Ya se ha dicho mucho sobre este clásico y seré breve: una de las películas más hermosas y duras que haya visto jamás. La trama es una absoluta tragedia y una comedia a partes iguales, tal como lo fue la vida de Modigliani.

Con unas actuaciones estupendas, una fotografía, dirección y música excelentes, estamos ante una película con una inmensa carga de sentimentalismo y emociones encontradas. Los personajes están muy bien construidos, en especial el personaje de Amedeo Modigliani, interpretado magistralmente por el galán Gérard Philipe, que desde el primer minuto irradia un aura de malditismo y fracaso propio de la historia de vida del pintor. Anouk Aimée y Lili Palmer están espectaculares en sus roles, sumando a la trama dos personajes tan interesantes y complejos como el primero.

El Paris de los años 19 y 20 está muy bien retratado. Los cafés, los salones de arte, los bares, la música, los espacios de sociabilidad intelectual, el ambiente bohemio de una sociedad que salía de la Gran Guerra y disfrutaba de la modernidad imperante, son otros de los aspectos que hacen de esta cinta una obra imprescindible para los amantes de los locos años 20

Para el recuerdo la penosa escena (que todos sabemos cual es) de un Modigliani sumamente humano, desgraciadamente resignado a vivir en una época y sociedad que no le comprenden. Y esa secuencia final, con una expresiva e ingenua Jeanne (Anouk Aimée) soñando despierta, es propia de un filme de terror. Durísima.

En la -increíblemente- poco conocida Crazy Love, presenciamos la frustrante vida sexual de Harry Voss en tres momentos específicos de su vida: niñez (10), adolescencia (19) y adultez (33). Voss, como uno de los personajes autobiográficos que creó Charles Bukowski, es un alcohólico que a lo largo de su vida ha experimentado el rechazo por parte del sexo femenino, lo que lo va forjando como un hombre solitario, con miedo social y con tendencia a la autodestrucción.

Vale decir que Bukowski aseguró que el terrible acné vulgaris que lo azotó en la adolescencia le causó el rechazo de la sociedad, en especial de las mujeres, generando una frustración que lo llevó a construir personajes con cierta reminiscencia biográfica.

La cinta tiene un formato sencillo, con tres momentos claramente identificables, en los que las tramas, los escenarios, el vestuario y los actores cambian totalmente.

Los tres actos están muy bien construidos, cada uno dotado de diferente tono y esencia: el de la niñez está cargado de inocencia, con un Voss inexperto y con afán de descubrir su sexualidad; el de la adolescencia es un relato semi-paródico, crudo, incómodo y con cierta carga de crítica a los valores estéticos imperantes; en el último, adultez, tenemos a un protagonista derrotado por la vida y por el alcohol. Es el acto más oscuro de todos, con elementos neoir-thriller, pero con una potente carga trágica y poético.

Cinta que versa sobre las distintas etapas de la vida, la derrota, la amistad y, aunque no lo crean: sobre el amor. Pero especialmente sobre el sexo. El sexo como motor de la historia humana.

Filme que recomiendo mucho y que considero una joya sin descubrir por el gran público.

Agradable sorpresa me he llevado con esta película belga del poco conocido Mathieu Mortelmans. Con una trama algo novedosa dentro del género de suspense, la película nos sumerge dentro de una familia rica belga golpeada por la muerte de uno de sus integrantes, que da acogida a un desolado y tímido adolescente de nombre Radha, cuya presencia en la casa generará consecuencias inimaginables en la familia.

Como thriller funciona muy bien, con momentos de suspense y tensión entre los personajes, en especial de los dos principales. Aunque la trama del individuo que parasita la familia desde su seno (niñera, adoptado, amigo, etc.) se ha visto varias veces, en este producto hay elementos que le dan propia personalidad y que resulta un punto a favor para la valoración final.

En cuando a la dirección, Mortelmans muestra suficiencia en narrar la historia, logrando que la presencia de Radha se vaya haciendo cada vez más y más importante dentro del hogar, hasta el punto que, al final de la cinta, el día a día de la familia gire en torno a la figura del joven adoptado. Así mismo, con el paso de los minutos la tensión sexual, la violencia, la manipulación, el poder y los celos van in crescendo dentro de la familia, construyendo un clímax final potente y que ofrece un colofón que no deja a nadie indiferente.

En sí, buenas actuaciones, buena dirección, correcta fotografía y un ritmo muy deudor del cine de esta parte de Europa. A disfrutarla.

El experimentado Edward James Olmos (cada vez más parecido a Charles Bukowski) dirige este irregular producto, en el que hay más falencias que aciertos. Con un elenco medianamente conocido (cuyas caras más famosas son la de Martin Sheen y Alfred Molina) se desarrolla una premisa que no funciona ni como drama, ni como thriller ni como drama judicial.

Entre sus desaciertos están:

- Hay un exceso de personajes: abogados, granjeros, asesinos a sueldo, personas muertas, especuladores, empresarios codiciosos... sin sobresalir ninguno.

- Una premisa moral con un desarrollo fallido, que al final no dice nada.

- Personajes caricaturescos o sobreactuados. La actuación de Kate Bosworth como la "femme fatale" es de pena ajena.

- La película comienza como una denuncia al fracking y termina con el facilista mensaje de: la pasta $$$$$$$$$$ lo soluciona todo.

Mario Casas protagoniza este enérgico thriller, en el que presenta un registro actoral irregular, a veces sobreactuado, pero en otras secuencias muy potente (escena final). El otro rostro del film, Milena Smit, está muy bien.

La película no tiene frenos. Es un vaivén de situaciones apremiantes y sus secuencias van in crescendo, hasta llegar a un clímax cargado de tensión y emociones.

Que la premisa se desarrolle en una sola noche es un buen recurso para construir un producto frenético, con pocos momentos de pausa activa, y ofrecer al espectador una historia auto-conclusiva, sin mucho reflexión.