En 1993, Hollywood recuperó la pasión por el cine de catástrofes gracias a “Parque Jurásico” entre otras brillantes producciones de la época. Steven Spielberg se puso al frente de un ambiciosísimo proyecto basado en una popular novela del autor y también cineasta Michael Crichton.

Ante una obra en la que la demencial ambición del ser humano trae de vuelta a la vida en una isla cercana a Costa Rica a los reptiles más apasionantes del pasado de nuestro planeta.

Ésta reserva biológica llevada a cabo por el multimillonario John Hammond y su empresa In-Gen, necesita unos permisos de apertura firmados por tres expertos; el matemático Ian Malcolm, el paleontólogo Alan Grant y la paleobotánica Ellen “Ellie” Sattler.
Por desgracia, una tormenta tropical y un boicot interno a modo de caballo de Troya acaban con el funcionamiento de las instalaciones del parque y nuestros expertos se ven abocados a una desesperada carrera por sobrevivir.

La película vio la luz el 11 de junio de 1993 y fue todo un fenómeno. Contó con la excelente dirección de Steven Spielberg, la producción de Kathleen Kennedy y Gerald. R Molen (Que tiene un breve cameo en la cinta), la extraordinaria banda sonora de John Williams y un gran e infravalorado trabajo en el guión por parte de David Koepp y Michael Crichton. Sin duda crearon un guión redondo.
Ésto no significa que “Jurassic Park” posea una historia compleja ni profunda, sino que lo que se propone lo cumple con creces y todo lo que debe hacer bien lo hace mejor. Es una obra soberbia realizada con maestría y cuenta con unos efectos visuales que en la actualidad se siguen viendo maravillosos, unos efectos sonoros cuyos sonidos han creado escuela a tal punto de convertirse en icónicos y ser parodiados y reutilizados en otras películas (Véase “Bichos” o “Avatar”), unas actuaciones más que decentes por parte de sus protagonistas destacando especialmente Jeff Goldblum en el papel menor del doctor Ian Malcolm. ¿Qué más podemos pedir a una película que tiene acción, suspense, imaginación y ciencia-ficción?
¿Acaso a alguien le extraña que fuese ésta cinta la que ostentó el título de la más taquillera de la historia del cine hasta la llegada de “Titanic” en 1997?

La única queja que puedo ponerle a “Jurassic Park” son los conocidos y comentados fallos de rácord, siendo el foso que hay tras el cercado de la tiranosaurio el más chocante de todos. Ahora, ¿Es ésa una razón suficiente como para tirar por tierra todos los demás logros de éste film? No y mil veces no.

Además cabe destacar que si la novela original acercaba el relato a la oscuridad más escalofriante que pueda ofrecer la ciencia-ficción, la película centra sus esfuerzos en hablar a una audiencia joven, muy en el estilo de lo que el propio Spielberg hizo con “Tiburón” allá por 1975.
Ésto hace de “Jurassic Park” una obra que aspira a convertirse en una aventura de fantasía con tintes de terror que hará disfrutar prácticamente a toda la familia.
Es evidente que conviene conocer a los niños antes de plantarles ante una maravilla cómo ésta ya que si aún no tienen la madurez suficiente pueden llegar a tenerle terror. De hecho, uno de los grandes logros del relato presentado por Spielberg es conseguir que el dinosaurio más terrorífico no sea la tiranosaurio a pesar de ser la estrella del show, sino los velocirraptores y en menor medida una criatura muy olvidada e infravalorada por los fans de la franquicia; el dilofosaurio.

Los problemas de Goofy se llevan al extremo en este mágico cortometraje de los primeros años de Disney, en los que el ex Dippy Dawg se compra un perrito al que llama Firulais (Bowser en versión original) que hará de su vida una comprometida aventura.
Dejando de lado el hecho de que Goofy sea un perro antropoide, es interesante comprobar las dos caras de la compañía canina que a menudo necesitan algunas personas.
El dueño ha de cuidar y amar a su perrito en toda su perfección, en toda su imperfección y con todas las consecuencias positivas y negativas que acarrea para su vida y la de sus vecinos.
La animación es de 10 como no puede ser de otra forma en Disney, la historia es más que adecuada para los seis minutos que dura el corto, y la sensación de vértigo y agobio que produce la gran ciudad está muy conseguido. Lo único que no termina de convencerme es que haya una narración, pero vamos, por buscarle algún defecto.
En conclusión, “El mejor amigo del hombre” es un muy buen representante de los años dorados de los cortometrajes Disney.

Si en 1980 llegó “Viernes 13” a los cines de la mano de Sean S. Cunningham y un año después tuvimos su secuela de la mano de Steve Miner, Paramount trajo en 1982 la ya ineludible secuela.
De nuevo de la mano de Steve Miner y preparada para lanzarse en formato 3D, el estudio nos dejó “Viernes 13. Parte III” como una obra renovadora dentro de esta franquicia slasher.
En un principio se planificó como cierre de una hipotética trilogía que al final nunca lo fue. Pues dos años después llegaría a los cines “Viernes 13. Parte IV: El capítulo final”.
Estamos ante una cinta correctamente dirigida y para sorpresa de muchos inferior a sus dos predecesoras, pues si la saga de “Halloween” o la entonces futura “Pesadilla en Elm Street” al menos se esforzaron por tratar de hacer algo distinto en cada entrega, con “Viernes 13” los productores se salían rara vez de su zona de confort.
Por ésta razón, mientras esas sagas tenían altibajos, la saga de Jason cada vez iba a peor. Su desarrollo como personaje le llevó a pasar de anecdótico en la primera a personaje principal de la segunda. En esta tercera entrega, el desarrollo del personaje quedaría sellado cuando el asesino se hizo con la icónica máscara de hockey.
Por desgracia, si las dos primeras no destacaron por el desarrollo de las víctimas, los de ésta tercera parte fueron aún más planos y olvidables. Los planos diseñados para un 3D cutre sobran bastante a día de hoy.
La franquicia volvió a tener algún repunte antes de hundirse en el infierno, lo mejor de “Viernes 13. Parte III” fue Jason Voorhees sin ninguna duda. Es divertido verle haciendo el bestia, y Richard Brooker cumplió funcionalmente con su papel.
Peli entretenida, le doy un 6 porque soy misericordioso, pero Jason se merece una mejor película.

Si una película es capaz de mantenerte pegado al asiento con toda tu atención en ella, y al final termina gustándote a pesar de ser un producto de baja calidad filmicamente hablando, ¿Qué hay de malo en reconocer que disfrutas con ella?
Pues absolutamente nada. No sólo vemos cine para apreciar arte, también lo hacemos por lo entretenido que suele ser y su capacidad para transportarnos a otros mundos.
Por esa regla, yo puedo disfrutar de una película como “Senderos de gloria”, así como puedo hacerlo viendo chorradas como “Troll 2”. Ambas me gustan, pero yo sé perfectamente cuál de éstas dos películas es buena y cual no lo es.
Por esa misma razón, nadie puede quitarme el derecho a disfrutar de una cinta tan divertida, loca y absurda como “Campamento Sangriento”. Porque solo por lo entrañable y encantadora que es, perfectamente puedo permitirme dedicarle una hora y media de mi tiempo.
La historia no es nada del otro mundo, podría definirse como un “Viernes 13” a lo loco. Porque si el “Viernes 13” de Sean S. Cunningham es una película muy medida y calculada a pesar de que no pretenda ser una Obra Maestra, al final termina siendo una película buena a secas. Va a lo seguro y triunfa porque no asume más riesgo de lo necesario en su planteamiento.
Todo lo contrario a lo que sucede en “Campamento Sangriento”. Como aquí ya se sabe desde la propia productora la clase de historia que quiere contar, el director Robert Hiltzik se permite jugar, experimentar y recrearse con su asesino y su particular relato de terror en el que un asesino matará a varios de los jóvenes protagonistas durante el campamento de verano.
Poco más me atrevo a decir sin spoilers. En conclusión, para mí esta película es una divertida aventura que ningún amante del terror debe perderse, por lo que perfectamente le puedo conceder una puntuación de 7 sobre 10.

No me puedo creer las críticas que leo de esta película. Partiendo de la base de que no es de lo mejor que haya hecho Wes Craven, definitivamente es mucho mejor que otras de sus cintas.
Lamentablemente no es una obra de carácter atemporal como sí lo fue “Pesadilla en Elm Street”. No, lo cierto es que “Amiga mortal” es un producto claramente de los 80, con todo lo que ello implica.
Por eso es una película tan divertida, ya que tenemos desde ciencia-ficción y fantasía hasta el terror con las escenas más brutales.
El problema es que a pesar de ser una cinta muy entretenida, no deja de navegar entre dos aguas. Por lo que tenemos en ella desde escenas livianas y entrañables con el robot BB, una simpática máquina que emite sonidos de jawa, hasta momentos de lo más desagradable con violencia explícita y muy gráfica. Pero hay dos tipos de violencia en este film; la que se puede disfrutar porque nosotros como espectadores sabemos que no es real, y la que es condenadamente desagradable porque por desgracia ocurre en la vida real.

La historia me recuerda a una fusión entre “Gremlins”, “Terminator” y “Frankenstein creó a la mujer”. Hasta ofrece ciertas ideas que años después pudimos disfrutar en “Terminator 2: El Juicio Final”.
Aunque ciertos efectos especiales se vean envejecidos en la actualidad, la historia funciona. Es ágil, entretenida y directa, y por lo general ofrece un elenco de personajes con cierta profundidad que funciona increíblemente bien y se aleja de los clichés estereotipados que nunca evolucionan durante el transcurso de su obra.

Aunque ninguno de los intérpretes es demasiado conocido, la más destacable es Kristy Swanson en el papel de Samantha. Hay que ser frío como la escarcha para no enamorarse de ella al terminar de ver la cinta. Sin duda, lo mejor de la obra.

Puntuación: 7 sobre 10.