Decir a los que se informan poco que esta película no está basada exactamente en la obra de Aristófanes, sino en el cómic homónimo del alemán Ral König, que viene a ser una versión de la comedia clásica muy "suya". Teniendo en cuenta que es un dibujante de comic gay con personajes grotescos y situaciones disparatadas, ya se puede uno imaginar de qué va la peli.
Mucho mucho colorido y actuaciones exageradas y bastante ridículas es lo que más vamos a encontrar, la verdad. Hay mucho actor cañí entre el reparto que queda simpático, pero ahí queda la cosa, para qué nos vamos a engañar: "Lisístrata" es una película que se toma a sí misma a risa. Del espectador arrancará como mucho alguna sonrisa; aunque ,la mayoría de las veces, algo de vergüenza ajena, la verdad.
Lo curioso es que mantiene bastante el espíritu del cómic y sin embargo fracasa estrepitosamente como película. Supongo que en papel es donde debía haberse quedado.
Por lo menos, el vestuario es genial, eso sí. Y si queréis ver mariconear a Juan Luis Galiardo, Oscar Jaenada, el Gurruchaga y muchos más actores ibéricos, aquí lo tenéis. Pero, por favor, no os hagáis grandes expectativas.

Una buena adaptación de las memorias de Loretta Lynn, que se nota que se ha hecho con cariño y fidelidad a los hechos. Al fin y al cabo, no hay más, aparte de unas excelentes interpretaciones en general. Spacek borda su papel, interpretándola desde que es una adolescente hasta que es madre y cantante en la cima de su éxito (con sus correspondientes altibajos, claro). Ah, y encima canta, y muy bien, por cierto. Tomy Lee Jones también cumple muy bien su papel. Un guión efectivo y que no aburre cuenta la esencia del talento de la cantante country.
Y, por cierto, como es evidente, ésta es una película que se aprecia y disfruta más si os gusta el género de country y conocéis a la cantante. Al fin y al cabo, es un ídolo en su país.
Muy disfrutable.

Para los que se pregunten si la película mantiene el espíritu y estilo de Wong Kar-Wai a pesar de estar occidentalizado, la respuesta definitiva es sí. Aunque no se aprecie el más mínimo rasgo orientalizado en todo el metraje (al contrario, todo son elementos muy occidentales, más bien norteamericanos), su impronta está indudablemente ahí: los primerísimos planos, la mezcla desbordante de luces y colores, las secuencias a cámara lenta, las escenas mudas de gran intensidad dramática, el poder de la música (toda ésta genial)... Todo está ahi de forma deliciosa.

Por otra parte, la historia es más bien corta, en el sentido de que realmente no pasa mucho: el viaje de la protagonista, Elizabeth (Norah Jones, muy convincente) por diversos lugares en los que conoce a gente con sus circunstancias (entre los que sorprenden todos por sus interpretaciones [mención especial quiero dar a Rachel Weisz, que me ha sorprendido gratamente]) y pasa por muchos trabajos y penurias, todo para volver al mismo sitio donde comenzó, sólo que ahora es capaz de apreciar lo que siempre ha tenido delante.
Pero Kar-Wai alarga el metraje a propósito para estirar las escenas, concentrando las emociones y haciéndolas muy intensas, consiguiendo que todos los intérpretes se luzcan. Algo que realmente se agradece.

Es una película que admite con humildad las debilidades del ser humano y las expone, lo mezcla con un romanticismo nada dulzón y nos enseña la belleza de los pequeños detalles. Kar-Wai nos enseña a ver la vida tan intensamente bella como es. Occidente le ha sentado bien a Kar-Wai, y Kar-Wai nos sentará bien a nosotros.

Una película que me sorprendió y que me dejó algo tocado después de salir de la sala... Es una historia de esas en las que un hecho pequeño se convierte en algo grande, tan grande que se convierte de repente en el meollo de todo el asunto. E impacta ver cómo esa bola de nieve va creciendo. Todo esto a través de un montaje muy interesante en el que vemos secuencias por partes, y se reanudan viéndose desde un punto de vista que aclara interrogantes; al menos en la primera parte de la película. La segunda cambia bastante de tercio, al dar un gran salto en el tiempo, pero mantiene un ritmo potente.
Por otro lado, unas interpretaciones más que correctas por parte de los 3 protagonistas, creíbes e intensas en todo momento. No les falta humor en ocasiones, ironía en otras y rabia y amargura más a menudo.
Pero lo que me dejó atónito fue el espléndido, atrevido y original uso de la fotografía y el sonido: planos estudiados constantemente con perspectivas alternativas, con contrastes de luz y vapores varios ennubilando el ambiente. Es una mezcla de glamour, arte y decadencia lo que reina en sus planos. Y, por otro lado, esa música que acompaña incansablemente (y sin cansar al espectador) al ritmo de las teclas de la máquina de escribir. Es curioso el uso que se la da a este instrumento como, valga la redundancia, "instrumento", fusionada con una música clásica deliciosa.
No le he visto ningún defecto excepto, quizás, perder un poco de pulso hacia el final; pero sin duda, es una de esas adaptaciones de novela que merece un puesto enmarcado en el muro de los honorables.

Vale, seguramente no es la mejor película de Woody Allen, pero las comparaciones son odiosas. Lo mejor es ver esta película sin prejuicios. Entonces ves lo que es realmente. Se nota que Woody Allen está muy acostumbrado a hacer películas, tanto que a veces da la sensación de que todo pasa un poco rápido, pero más que eso es que la película resulta limpia, clara e impecable. Cuenta lo justo y necesario, rozando a veces lo escueto pero sin dejar ganas de más.
Ése sería para mí el inconveniente que no tiene por qué serlo. Por otra parte, el guión es bastante bueno, haciéndonos reflexionar mucho especialmente sobre lo que está bien y lo que está mal, o sobre hasta dónde llegaría una persona para conseguir lo que más desea. Básicamente, Ewan McGregor y Colin Farrell (Ian y Terry en la película) son los puntos de vista de esta reflexión, y sufren sus consecuencias. Una historia bastante fuerte.
Por otro lado, a destacar las interpretaciones de todos, especialmente las de los protagonistas. Colin Farrell no nos tiene acostumbrados a hacer de muchacho débil y derrotado y aquí lo borda. En la otra cara de la moneda, McGregor muestra su cara más ambiciosa sin llegar a ser absurda o histriónica.
En resumen, salí con muy buen sabor de boca del cine, a pesar de algunas flojezas visibles. Pero se le perdonan, creedme.