"Miracle Valley Recreation Area" lo denominan en la película. El campo de alubias se llama tal cual.
Joe Mondragón descubre -poco después de que le nieguen un empleo en la construcción de dicho resort- que el campo de su padre resulta sorprendentemente fértil cuando lo irriga con el agua "reservada". Ello removerá el "statu quo" de un pueblo de Nuevo México llamado Milagro, donde a priori no debía haber impedimentos para situar el complejo recreativo.

Hay mucho más que buenas intenciones, el culo de Sonia Braga, las sorna de Rubén Blades, una buena fotografía o una premiada banda sonora en esta deliciosa obra de Redford. Hay profundidad, progresión convincente, momentos impagables (como el de la vaca y los ancianos armados en la furgoneta); te lo pasas pipa, gana con cada visionado.
Y si porque recuerda que el agua es para beber y no para regar campos de golf, a alguno le toca decir que es maniquea; "pos fale".

Y parece una perogrullada pero es así: los milagros son para quienes creen en ellos.

Imprescindible una bañera en todo film que se precie sobre la melancolía, una bañera clásica, metálica y con patas como debe de ser, nunca de obra; en ella los protagonistas pueden expresar a placer su angustia existencial. Aquí Lars añade un rudimentario artilugio para medir planetas consistente en un aro de alambre con mango incluido, que remeda un juego infantil de la era predigital. Con esto y mucho metraje ya tenemos otro éxito de crítica -y parte del público-.

Coñas aparte, soy fan de von Trier y revisiono "Dogville" de rodillas una y otra vez y me estremezco con "Anticristo": "Melancholia" ha conseguido que me duerma y lo de los 136 minutos lo considero una provocación.
Y mira que el tema es atractivo, pero ya la introducción del asunto planetario la encontré cutre; para seguir con una descripción del devenir depresivo de la protagonista descaradamente gratuita y superficial, igual que las reacciones de la Gainsbourg cuando se acerca lo inevitable, mezclando tópicos con caprichos. De la fase de la boda mejor no hablar y lo del niño y su cueva, en fin...
Claro que se pueden extraer montones de mensajes trascendentes a gusto del consumidor, echándole voluntad se pueden derivar de casi cualquier cosa; pero eso no cambia la conclusión:

Esta vez no querido Lars...
Sólo la indiscutible potencia de la escena final la salva del 1

Muy agradable sorpresa la incursión española en un tema que parece reservado a los americanos. La sobada cuestión de si los robots tienen alma se trata por Kike Maillo con una sensibilidad y agilidad admirables, con efectos muy dignos que ganaron merecidamente el premio de Sitges 2011 y una dosis de originalidad especialmente meritoria en este asunto.
Es obvio que la historia siempre viene a ser la misma, el desenlace es previisible y todo el mundo se entretiene buscando las referencias a los clásicos del género -Alien Resurrección, Blade Runner, etc.-; pero eso es lo de menos, lo que da vida a este film son los matices, el atacar variantes inexploradas, el arte en definitiva.

Hay cine, olvidad vuestros prejuicios y vedla, merece la pena.
Ah! Y una mención para Lluís Homar y su personaje -sensacional sin más-.

P.S.: Es verdad que Alberto Ammann resulta patético caracterizado como Carmelo Gómez, para eso podían haber contratado al original.

El entregado público de Sitges 2011 se regocija oyendo al director coreano anunciar un film con mucha sangre. La cosa empieza bién: buena fotografía, interpretaciones solventes (a destacar la del protagonista y la del mafioso que le encarga el trabajito), cuidado atrezzo, convincente dibujo de las condiciones de miseria y marginalidad.
Pero el guión se diluye pronto y todo queda en una sucesión de puñaladas -con el maquillaje y los efectos muy logrados, ciertamente-, persecuciones extenuantes -con una referencia a "Acorralado/Rambo 1" y todo-, evasiones imposibles, supervivencias inverosímiles, colisiones de automóviles a lo americano y con un montaje al estilo "Quantum of Solace" en el que no se ve nada...
Y lo peor es la sensación de que te da igual hacia donde evolucione todo o si es previsible o no; porque llevas dos horas de lo mismo, ya estás hasta las narices y sabes que aun te queda media hora más...

Sin duda se vería mejor con menos metraje, pero hay muchos otros problemas en el desarrollo del concepto de "cine negro" que nos ofrece esta película...

La vitalidad con que la Girardot encarna la necesidad de amor es uno de los principales activos de este film, todo él de alto nivel.
Un hombre de pocas ambiciones salta en uno de sus momentos mas bajos de París a New-York -escenario de tantas historias de soledad- donde encuentra a Kay, una mujer con un pasado oscuro y un presente inexistente; con guión y dirección muy sólidos (sobre una novela de Simenon) el torbellino erótico femenino no sólo envuelve y propulsa al protagonista sino que llega a emocionar al espectador, lo que se dice un clásico francés de entidad, de no perderse si hay ocasión.

Y para que veais como cambian los tiempos de lo que es políticamente correcto: ¡Virgen Santa, que manera de fumar!