Al menos tiene la buena virtud de ser diferente, ofrece una visión muy distinta de la guerra de Vietnam, nada que ver con lo que estamos acostumbrados tragarnos respecto a ese pedacito de historia de los yanquis. La lástima es el resultado final de tanto acopio de protagonismo por parte de Robin Williams, en un papel que todo actor quisiera para si mismo no acaba de brillar.

De haber explotado más y mejor la relación con el vietnamita jovencillo, ofreciéndonos mejor de esta manera la otra cara de la guerra, la de los ocupados, posiblemente entonces hubiera dejado de ser una película simplemente correcta.

La película transcurre de un inicio bueno, con un terror psicológico prometedor, a una sucesión de clips artificiosos y gratuitos donde los efectos especiales ya ni siquiera sorprenden. Esta historia mejor tratada hubiera supuesto una buena bofetada, pero se queda muy lejos de poder ser recomendada.
El globo se empezó a hinchar tan rápido y ahí se quedó, triste y vulgar.

Si se ha visto antes la de los años setenta es inevitable hacer una comparación y a medida que avanza la película las diferencias existentes suman o restan puntos. La sensación de claustrofobia está muy lograda en esta última, por no decir los efectos especiales, nada que ver con el maquillaje de la de los setenta.

Sin embargo, los flash backs sobran, que escuche Bob Marley y no se fume un canuto es absurdo, que hayan leones y cebras en la ciudad es insultante (no ha habido un cambio climático), que se tire tres años sin que le molesten los zombis y que cuando le ataquen sólo tenga preparados unos focos y no un sótano antinuclear... y que sea una leyenda, ¿por qué?

Mucho mejor Heston!!

Destaco sobre todo que la película parte con el gancho de tratarse de una historia real, por lo que todos podemos caer en ese trance cerebral de pensar que podríamos ser nosotros ese estafador. Ese chico, interpretado por un excelente Di Caprio (cuesta compararlo con el tontorrón de Titanic...), ha existido en carne y hueso y ha hecho todo lo que estamos viendo. Y como estafar no es lo mismo que matar, cae bien.
Además, todo sucede en un in crescendo muy correcto, entretiene y cumple con su objetivo, gracias Spielberg, has estado muy bien.
Lástima del excesivo dramatismo final.

No ha resistido el paso del tiempo y se mire por donde se mire el resultado es muy flojo. Quizá en su época serían muy aclamadas cosas como los indios malos con el hacha y las plumas o el sargento barrigón, no lo sé, pero vista hoy no le veo la gracia ni como comedia. No ha conseguido divertirme en ningún momento la relación de los dos amigos que se van a buscar comanches. Ni siquiera me llama la atención la hipotética denuncia racial.

Yo no me fijo en los nombres. Ni Ford ni Steward me dicen nada por si solos, me fijo en sus resultados tangibles, en los minutos rodados, y en este caso en forma de un Western-Comedia que como mucho rellenaría algún domingo ocioso por la tarde.