"Deadpool" se deshace de la reflexión y la sobriedad del cine de superhéroes reciente para entregarnos una diversión salvaje, alocada, entretenidísima y espectacular. No sólo es capaz de saciar la sed de justifica de sus fanáticos de cómic en su adaptación a la gran pantalla, sino que también satisface al público en general o casual que ni siquiera conozca al antihéroe de antes. Y lo que hace, tiene el detalle de hacerlo rematadamente bien.
No es una película sobresaliente, pero sí es una diversión notable, bien hecha y con un gusto realmente ameno.
Su guión incluye una convencional historia de orígenes (con su correspondiente nota seria a mitad de película, pero sin empañar en exceso su argumento), contada a modo de flashback por partes y adornada con una apabullante cantidad de ociosos chistes jocosos y realmente graciosos. Sus referencias a las propias películas del género o a la cultura general universal no tienen desperdicio.
La dirección, efectos y aspecto técnico se hallan cubiertos de sobras. Aunque no cuente con mucho presupuesto, es una superproducción de estudio y eso se nota.
El ritmo es rápido e intenso. Sin ser una constante persecución, tampoco es que se haga larga o tenga tiempos muertos. Es siempre dinámica y, por momentos, endiablada.
Ryan Reynolds es inolvidable como el irreverente y entrañable protagonista. Él resulta ahora tan esencial como Deadpool, como por ejemplo Robert Downey Jr. resulta ahora tan apegado a Iron Man. Eso sólo puede ser resultado de una interpretación de oro. Y Reynolds lo clava, bien acompañado y secundado por un reparto que cumple con creces.
Queda pues una evasión rápida e ingeniosa, bien hecha y contada, intensa, que no engaña a nadie y que (precisamente por eso) gana muchos enteros.

"Espías desde el cielo" pasa de ser un thriller bien presentado y correctamente ejecutado a toda una proeza del suspense y debates morales en cero coma. Estamos ante una película de personajes, donde lo fundamental son los diálogos y su significado. Apenas hay acción, tiros o explosiones. Y, sin embargo, nos mantiene al borde del asiento más tensos que cualquier "jungla de cristal". Es un drama por encima de todo, pero un drama excelente.
El guión es sólido en todo momento, sin miedo a desafiar o hasta cruzar límites morales y mostrar sus trágicas consecuencias.
La factura técnica es genial: la fotografía y la paleta de colores es perfecta, así como la dirección es tan tensa y fija como la película lo requiere.
Las interpretaciones son lo que terminan de convertir una película de notable alto en sobresaliente. Mirren y Rickman (a quien dedican la película por su triste fallecimiento) se hallan sensacionales. Paul se aleja de su personaje en "Breaking Bad" resultando sorprendente. Glen y resto de secundarios aportan más que su propia imagen a la pantalla cumpliendo con creces.
Puede que a nivel comercial no haya tenido una mayor repercusión, pero tampoco parece diseñada para eso. "Espías desde el cielo" está hecha para remover conciencias y convicciones morales, dejando su huella como entretenimiento de primer nivel por el camino. Todo un triunfo que no se veía venir de primeras.

Otra película a la que puntué en su día y que aún pasado el tiempo, pedía una crítica a gritos. "Identidad" es un thriller de suspense de ritmo tremendo, mucha atención a los detalles y un tramposo final sorprendente que termina de redondear la apuesta. Si bien no es un thriller perfecto, sí que es un perfecto entretenimiento que trasciende sus fallas en virtud de una historia inteligente cuyos giros se suceden frescos.
El guión tiene un buen pulso nervioso y un mejor ritmo aún. Como pasara recientemente con "Secuestro", es una trampa hecha con gusto (y aquí en especial, con mucha imaginación), de las que hasta te gustan y pegan muy bien con la historia.
La dirección de James Mangold da claustrofobia hasta en espacios abiertos. La factura técnica y la banda sonora acompañan muy bien a la historia.
Las interpretaciones son de lo mejor de la cinta (grandes Cusack y Liotta), cimentando muy bien el misterio de la misma y entregando personajes realmente carismáticos y con los que te identificas y sigues como conductores de la historia.
Sin esperar nada de ella en su tiempo, y siguiendo viéndola con sumo gusto a día de hoy (y constando la sequía general de historias tan originales como éstas), "Identidad" representa una diversión notable e intrigante. Una gran película de suspense con un final para el recuerdo y unos actores (algunos de ellos ya olvidados) que volvieron a brillar como en sus días de gloria.

"Batman: Asalto en Arkham" es la mayor sorpresa que me he llevado en el cine de animación reciente. No es sólo una sangrienta y divertida adaptación fiel de los cómics de DC, su naturaleza y sus personajes. Es una película más que entretenida, vibrante y finalmente casi magistral en lo que se propone.
El guión parte de una base simple que funciona a las mil maravillas y encaja con el tono desenfadado de sus protagonistas (Batman es secundario prominente, y a mucha honra). Por ello, las sorpresas que su historia consigue dar quedan incluso más ingeniosas y el gusto por la historia crece de forma sostenida en su hora y cuarto de duración aprovechada de forma genial.
La animación y la factura técnica resultan potentes para haber sido lanzada directa al DVD.
Los personajes y sus personalidad son tan acertadas, tan bien llevadas y manejadas en la pantalla, que hacen que te intereses por ellos en tan poco tiempo. Muy, muy pocas películas de carne y hueso (sean del género que sean) consiguen eso.
Sin miedo al sexo ni a la violencia, traspasando de las hojas del cómic a la pantalla una historia de naturaleza fiel a su fuente y a ritmo de sangre y palabras malsonantes: "Batman: Asalto en Arkham" es un triunfo en su propuesta, un entretenimiento modélico, la mejor película animada de Batman hasta la fecha y la cima del escuadrón suicida que no creo que jamás lleguemos a ver en la gran pantalla (y en tiempos de calificaciones familiares y montajes suavizados).

"El lobo de Wall Street" represente tres horas que nunca se hacen tediosas. Tres horas de chistes negros sexuales y fraudulentos. Tres horas que muestran cómo un joven se hizo rico a costa de trampas que crecen y se tornan más grandes y codiciosas hasta que ya no puede pararlas. Tres horas en las que el dinero se hace religión para convertirse en dios. Tres horas de cine de excesos de absorbente calidad y fácil digestión. Tres horas de un biopic fiel a la personalidad en la que se retrata, a tomar como modelo desde su dirección frenética hasta su estilo visual.
El guión literalmente no para. Presenta mucha información en sus tres horas notables, pero es un carrusel que no deja de girar en ningún momento. El ritmo se adereza pese a la duración y aunque notas el paso del tiempo, la atención no desconecta hasta su final.
La dirección es trepidante, ayuda mucho al ritmo de la película. La banda sonora es variada y acertada, así como un estilo visual que combina un encuadre clásico con lo digital en alta resolución de forma genial.
Las interpretaciones son voraces. DiCaprio está por encima de todo y desde el minuto uno sabes por qué: es un actor enorme y da una interpretación monumental que eleva la película en todo momento. El resto del reparto (Margot Robbie, Jonah Hill, Matthew McConaughey...) está brillante en sus roles y hasta el que menos aparece deja huella en la película.
"El lobo de Wall Street" es una oda al exceso notablemente hecha en todos los sentidos.