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España España · Torre del Compte
Críticas de alberto
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Críticas 32
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
17 de febrero de 2015
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente película debida a la batuta y el guión de Israel Horovitz (que ya recibió un premio al mejor guión por la película húngara "Sunshine" en 1999, que cuenta con interpretaciones notables del trío protagonista, una genial Maggie Smith, Kristin Scott Thomas (para mí en su mejor película) y un histriónico Kelvin Klein que, pese a los disparatado e incómodo de su papel, logra momentos de gran emoción. Basada en una obra teatral que creo pertenece al citado director y guionista, logra en su adaptación cinematográfica jugar la baza de la imagen en secuencias rodadas por las calles de París (algunas tan significativas como el dúo operístico --la célebre aria de "cogeré tu mano" del "Don Juan" de Mozart--) con las secuencias dominantes de las interrelaciones entre los tres personajes: la anciana dama que vive con su hija madura en un palacete del centro de París y el borrachudo e irónico norteamericano de media edad que viene a tomar posesión del caserón, propiedad de su padre fallecido. El caserón está sometido a un usufructo condicionado y debe esperar a que la inquilina, la anciana, fallezca para poder venderlo. Allí descubrirá que en realidad se trata de la amante de su padre en el pasado y de una historia que descubre los --muy-- dramáticos hechos que conciernen a todos los miembros de dos familias desequilibradas por un amor juvenil que ha cumplido el medio siglo.


Un guión un poco excesivo pero indudablemente inteligente, con diálogos de una dureza irónica y un salvaje humor que tiene al espectador siempre atento e interesado. La presencia ocasional de Dominique Pinon, el característico actor francés de rostro inenarrable, le da un toque exótico de humor surrealista al filme. Lo que se juega entre los tres personajes tiene enjundia y profundidad., más de la que aparece en pantalla con la vestimenta de comedia costumbrista entreverada de drama familiar. Lo dicho, magnífica.
alberto
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8
13 de febrero de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica película de un diálogo incesante entre dos personajes, el gobernador militar alemán del Paris ocupado y el cónsul sueco, mientras las tropas norteamericanas están a punto de entrar en la ciudad y el III Reich da sus últimas boqueadas con la guerra prácticamente perdida. Se trata, como era previsible, de la adaptación que hace el gran director alemán Volker Schlöndorff de una obra teatral de Cyril Gelya, un gran éxito en los escenarios y cuyos dos interpretes son los mismos, dos actores que bordan sus respectivos y archirepresentados papeles. Lo que está en juego en casi dos horas de hipnótica tensión dialéctica es la existencia de la propia ciudad de París, pero también la vida de miles de personas que serían borradas del mapa al mismo tiempo, pequeño detalle que parece seciundario en el desarrollo de la trama.

No sólo el dilema entre ale arte y la vida humana (que ya vimos expolicitado en la reciente película "The Monuments Mans" de George Clooney y que no es resuelto en aquella como tampco lo es en esta. Y aunque sabemos que la orden histerica de Hitler de destruir Paris no será nunca obedecida, Volker logra que durante todo el tiempo hasta el final sudemos la gota gorda pensando que al final el voluntarioso sueco no va a convencer al alemán sobre todo cuando este le habla de la ley nueva de Hitler que pone a los familiares del general alemán como rehenes de que va a cumplir las ordenes.

Al margen de planteamientos éticos que podemos hacernos pero que no afectan la validez de la película como tal (no solo la secundariedad de las vidas humanas, sino también las trampas y engaños que el cónsul lleva a cabo para lograr sus propósitos, parecen decirnos que todo está permitido para lograr los objetivos, sean estos los que sean) lo cierto es que es una película apasionante, excelentemente rodada practicamente en una suite del hotel parisino donde reside el gobernador militar y con breves secuencias en las calles, pero con el auxilio de imágenes documentales de la sitiación y la época en blanco y negro.

Aunque se llevó los premios a Mejor director y Mejor actor para Niels Arestrup, en la Semana de Valladolid, sorprende que no haya sido un éxito dada su calidad, el magnifico duelo interpretativo y la finura, concisión y eficacia dramática del guión escrito por el autor de la obra en colaboración con el director de la película.

Niels Arestrup ( el general alemán) y André Dusollier (el diplomático sueco) logran unas cotas de eficacia interpretativa que decae ostensiblemente cuando la acción --en pocos y nefastos momentos-- pasa a otros asuntos relacionados (y no hablo de la inserción del material documental) con el tema central que debería haberse dirimido unicamente en las habitaciones del general. Volker tiene habilidad suficiente para haberlo hecho y evitar que su película adolezca de muchos minutos innecesarios y a menudo confusos. Lástima que el director de "La muerte de un viajante" no recordara que circunscribir la acción a un solo escenario puede resultar aconsejable cuando la trama lo exige por sostenerse en un diálogo entre dos personas
alberto
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3
5 de enero de 2015
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película para la tv, idónea para un domingo por la tarde con los adolescentes de la casa y un cubo de palomitas. Los signos del zodiaco se alían con un galimatías pseudocientífico, un agente del gobierno (CIA, Defensa, qué mas da) muy tonto y de un malo absurdo y un final del mundo apocalíptico con desastres naturales evocando los signos. Un científico bueno, su hijo rebelde y poco respetuoso y dos científicas jóvenes y guapas para alegrar la existencia efímera. Argumento imposible y lleno de lagunas en torno a una dinámica de efectos especiales pasables aunque algo infantiles en una tensión en ascenso que se pierde en un final banal y previsible. Como curiosidad, un supermillonario excéntrico cuyas visiones salvan al mundo e interpretado por el profesor loco de "Viajes al futuro", Christopher Lloyd, que parece feliz por jugar con su breve papel sin creérselo en absoluto. Un rato entretenido y, una vez más, banal.
alberto
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3
2 de enero de 2015
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Olvidable película dirigida por John Kent Harrison en la que aquél buen actor que fue Andy García ya comienza a tocar fondo después de sus alimenticios últimos papeles en compañía de Clooney and friends. Ahora se embarca en un papel semejante como dos gotas de agua a la ultima pseudocomedia de costumbres (esta con niño incluido) del vacilante Douglas (hijo). La misma chulería, grosería y nulo encanto de tantos papeles de Eastwood, Nicholson, Williams, Pacino o De Niro, al estilo menos elaborado del añorado Fonda, Stewart o Newman: es decir ancianos rabietas, nada encantadores, que asustan y repugnan al más chungo de los botarates que tiene la desdicha de cruzarse con ellos. Pero aquí el cambio de carácter previsible viene dado por un drama serio como es la enfermedad terminal de la esposa del protagonista. El centro de la historia es una sentimentaloide anécdota que concierne a una noria y a una historia nostálgica del pasado de la pareja. Un poco a la manera de Capra pero sin su maestría y humanismo. El resto del reparto no aporta nada interesante a una película que parece un telefilme sin más ambición que conmover de manera equivocada y demasiado evidente al espectador. La referencia a la Navidad no es explicable.
alberto
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3
2 de enero de 2015
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bueno, con la excepción de la primera de esta trilogía innecesaria (en el que la novedad de los personajes del Museo Metropolitano de Nueva York tomando vida, llama la atención y causa secuencias de bastante humor) la reincidencia en una tercera visita a las tribulaciones de un Ben Stiller que parece tomarse a broma todo el asunto, no aporta nada nuevo y si provoca cierta cansina reincidencia en bromas ya sin gracia como la manía mingitoria del repugnante mono o vergüenza ajena por ver de qué manera tan escasamente lucida se despide del cine y de la vida aquel gran cómico que fue Robin Williams. Si uno va a verla sin esperar nada nuevo y aún de divierten las payasadas de los mini romanos o mini cowboys o sonríe con el monolito parlante de Pascua o el dinosaurio esquelético, pues bueno, muy dueño es. Esta tercera parte puede irritar a algunos y seguir encandilando a los aficionados al cine de humor grueso de los 80 y 90 y a los fans del impertérrito pero eficaz Ben Stiller. Algunas secuencias revelan que a los guionistas y al director no se les ha secado el cerebelo, así la presencia del sir Lancelot o la secuencia en el cuadro del laberinto de M.C. Escher. Nos sobran las relaciones paterno filiales de Stiller con su hijo, un pegote pseudo emocional innecesario y no nos sobra la divertida escena de Hugh Jackman. Comedia barata con algunas, pocas, pinceladas de cierta calidad.
alberto
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