Críticas de General Benigssen
10 de mayo de 2006
11 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay nada como vivir uno su propia historia de amor. Pero cuando no hay nada mejor, un filme de amor es el mejor sustituto.
Hiroshima mon amour es un filme sobre unos amantes anónimos, pero también sobre el olvido, el dolor y la soledad, donde recuerdo y hoy se confunden en un todo. Y el dolor en las calles de Hiroshima no es ajeno al dolor de los protagónicos.
Un poco lenta, pero original.
Hiroshima mon amour es un filme sobre unos amantes anónimos, pero también sobre el olvido, el dolor y la soledad, donde recuerdo y hoy se confunden en un todo. Y el dolor en las calles de Hiroshima no es ajeno al dolor de los protagónicos.
Un poco lenta, pero original.
9 de mayo de 2006
5 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mediocre película, pero va de piratas y solo eso la hace entretenida.
Allá los piratas saquearon, violaron, sacaron muchas tripas y se extinguieron (al menos en el Caribe). Años más tarde, la literatura romántica del XIX recuperó esos personajes del pasado dándoles unos atributos más acordes a las modas que a la realidad histórica.
Emilio Salgari y El corsario Negro; Julio Verne y Los piratas de Halifax; Robert L. Stevenson y La isla del tesoro; Daniel Defoe y Vida, aventuras y peripecias del capitán Singleton; Jack London y Los piratas de la Bahía de San Francisco; Rafael Sabatini y El capitán Blood; Fenimore Cooper y El pirata rojo; Sir Walter Scott y El pirata... ¿Es conocido el poema que comienza "Con cien cañones por banda, / viento en popa, a toda vela, / no corta el mar, sino vuela / un velero bergantín. / Bajel pirata que llaman, / por su bravura, El Temido, / en todo mar conocido, / del uno al otro confín..."?
Es la literatura que creó el estereotipo de pirata romántico y aventurero, y el cine bebe de tales fuentes porque la moda se convirtió en clásico universal. Y nosotros, a disfrutar como enanos: ¡Amarrad el cabrestante, largad el trinquete, izad la mayor...!
Allá los piratas saquearon, violaron, sacaron muchas tripas y se extinguieron (al menos en el Caribe). Años más tarde, la literatura romántica del XIX recuperó esos personajes del pasado dándoles unos atributos más acordes a las modas que a la realidad histórica.
Emilio Salgari y El corsario Negro; Julio Verne y Los piratas de Halifax; Robert L. Stevenson y La isla del tesoro; Daniel Defoe y Vida, aventuras y peripecias del capitán Singleton; Jack London y Los piratas de la Bahía de San Francisco; Rafael Sabatini y El capitán Blood; Fenimore Cooper y El pirata rojo; Sir Walter Scott y El pirata... ¿Es conocido el poema que comienza "Con cien cañones por banda, / viento en popa, a toda vela, / no corta el mar, sino vuela / un velero bergantín. / Bajel pirata que llaman, / por su bravura, El Temido, / en todo mar conocido, / del uno al otro confín..."?
Es la literatura que creó el estereotipo de pirata romántico y aventurero, y el cine bebe de tales fuentes porque la moda se convirtió en clásico universal. Y nosotros, a disfrutar como enanos: ¡Amarrad el cabrestante, largad el trinquete, izad la mayor...!
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