El film más flojo de la saga entera, incluidas las películas de Harry Potter, y todo por la necesidad de seguir lucrando con una historia que claramente ya no tiene una garcha que contar.

Desde el vamos, el guion está repleto de baches argumentales y contiene estancias eternas en las que no ocurre un carajo de nada y que figuran con el único motivo de extender la cinta.
Los personajes no ayudan en lo absoluto y dejando de lado el hecho de que hayan sacado a Depp por cuestiones wokeras y bla bla bla, no pasan de un conjunto de marionetas carentes de empatía y barnizadas con CGI.
Por cierto, qué hace Newt Scamander en el filme cuando tendrían que haberlo quitado en la segunda parte junto a su cara de póker/pokémon y... ah, claro, cierto... hay que alargar la trama... a dos horas y media, de nada...

Está claro que otro tema recurrente es el de intercambiar razas e inclinaciones sexuales ya que Hermione ahora es negra y Dumbledore es gay y bueno: 'Get woke, go broke', como efectivamente ocurrió, siendo la película menos taquillera de la franquicia entera.

Lo mejor: el muggle Jacob Kowalski, obviamente, llevando el peso del film en sus hombros y obnubilando al resto del reparto que estaba ahí dando vueltas entre varitas mágicas y humo... mucho humo...

Lo peor: los (d)efectos especiales, ya que los mismos si bien son de buena calidad, no logran ni de cerca empalmarse con la atmósfera tan siniestramente acogedora de Harry Potter, siendo un verdadero desperdicio.

Otra aparente garcha de Netflix que aparenta arruinar todo lo logrado por la mente slashera de Stine insultando el talento de dicho escritor vía una ineficaz dirección al mando de este barco que (no) flota.

Y por qué itero la palabra "aparente"? Sencillo, porque este film es un logro de la cinematografía actual, un himno a la perfección del posmodernismo traducido en imágenes de alta complejidad de análisis cognitivo.
Desde el vamos, una grandiosa recreación terrorífica (nunca mejor dicho) de lo mejor del género, salpicado con aires strangerthingueros y su conjunto enjuto de estereotipos de moda en este occidente tan opresor, oh sí!
Y a pesar que de 90's tiene lo mismo que yo de Rey de España, su agenda multicolor/multiculturalista emana aires frescos de excitante adolescencia rebelde/radical(oide) y de impetuoso trans-gredir de la lógica.

Con un titánico enfoque en lo que verdaderamente importa en el género (o sea, en el género de los personajes) la historia se pasea airosa en sus relaciones amorosas tan (im)prescindibles para el entendimiento del guion.

Lo mejor: observar cómo desaprovechan entera una época privilegiada de la cultura occidental es, cuando menos, hermoso y divertido, con esos hits vaciados de sentido al reproducirse los mismos en esta cinta.

Lo peor: el más que obvio afán por someter al espectador a la deconstrucción, tan necesaria como obligatoria y que nos va a llevar a una (in)comprensión del mundo verdaderamente inclusivo, sin barreras.

En un pueblito alejaaaaaaaaado, alguien no cerró el candadooooooooo... era una noche sin luuuuuuuuunaaa, y yo dejé... la ciudaaaaaa... aaaaaa... aaaaaa... aaaaaa... aaaaaaddd... (Tanguito dixit)

Desde el vamos todo comienza idiotamente, con sus ya clásicos grupetes posmodernos de pelotudos atómicos en donde de cuatro, tres son mujeres y el único hombre, un negro, obviamente.
El guion es una puteada hasta para la memoria del más insípido de los filmes del género, de una (des)inteligencia absoluta y sin sentido, sumado a la banda sonora copiada y pegada de alguna otra chotada por el estilo.
Y obviamente, la baranda a campos de maíz y capuchas blancas en punta es harto boluda, flameando todo el conjunto entre banderas confederadas cuando eso ya no existe más, ergo, trama arcaica y desactualizada.

Otra verga más dentro del gran conglomerado de bostas arcoíris exultantes de titánica victimización espontánea, intentando cubrir la mierda con aires slasheros con el afán de lobotomizar mejor a las mentes endebles.

Lo mejor: la monumental carnicería de progresismo y sus deconstruidos queriendo 'cancelar' la motosierra fue satisfactorio, ergo, ni siquiera Netflix notó el verdadero mensaje y se lo morfó de parado.

Lo peor: el final, totalmente nauseabundo y tirado de los pelos, con un sinsentido de acciones que asombra hasta al menos exigente... no se comprende cómo cuernos pasó un solo filtro.

El director nos presenta una verga del tamaño del obelisco porteño (nunca mejor dicho), de comedia no cómica que roza lo grotesco para poder agarrarse de algo cuando ese algo es aire, comunicando la nada misma.

Empezando por la trama, una gran cagada que espetan sus dos desconocidos guionistas y dirige el cordobés Carnevale con las mismas ínfulas de porteño engreído que critica en la cinta.
De las actuaciones no se salva ni siquiera la de Francella, ergo, infumable por donde (no) se la mire con esos progre-ademanes que de tan obvios, nauseabundos.
Un gran corso a contramano que no aporta absolutamente nada a la cinematografía argentina ya que, claramente, esto no es cine argentino sino una garcha pseudo-yanqui con sus (d)efectos especiales incluidos y todo.

La intención manifiesta de generalizar y de deconstruir a la audiencia es ya no apestosa sino, encima, decadente y de un nivel de tibieza y cobardía extra-ordinario ya que te la balbucean como al pasar en vez de ir de frente.

Lo mejor: las sierras cordobesas que están de diez, para ir a tomar unos mates a orillas de alguno de sus tantos arroyos y mirar la tormenta venir, léase granizo.

Lo peor: que son dos horas en donde no dicen un carajo y la insistencia en ensuciar lo familiar y las tradiciones, renegando de las costumbres y de la herencia, es tan obvia que supera lo boludesco.

Invisible como cada uno de los argentinos frente al "estado presente", descubriendo su guion la enorme diatriba parlamentaria hacia el ciudadano de a pie, en este caso en particular, una adolescente embarazada.

Aprovechando el costumbrismo de una idiosincrasia compleja, dividida en opiniones a machetazos retóricos y a su raigambre cronológica en una época de pleno auge en pos del aborto legal, nace este retrato de "lo nuestro".
Se rescata el hecho de que acá sí hay cine, sin la necesidad de caer en lo alegóricamente absurdo ni en tener que andar tratando de subnormales a los espectadores, explicándoles a viva voz los sucesos de la trama.
Las actuaciones cumplen todas, aunque la de su protagonista la encontré seca y anodina, quizás por las exigencias de una narrativa dura y apagada y de ahí su dirección.

Y pensar que todo este tema del "embarazo no deseado" se resolvería con el simple uso de un adminículo creado en el año 1.920 pero que algunos, exactamente un siglo después, parecen no conocer todavía.

Lo mejor: que muestran el gran negociado detrás de las "clínicas" de aborto, ya sean estas ilegales o legales, en ambos casos ilegítimas e igual de deleznables ya que las mueve la guita y no la vida de las mujeres.

Lo peor: ya que está metemos un poco de ideología de cartulina sobre los sucesivos endeudamientos con el FMI por parte de Argentina pero partiendo de una "época en particular", en vez de mediados del siglo XX.