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Críticas de Rosa Panadero
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Críticas 26
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
2 de septiembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es duro pensar que la realidad no existe y que todo depende del punto de vista con el que se enfoque, como recomiendan los psicólogos a sus pacientes, pero el comentario fue suficiente para que el preso 5185 del campo nazi de Mauthausen, Francesc Boix, reaccionara y utilizase su rol de prisionero-fotógrafo para desenmascarar los crímenes que se cometían contra sus compañeros.

El fotógrafo de Mauthausen, dirigida por Mar Targarona y protagonizada por Mario Casas, rinde homenaje a un caso real, uno de los siete mil españoles que, tras perder en la Guerra Civil española, fueron refugiados en Francia y después hechos presos por los nazis en la Segunda Guerra Mundial.

Francesc debe comportarse como el preso dócil y servicial en el que se puede confiar, pero mientras revisa unas fotografías de prisioneros que murieron en su “escapada” por la nieve, se da cuenta de que el número de identificación cosido en la chaqueta del muerto, al que había registrado unos días antes, no es el mismo. Un miembro del partido comunista le confiesa que se cambian las identidades de algunos camaradas para protegerles y se les crea ejecutados. En cualquier caso, como “la escenografía es lo que importa”, según el fotógrafo oficial nazi del que depende, Francesc, silencioso y obediente, sigue adelante con su tarea, ayudándole a componer escenas propagandísticas en las que los prisioneros posan jugando al ajedrez en los barracones, como si fueran modelos de revista. Cuando las autoridades deciden quemar ciertas fotografías que muestran la crueldad de las condiciones de vida en el campo, Francesc inicia su propia ofensiva: comienza a guardar los negativos y los distribuye entre varios colaboradores: un polaco que pretende regresar a su país, la prostituta española con cuya compañía los jefes premian a los buenos presos, y Anselmo Galván, el huérfano español que salió del campo para servir en casa de un general nazi.

La música de Beethoven sirve de fondo para la fiesta de cumpleaños del hijo del general, quien enseña a “cazar” a su hijo matando varios criados. Francesc, encargado de inmortalizar a la feliz familia nazi con sus invitados, intenta proteger a Anselmo, pero su jefe le advierte de que no intervenga, ya que “la música alemana a veces puede resultar demasiado intensa”.

La mayor oportunidad para sacar los negativos tiene lugar durante un espectáculo teatral al que asisten los nazis, mientras Francesc y Hans preparan la caja en la que el último va a escapar para llevar los negativos hasta la frontera con la URSS. Pero no todo es así de fácil: en una sincronización excelente, el taconeo flamenco alterna con la ejecución de un preso lanzado por un precipicio y los pisotones sobre su cabeza exangüe. Más tarde, Hans regresa maniatado al campo de concentración, donde precedido por una banda de música, es ahorcado.

Las bombas de los aliados comienzan a retumbar en la sala donde Francesc es torturado para confesar dónde están los negativos. No todos los nazis consiguen darse a la fuga y algunos mueren a manos de los presos, que han asaltado el arsenal de armas. La escenografía, como decía su jefe, nunca fue tan importante para salvar aquellos testimonios gráficos de la brutalidad.

https://www.yellowbreak.com/el-fotografo-de-mauthausen-un-homenaje-de-mario-casas/
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Rosa Panadero
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4
2 de septiembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segundo guión para Will Smith en el que acaba enfrentándose a su prole. Topicazos de viejos cascarrabias y torpes millennials que, como dice Simon Sinek, están frustrados por no crear impacto en sus quehaceres profesionales. La representación racial y el equilibrio masculino y femenino en el reparto, impecables en esta última entrega de Bad Boys for Life.

Los Bad Boys se despachan a gusto con los malos, como siempre, hasta para llegar a tiempo a la maternidad del condado. Salvo ese detalle, el resto es mucho como Hawaii 5.0. En la carrera por ser abuelo, pisotean la playa de arenas blancas. “Sorry, white, rich people”, se excusa Lowry al volante de su Ferrari. ¿No es racismo, también? Aunque no estoy segura de que sea algo racializado. En fin, los Bad Boys son más blandos y lo cantan como una nana.

Lo cierto es que los malos aspiran a vivir en la cúspide social de los buitres, con la diferencia de que nunca entierran el conflicto que les aupó, como si no hubieran superado el complejo de inferioridad que les creó y les hizo evolucionar con rabia hacia el éxito.

Kate del Castillo, qué increíble verte como jefa mafiosa y asesina después de airear la aventura con El Chapo en aquella mini serie de Netflix. No se puede decir que les hagas sombra a Will Smith y Martin Lawrence, ahora más en versión polis con biberón, jubilación y miedo al compromiso. Pero ahí estás tú, Kate.

La cárcel de mujeres en México parece más una maquiladora que una cárcel, así que algo de denuncia social hay también, aunque se presta más atención a las nuevas tendencias en brujería y espiritismo, tan de moda para los millennials (por ahí van los tiros con la serie Witch de Netflix).

Y en esa pseudo-maquiladora (guiño a la industria textil, tan contaminante) emerge Kate, orgullosa, inigualable con sus incomparables mofletes rellenos de botox y ni una arruga, ni si quiera algo de sudorcillo al calor de la lavandería industrial de la prisión.

Lo bueno es cómo saltamos de México DF hasta Miami, con playas y puertos que, a excepción de la Calle 8 de Little Habana, los apartamentos parecen más Dubai Marina y sus vecinos del Golfo. Ahora en la guerra contra los narcos también se usan drones y vídeos en YouTube, pero todo sigue tecnológicamente igual, todo sigue un poco vintage con los pendrives.

Sí mola mucho más cómo la realidad se asocia con los agentes, igual que los Navy Seals colaborando para dar realismo a la última versión de Call of Duty. Lo que da pena es cómo se sigue retratando a la la abuela como el “gobierno de ordeno y mando”. La madre es millennial y está desaparecida, de luna de miel con un marido millennial también desaparecido.

Lo importante es cómo el equipo que trabaja unido, se mantiene unido pese a la presencia de algún aguafiestas, que siempre cae uno en todos los guiones hollywoodienses.

https://www.yellowbreak.com/los-bad-boys-tambien-cantan-nanas/
Rosa Panadero
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5
2 de septiembre de 2020
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Ya hemos asumido que lo más duro del confinamiento es el primer año (es broma), y no tenemos más que hacer palomitas y plantarnos delante de la pantalla.

Ahora contextualicemos: si eso te pasa en el viejo rancho de tu abuelo, donde vives con tu familia lejos del mundo urbano, y tu vida es una película adaptada de una novela de Lovecraft, cambia las palomitas por el papel higiénico porque vas a pasar miedo.

Si el cine profetiza los males del futuro, como ha pasado con todas esas películas de virus desconocidos durante décadas, el próximo contagiador no será un virus ni una bacteria, sino el agua.

Digamos que el medio en el que se origina la vida, el H2O, es la nueva obsesión para paralizar al mundo.

Nicolas Cage es ese padre tranquilo, cocinitas, que le pone un “chup, chup”, como diría Arguiñano, a todos los estofados.

Igual que en Grey Waters, en la que Mark Ruffalo lleva a los tribunales a la multinacional que envenena las capas freáticas, Cage también tendrá que enfrentarse al agua envenenada, y lo hará a golpe de escopeta. En este caso, lo hace con algunos cambios de humor muy ad hoc para la locura paranormal que vive con sus hijos adolescentes.

Como de costumbre, lo peor de lo peor ocurre cuando vives a una hora en coche del hospital más cercano y el campo es escenario de fenómenos paranormales.

Los protagonistas sacrifican su bondad y buen hacer y se lían a tiros antes de que el alien de turno se los zampe. Siempre hay alguien que intenta escapar de la casa de Poltergeist.

Al final parece que el efecto cabaña, ese que explica que muchos no quieran abandonar la seguridad de hogar para justificar su misantropía, no colma el sueño de vivir aislado de los otros. Y el “chup, chup” en la oscuridad es el bicho que se come a los tuyos.

https://www.yellowbreak.com/blog-cine-color-out-of-space-no-escaparas-de-la-casa-de-poltergeist/
Rosa Panadero
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9
2 de septiembre de 2020
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
De Gaulle. Difícil de imaginar a un hombre comiendo latas en un piso en Londres, capaz de transformar el mundo con tres frases: La France n´est pas seule. La France n´est pas seule. La France n´est pas seule. Exactamente lo mismo que ha dicho Emmanuel Macron en Beirut: Líbano no está solo. La misma idea expresó Kennedy en Berlín en 1963: Ich bin ein Berliner.

Lamber Wilson clava el personaje histórico que mejor encarna la valentía en un momento en el que por perder, lo tenía todo perdido.

En cierto modo, recuerda la decencia de los directores de Bureau des Légendes, Oficina de Infiltrados (Movistar), cuando dimiten al errar en decisiones que ponen en riesgo la vida de sus agentes en el exterior.

Es difícil de visualizar algo así en España, donde los errores personales y las negligencias profesionales se justifican poniendo a otros en la picota y negando lo que la hemeroteca corrobora con verdades inequívocas.

En De Gaulle no sólo se retrata al estadista capaz de construir un país que sus líderes entregaron gratis a Hitler. Esboza al padre de familia, al hombre que, lejos de creer en su unicidad, demuestra que los valores intangibles son lo único importante cuando uno se va a la cama. ¿De qué sirve meterse entre las sábanas si se ha firmado un armisticio-rendición con el invasor?

Algunos dormirán mejor que otros, sobre todo si se han exiliado a un paraíso. La otra opción es más dura: ¿de qué sirve esperar el día entero en un pasillo para dar un mensaje de quince minutos en la radio, desde un país extranjero? Se duerme peor. Y uno siente que sigue vivo, que no está muerto en vida.
A día de hoy resulta difícil imaginar el éxodo de franceses por los caminos y carreteras, entre bombas y caballos despanzurrados

Una dosis de realismo, de luces y claroscuros de una época memorable. Una época de cambio que, como la misma que vivimos ahora, ensalza a los héroes y hunde en el abismo a los miserables.

Cada uno debe enfrentar su propia responsabilidad y, en un filme de carácter muy francés, cada uno es responsable de sí mismo y del que tiene al lado: De Gaulle, del país que lleva a sus espaldas; su esposa Yvonne, de los tres hijos con los que huye; sus dos hijos mayores, de la hermana pequeña con síndrome de Down; hasta la criada, liberada de su trabajo, que seguirá a su servicio a pesar de la bombas.

Sólo con serenidad se puede vivir con esa actitud. “Uno para todos, y todos para uno”, hubiera escrito Dumas.

Hace ochenta años, en junio de 1940, Francia recuperó el orgullo con un frasco de cenizas y sangre que De Gaulle presentó a Churchill como única oferta.

Inspiró para que la resistencia iniciara la reconquista, avanzó una república más (la quinta) y reconstruyó un país de la ruina (estuvo tres décadas en el poder), y todo ello, siendo declarado desertor y desposeído de la nacionalidad. Un detalle del mariscal Pétain. Ejemplos como el suyo -el de De Gaulle– hay pocos en la historia.

Francia no está sola. Francia no está sola. Francia no está sola.
https://www.yellowbreak.com/cine-de-gaulle-francia-no-esta-sola/
Rosa Panadero
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8
2 de septiembre de 2020
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un título como Un amigo extraordinario no se puede describir mejor a Tom Hanks, el arquetipo de vecino americano. Sólo le quedaba, después de hacerse mayor saltando en un piano gigante en una tienda de juguetes, ponerle su arte a un peli sobre Fred Rogers, el mejor amigo de los niños estadounidenses durante treinta y tres años.

En España, Barrio Sésamo nos educó con lo de “Cerca … Lejos”, aprendimos a contar hasta diez apagando candelabros con el conde Drácula a ritmo de relámpagos y rayos, y le dimos la coña a Blas con lo de “Blas la lleva”, así en bajito, para fastidiar a ese tipo con cara de plátano y jersey de rayas. Nunca tuvimos un Mister Rogers, aunque los Lunnis y Lucrecia se esforzaron, generaciones posteriores, en crearnos una amiga adulta que cantaba y tenía rastas de colorines.

Mister Rogers es la encarnación de la bondad. Explícale a un niño que un hospital es donde vas cuando estás “herido”. En Madrid, al menos, el hospital es la antesala del Palacio de Hielo. O explícale que la muerte es algo humano, y que de todo lo humano se puede hablar. Nosotros seguimos con lo de “ojos que no ven, corazón que no siente”, porque no vimos 40.000 ataúdes, así que la pandemia no existió. Cuando mira a la cámara, Mister Rogers mira al corazón de los niños. No es fácil explicar las cosas a un niño sin echar mano de las mentiras piadosas. Por eso su valor es tan importante.
Es más difícil ver a Mister Rogers que los ataúdes, porque la auto-gestión de la ira nos exige mirarnos hacia dentro

Eso le pasa a Lloyd Vogel (Matthew Rhys), el periodista de Esquire “castigado” con entrevistarle.

Una persona normal, con las rencillas familiares típicas, que estalla si le tocan las narices. Un día de furia en plan Michael Douglas lo puede tener cualquiera. Todo lo que rodea a Lloyd es fácilmente reconocible para todos: un bebé que requiere toda la atención de la madre, la falta de interés de la esposa por reincorporarse a su vida laboral, un abuelo que sale de la nada para ajustar cuentas antes de morirse,…El mundo de Lloyd Vogel es nuestro mundo. El resto es irreal. Cómo decirlo, el mundo perfecto de un programa infantil.
Ganar la batalla de la paz interior a largo plazo

Digamos que Mister Rogers es un experto en mindfulness, en el aquí y el ahora. “Lo más importante en mi vida ahora mismo es hablar contigo por teléfono, Lloyd”. Sólo hay que dejar pasar los malos pensamientos, no retener esas ideas tóxicas que nos autodestruyen.

En algunos momentos viendo la película, pensé en “Olvidado Rey Gudú”, en ese corazón de sarmientos que describe Ana María Matute. Poco a poco nuestros sentimientos se secan como sarmientos. Mister Rogers riega los corazones para que no se sequen.

A la larga, alinear las constelaciones para conseguir la paz interior depende de cada uno. Sólo hay que trabajárselo un poco. Y de paso el mundo será un lugar mejor para vivir. Como aconseja Mister Rogers a los niños. Y a los adultos. Date por aludid@.

https://www.yellowbreak.com/un-amigo-extraordinario-mister-rogers-es-tom-hanks/
Rosa Panadero
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