoraciones del arte y la herencia cultural y principalmente sobre la relación intrínseca entre los saqueos imperialistas y la historia del museo.
Como si fuera poco, en el Louvre de Sokurov deambula el fantasma de Napoleón que presume toda su banalidad y posa frente a algún cuadro que lo representa y Marianne, que encarna a la República de Francia y repite el lema como un mantra.
"Es el pueblo. Qué rostros, qué almas. Ángeles. Muchachos. Crueles como pueden serlo, sobre todo cuando los padres duermen. Es así como empezó el siglo XX y nuestros padres se durmieron. A penas llego aquí, viene hacia mi corriendo. ¿Qué perseguimos? Dime, querido fantasma, ¿Qué nos espera? Liberté, égalité, fraternité. Marianne, amiga mia, no tengo muchas ganas de bromear".
"Alexander, es tiempo de filmar" llama una voz al propio Sokurov. "La película está lista, no se si tendrá éxito... sólo estoy yo rodeado de libros", contesta el cineasta.
La película está lista y nuevamente, Sokurov logró hacernos meditar y vagar entre sueño y realidad, pasado y presente, historia y vida.