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Argentina Argentina · Buenos Aires
Críticas de Alaneche
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Críticas 349
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
26 de abril de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última propuesta del director Lionel Baier tiene sus instantes de gracia y de picardía. También pierde el hilo, en breves pasajes, y apuesta, en alguna que otra secuencia, al cambio de tono para no estancarse en un solo tipo de matiz. El sarcasmo está a la orden del día y los intérpretes colaboran mucho y positivamente en este aspecto. Todo se desarrolla durante 85 minutos.
De impecable ambientación y situada en 1974, La gran noticia no es una comedia de carcajadas, sino de momentos de chispa. Pinceladas y acertados bocadillos que no se extienden más de lo necesario en la premisa buscada. Un estilo de humor particular, sazonado con el siempre gustoso recurso a la sátira. El cuarteto principal congenia gracias a la buena química y al carisma de cada uno de los personajes. Valérie Donzelli, llamativa, le aporta el toque sensual, provocador y desafiante al grupo. Y por eso se destaca. Aquí encarna a una periodista obsesiva con conseguir su propio programa, que es enviada a Portugal para compartir la cobertura radial con un reconocido en la profesión (Michel Vuillermoz), un hombre con crecientes problemas en su memoria. Al equipo se suma un técnico (Patrick Lapp) y más adelante un joven portugués que maneja el idioma francés (Francisco Belard).
La bajada de línea que le realizan a quien comanda la emisora se justifica en el hecho de enseñarle a la gente el flanco positivo de lo que acontece en el mundo. Las personas no tienen ganas de levantarse de su cama con noticias que hablen de guerras y conflictos, parecen inculcarle a quien lidera la encomienda de radiodifusión. Entonces les solicita a sus enviados que se encarguen de divulgar la ayuda suiza a países con dificultades. En el viaje, y de trasfondo, estalla la Revolución de los Claveles.
La película gana puntos cuando apela a la ironía, componente que se hace presente desde la primera secuencia de la narración, hasta en los diálogos de quienes interactúan y en diversas situaciones que ocupan lugar a lo largo de la proyección. Los cuelgues e inconvenientes a la hora de rememorar eventos por parte de Michel Vuillermoz, así como también su deficiente portugués, son factores que juegan una agradable pasada para el espectador.
Incluso siendo poseedora de un metraje escaso, La gran noticia no acarrea un nivel de enlace parejo y quizás ese sea uno de sus déficits más importantes. Algunos cambios bruscos (pocos, por cierto) en cuanto al tinte que parecía primar en el relato tampoco acaban resultando de los más atinados.
En líneas generales, Les grandes ondes es un film de pasillos amenos, de ritmo agradable pero que no aporta nada sobresaliente dentro del género.

LO MEJOR: las actuaciones. El recurso a la sátira como modo de humorada.
LO PEOR: pierde el fuelle en algunos momentos. No genera entusiasmo para volverla a ver.
PUNTAJE: 5

http://cinefiloclub.blogspot.com.ar/2014/04/la-gran-noticia-les-grandes-ondes.html
Alaneche
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6
13 de abril de 2014
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Daniel Burman tiene un modo particular de narrar los acontecimientos que ocupan lugar en sus proyecciones. Esto no quiere decir que posea un estilo complejo, rebuscado, confuso ni mucho menos; simplemente trata de explorar, de modo afable, ameno y a veces en demasía manso, las relaciones afectivas entre los personajes que constituyen sus obras. En ocasiones, al director de Dos hermanos, le cuesta decolorar el gris de las circunstancias que expone, alejándose del blanco y del negro, sin terminar de profundizar con el vigor necesario que se requiere para conmover y enlazar de lleno al público.
En El misterio de la felicidad, Santiago (Guillermo Francella) y Eugenio (Fabián Arenillas) comparten todo tipo de experiencias. Son amigos desde hace apróximadamente tres décadas. También son socios en un local de electrodomésticos. El vínculo que los une parece pegarle o percibirse más fuerte en Santiago. Este mira a su colega, le brillan los ojos, sonríe y disfruta de cada momento que vive en compañía de Eugenio. Son más que compinches. Abren el negocio al unísono, desayunan, almuerzan, apuestan en el hipódromo, festejan, escuchan la misma emisora radial (cada cual desde su auto mientras viajan ambos vehículos pegados), se ríen del mismo chiste y se hacen cómplices al asentir observándose ante la humorada. Todo prácticamente de forma coreográfica. Además juegan al padel, almuerzan y cenan. Eugenio y Santiago no son pareja. Pero a veces, dicen, un amigo es la mejor pareja. Laura (Inés Estévez), la esposa de Eugenio, parece agobiarlo con tanto palabrerío. La mirada de este buen hombre lo dice todo. Algo lo invade. Santiago, lo conoce casi de taquito. Casi, porque un día, Eugenio desaparece de la faz de la tierra, sin previo aviso. No atiende llamados, no dejó ninguna nota. Y la búsqueda y el enigma emergen.
La película no acaba de encuadrarse con claridad en un género específico. Es que así como le cuesta excavar en un desarrollo sólido de los eventos que se van sorteando a lo largo de la narración, de igual forma le ocurre a la hora de definirse como drama, comedia dramática o romance. La falta de fuerza emotiva necesaria para enternecer, si se permite el término, es uno de los aspectos tal vez mayormente desaprovechados. Desde el flanco que apela a lo cómico, El misterio de la felicidad se vale de una apreciable y pequeña pizca de salidas o bocadillos bien logrados.
Las interpretaciones son estables y creíbles. Francella, la figura central de historia, convence y se muestra comprometido con su rol. Inés Estévez se hace firme desde lo insoportable, de a ratos, de su personaje, mientras que a Arenillas le basta con poca participación para hacerse entender a base de la expresividad que sugieren sus miradas. Vale destacar la colaboración del carismático papel que le toca a Alejandro Awada, de acertada tarea.
Diálogos interesantes y frases bien construidas se presencian en una cinta que, redondea una performance aceptable, con falencias y con un desenlace que, dependiendo como se lo contemple, oscila entre lo ingenioso y lo discutible.

LO MEJOR: amena en su desarrollo. Las actuaciones. Muy prolijamente filmada.
LO PEOR: le cuesta conmover, sin fuerza emotiva.
PUNTAJE: 6,5

http://cinefiloclub.blogspot.com.ar/2014/04/el-misterio-de-la-felicidad-critica.html
Alaneche
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7
11 de abril de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Marvel parece no tomarse descanso y cada vez más títulos emergen, con primeras, segundas partes y con un estilo que aparenta haber encontrado la receta justa para conectar y satisfacer al espectador. En ese cóctel que combina acción, adrenalina y cucharadas justas de picardía y humor, las proyecciones que exponen las andanzas de los héroes no sólo simplemente entretienen, sino que además convencen al punto tal de animarse a explorar lo próximo que salte a la gran pantalla, incluso para quienes no han tenido la oportunidad de leer todos los cómics. Y mucho de eso hay en esta entrega del súper soldado, figura que no había sido correctamente sondeada en cuanto a su incursión cinematográfica. Pero también vale destacar que el lanzamiento de la ultra taquillera The Avengers en el año 2012 ha servido como impulso y ayuda para que se ponga mayor énfasis de asistencia y de expectación en cada obra vinculada a la productora.
Nuevamente contamos con Chris Evans, a sus anchas por su porte y musculatura que le exige el rol de encarnar a Steve Rogers-Capitán América, escoltado de la siempre sensual Scarlett Johansson como Viuda Negra en una aventura que involucra también a Robert Redford como Alexander Peirce, un importante dirigente de la S.H.I.E.L.D. Allí, las cosas no marchan del todo bien puesto que la seguridad mundial se halla en peligro tras una serie de manejos y amenazas que se irán desentramando durante el transcurso de la historia. A nuestros protagonistas se les une Halcón (Anthony Mackie) y, en conjunto, son los encargados de llevar a cabo diversas acciones a fin de remediar el potencial y caótico escenario que se empieza a presenciar.
Capitán América y el soldado del invierno arranca con chispa, y con mucha fuerza. El vigor y el desenfreno que portan las secuencias de enfrentamientos lógicamente se posicionan del flanco que agrupa a los puntos más altos del film, algo que se anuncia en su sugerente tráiler. Las batallas cuerpo a cuerpo son veloces, dinámicas, cooperando la mano del director al añadir movimientos de cámara ágiles que refuercen ese estímulo con el que se invita al espectador a relamerse. Pero no todo se ubica en la parafernalia a la que se recurre para las disputas; a la finalización de cada evento desbordante de acción, ante el auge, le sigue naturalmente una caída de ritmo que podría ser menos vertical de lo que acaba siendo. Esa intermitencia de matices o dificultad para encontrar puntos medios quizás sea uno de los aspectos menos positivos de la cinta.
Interesante resulta la indagación que se hace sobre el personaje de Steve Rogers, en una búsqueda interior y melancólica orientada hacia el pasado que el propio protagonista refleja a partir de interrogantes sobre su condición actual.
La película deja un buen sabor, principalmente por el avasallamiento (para nada invasivo ni molesto, sino todo lo contrario) de imágenes en las cuales nuestro héroes nos regalan un gran abanico de saltos, patadas, golpes de puño y todo aquello que contagie de energía al público. El balde de pochoclos es una condición innata para el visionado de Capitán América y el soldado del invierno.

LO MEJOR: la dinámica de las escenas de enfrentamientos y todo lo que rodea a este tipo de secuencias, como la recurrencia a la no musicalización para alertar más los sentidos y la concentración. La química entre los personajes. Las buenas participaciones de Redford y Samuel Jackson. Entretenida y vistosa.
LO PEOR: un poco más de dos horas de metraje quizá sea mucho para narrar este tipo de historias. Momentos de declive agudo de ritmo.
PUNTAJE: 7

http://cinefiloclub.blogspot.com.ar/2014/04/capitan-america-y-el-soldado-del.html
Alaneche
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7
5 de abril de 2014
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El segundo film en el haber de Miguel Cohan es Betibú, un policial nato con un trabajo de producción que nada tiene para envidiarle a proyecciones comerciales-taquilleras estadounidenses. De un calibre técnico impecable y con una historia en mayor medida atrapante, la cinta redondea una buena performance valiéndose de unas actuaciones que mucho tienen que ver a la hora de aportarle solvencia al relato. Tráiler y póster atrayentes y convocantes desde el vamos, acaparan expectativas que, esta vez, no se difuminan con el visionado de la obra cinematográfica.
En el country La Maravillosa, una empleada doméstica encuentra degollado a Pedro Chazarreta (Mario Pasik). Todo parece indicar que ha sido un suicidio, pero al tratarse de un empresario de poder, los medios cubren de manera más amplia los hechos y repentinamente las portadas de los diarios lo tienen como acontecimiento central. Desde el diario El Tribuno, Rinaldi (José Coronado) convoca a quien apodan Betibú (Mercedes Morán), una reconocida escritora de novelas policiales, para que se instale en un alojamiento cercano al lugar del suceso y redacte todo aquello que guarde relación con lo ocurrido. Se suman a la investigación Brena (Daniel Fanego) y Mariano (Alberto Ammann).
Betibú arranca bien, introduciéndonos de manera breve pero perfecta en el perfil de cada personaje, de modo vayamos distinguiendo qué conductas y carácter poseen los implicados en el desarrollo de la narración. Admite adentrar al espectador en escenas entintadas de un thriller sólido que juega con la indagación y búsqueda de datos que permitan dilucidar si efectivamente el acaudalado se quitó la vida por sus propios medios o algo más turbio y mejor tramado se está pasando por alto. Es en los momentos en que participan e interactúan los tres intérpretes principales cuando la historia se percibe más jugosa y agradable. Imprescindible aquí resultan las encarnaciones de Fanego, de memorable labor, Morán y Ammann, en ese orden. El primero nombrado saca además a relucir la gracia, en complicidad con el público, por sus buenas dosis de ironía en diversos diálogos y comentarios.
Betibú, más allá de sonar forzado o poco atractivo cuando se vuelca a la relación entre Coronado y Morán, funciona cada vez que expone la corrupción e incluso desmenuza los papeles de los medios de comunicación, desde su tenacidad hasta en parte desglosar el desempeño de quienes trabajan allí. Interesante también es para el observador presenciar el feeling (por decirlo de algún modo) peculiar entre Fanego, astuto, de la vieja escuela y Ammann, joven, con recurso a la tecnología como parte de su procedimiento laboral, pero novato.
En el film, más allá de algunas cuestiones discutibles, se destaca la apelación a una intriga que permanece hasta el final y una tensión que emerge cuando se la necesita. El desenlace, quizás con algunos cabos sueltos en la mente del espectador para que piense, haga memoria y dictamine el veredicto definitivo.

LO MEJOR: elementos técnicos, fotografía. Grandes actuaciones, principalmente de Fanego. Interesante policial con giros apreciables. La aparición carismática y alocada de Norman Briski.
LO PEOR: la desconexión que se da en secuencias que no enlazan como el vínculo entre el personaje de Morán y el de Coronado. El final, no termina de cuajar.
PUNTAJE: 7

http://cinefiloclub.blogspot.com.ar/2014/04/betibu-critica.html
Alaneche
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8
28 de marzo de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aires distintos se perciben cada vez que Wes Anderson lanza un nuevo producto. También emerge la ansiedad por observar aquello que nos vaya a enseñar, gracias a ese universo sutil, refinado, excéntrico e irónico que suele crear el director de Moonrise Kingdom y con el cual ha acaparado la atención y la admiración de quienes se proclaman como sus seguidores. Es fácil disfrutar de proyecciones de este tipo, en donde cada imagen se halla embelesada por la mano del realizador oriundo de Houston de modo tal que el espectador sólo se deje llevar por la estética y por una manera sabrosa y distinguida de narrar las situaciones.
La película se desempeña (si bien recurre a giros temporales) la mayor parte del relato en los años 30, interiorizándonos en la vida de Gustave H. (Ralph Fieness), un reconocido conserje de un afamado hotel europeo, quien entabla una amistosa relación, prácticamente de hermandad, con el joven Zero Moustafa (Tony Revolori), el “botones” del establecimiento. Gustave parece ser el heredero de una pintura de un valor inconmensurable, motivo por el cual nacen las disputas de los miembros de toda una familia por recuperar tamaño cuadro.
El gran hotel Budapest es acreedor de un reparto glorioso, digno de ser envidiado por cualquier producción. Durante hora y media aproximada de metraje se agradece la participación de, además de los mencionados protagonistas, Bill Murray (actor cliché de Wes), Jude Law, Willem Dafoe, Edward Norton, Jeff Goldblum, Adrien Brody y hasta el propio Harvey Keitel, entre otros. Vale destacar el rol que ocupa Revolori secundando atinada y lealmente a Fiennes tanto desde su labor interpretativa como en la crónica que se describe en la ficción.
El film está plagado de loas hacia el sentido visual del público; todo se encuentra impregnado de una ambientación colorida, atractiva y preciosista. Técnicamente sublime, Anderson se vale de su apelación a travellings (idóneamente utilizados) para exponer en pantalla circunstancias propicias de géneros diversos. El guionista-director recorre caminos valiéndose de ese humor que tan bien maneja a través del sarcasmo, así como también se da el gusto de incurrir en lo aventurero, en lo romántico hasta práctica y levemente rozar tintes de thriller. Lógicamente, con su peculiar sello, con ese tono que oscila entre lo inocente y lo satírico.
Es cierto que la trama no se luce por su originalidad, pero sí resulta acertado indicar que Wes Anderson se caracteriza y se especializa por ser un eximio narrador de historias. Y de eso se trata, este es el punto por el cual El gran hotel Budapest, como toda cinta engendrada por el creador de Rushmore, adquiere plenitud. El cómo contarlo poniendo todas las cartas sobre la mesa, con montajes ágiles, movimientos de cámara veloces más una presentación y un desarrollo adecuado de los personajes acaba fusionándose con la totalidad de los componentes que tienen espacio en la obra dejando sumamente satisfecho al observador.

LO MEJOR: la manera que emplea Anderson para contar la historia, como de costumbre. El tono que emplea. Su humor. Fiennes y Revolori, los más destacados. El reparto en general. Sublime desde lo técnico y lo estético.
LO PEOR: no invita a trascender más allá de pasar un gran momento de disfrute por su belleza visual.
PUNTAJE: 8

http://cinefiloclub.blogspot.com.ar/2014/03/el-gran-hotel-budapest-critica.html
Alaneche
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