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España España · TOLEDO
Críticas de MAFALDA
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Críticas 151
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
4
11 de noviembre de 2014
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mundo que conocemos se muere. Cada minuto que pasa las opciones se reducen y sobre el futuro de la raza humana planea una enorme interrogación. Mientras el pueblo se sacude el polvo de encima y mira al cielo esperando agua, como siempre ha hecho el hombre desde que se convirtió en agricultor, las mentes superiores, esto es los integrantes de la NASA, se sacuden las opiniones que cuestionan su labor y miran al cielo esperando que proporcione una autopista hacia un lugar mejor.

Nadie mejor para ejercer de colono interestelar que el piloto Cooper al que da vida Matthew McConaughey un duro tejano (¡yiiiiihaaaa!) acostumbrado a los rigores del clima ("Hay cuatro estaciones en Texas: casi verano, verano, todavía verano y Navidad") algo muy útil cuando no sabes qué tipo de atmosfera te vas a encontrar en el nuevo planeta.

El caso es que Cooper, además de piloto ingeniero, es elegido para conducir y liderar al grupo de exploradores que si cumplen su misión habrán realizado la mayor hazaña en la historia de la humanidad: viajar más allá de nuestra galaxia para descubrir si algún otro planeta puede depararnos una nueva oportunidad, un futuro.

La importancia de la familia, gente sencilla luchando contra la adversidad, vecinos que se apoyan en caso de catástrofes. Las tormentas de polvo están tan bien logradas que casi hacen que carraspees y te lleves una mano a la boca para protegerla. Hasta ahí la historia parece atractiva y es asequible.

La cosa empieza a complicarse cuando introducimos un ingrediente, siempre conflictivo, en la mezcla: el deber. Ser ese padre que, por encima de todo, ama a sus hijos y jamás los abandonaría, o ser ese héroe que elige el sacrificio individual en aras del bien colectivo. "Ser o no ser, he ahí la cuestión". Aunque no crean, tampoco es que Cooper se lo piense mucho tiempo porque entre cultivar maíz y sentarse en el porche de su granja a esperar una lluvia que nunca llega, o calzarse las botas de cowboy espacial y poner rumbo a lo desconocido, la elección la tiene clara incluso antes de que se lo propongan.

Agujeros de gusano, relatividad, espacio/tiempo, dimensión, tridimension, cuatridimension, singularidad, densidad, viajes en el tiempo... El verdadero problema comienza con el despegue de la nave porque a partir de ahí la historia solo es apta para físicos teóricos, astrofísicos, ingenieros aeroespaciales y frikis muy frikis que con tal de experimentar la gravedad cero un par de horas (bueno en esta ocasión casi tres) son capaces de perdonarle al director todo lo que no entiendan. ¡Por algo es el futuro!

He leído que Nolan ha sido asesorado por un astrofísico, Kip Thorne, profesor de física teórica en el California Institute of Technology, ya jubilado, que ha dedicado gran parte de su vida a estudiar los agujeros negros, esas estrellas del cosmos que en lugar de explotar o apagarse, colapsan hacia un punto llamado singularidad. Resultado: la película tiene más de ciencia que de ficción, con el consiguiente sacrificio del entretenimiento.

Es indudable que en este tipo de superproducciones, en las que se invierte tanto dinero, siempre hay cosas espectaculares, ¡que menos! Así destacan los robots que en esta ocasión han rechazado el antropomorfismo prefiriendo una figura geométrica, con forma de bloque rectangular, que se desplaza tanto como una hélice como imitando el movimiento de los gorilas. ¡Son geniales! Igualmente me parecieron preciosas las imágenes del planeta helado. ¡Y qué decir de las olas gigantes!

En cuanto al prototipo de nave de la película no es nada original pues Stanley Kubrick, allá por el año 1968, ya llevó al cine en "2001: una odisea del espacio" la idea de una nave que gira constantemente para generar gravedad. Pero el nombre de la misma, Endurance (algo así como resistencia), me recordó el libro "Atrapados en el hielo" de Caroline Alexander que me recomendó mi amigo Juan. Narra la hazaña del famoso explorador Ernest Shackleton y una tripulación de veintisiete hombres que, en agosto de 1914, partieron hacia el Atlántico sur para realizar el primer viaje a pie por la Antártida. Tras abrirse camino por helado mar de Weddell, y cuando les faltaban sólo ciento sesenta kilómetros para llegar a su destino, su barco, el Endurance, quedó atrapado en los hielos y su tripulación, abandonada a su suerte. Su terrible experiencia duró veinte meses en los que realizaron dos intentos casi fatales de escapar antes del rescate final. El texto va acompañado de las increíbles fotografías que Frank Hurley tomó durante la aventura y que muestran la muda e impresionante belleza del océano Austral, la terrible destrucción del barco y la heroica lucha diaria de la tripulación para sobrevivir. Es un libro fantástico y estremecedor.

Volviendo a nuestra aventura espacial no hay ningún papel memorable pese a contar con buenos actores como Jessica Chastain o Michael Caine. Podemos destacar, por lo mala, la interpretación de Anne Hathaway de una mema, cursi y sentimentaloide científica, que nos tortura con complicadas teorías sobre que el amor es una fuerza potente cuyos resultados desconocemos.

¡Cada vez que sale en pantalla acabas deseando que te trague un agujero negro!

En fin, que quieren que les diga.

Desde mi punto de vista el intento de Nolan de insuflarle alma, corazón y vida a las matemáticas y a los cálculos cuánticos fracasa estrepitosamente y acaba pasando factura a los espectadores.

Dicho lo cual, que cada palo aguante su vela.
MAFALDA
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8
29 de octubre de 2014
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Es una película fantástica. Joaquín Phoenix realiza una interpretación soberbia, sin adornos, ni artificios. Una demostración de lo que es ser un ACTOR con mayúsculas, algo que está al alcance de muy pocos. De hecho creo que si ahora mismo pienso en quien podría hacer algo así, me vienen a la mente solo tres o cuatro nombres: Robert Downey Jr., Anthony Hopkins, Al Pacino, quizás Johnny Depp…” Esta es parte de la critica que escribí, en 2008, sobe “Two Lovers”, de James Gray (actualmente en esa lista no podría faltar Michael Fassbender).

Buenos diálogos, magníficos silencios, excepcionales primeros planos que traspasan la pantalla y te conmueven, miradas intensas... “El juez”, de David Dobkin, pone de manifiesto que no me equivocaba con Downey Junior porque junto al otro Robert, Duvall, nos ofrece una lección de cómo remover y activar las conciencias dormidas haciéndonos sentir sobrecogidos y totalmente desarmados.

Hank Palmer, un importante abogado con pocos escrúpulos, tras la muerte de su madre regresa a su hogar. Después del entierro, deseoso de salir del lugar donde pasó su infancia, se entera de que el juez del pueblo, su padre de quien está distanciado, es sospechoso de haber cometido un crimen. La investigación del caso lo llevará, poco a poco, a restablecer con los suyos una relación que estaba rota.

Un abogado inteligente, arrogante y tan simpático y encantador como cruel cuando toca serlo. Un mal hijo. Un juez fuerte, orgulloso, comprometido con la justicia por encima de todo, más implacable con su propia familia que con el delito. Un mal padre. Dos personas que se respetan y admiran en la distancia pero que se odian y se muestran incapaces de comunicarse en la cercanía. Dos almas perdidas que anhelan encontrarse y perdonarse pero no saben como hacerlo. La justicia, su nexo de unión, les mostrará el camino.

La familia no la eliges, no te puedes librar de ella cuando te apetezca. Aunque te mudes a miles de kilómetros de distancia va contigo. Nuestra personalidad es fruto de las circunstancias y experiencias, tanto positivas como negativas, que vivimos durante la niñez en el seno familiar.

Un espectador comprometido no sale indemne de una sala después de ver un drama de este tipo. Las difíciles relaciones familiares han servido de argumento a grandes películas como “The Savages” de Tamara Jenkins, “In the Bedroom” de Tood Field, “Heredarás la tierra” de Jocelyn Moorhouse o la más reciente “Agosto” de John Wells. Acontecimientos traumáticos, como la enfermedad o muerte de alguno de los progenitores, vuelven a reunir a familias que llevan años sin verse ni relacionarse creando un ambiente propicio para que afloren a la superficie reproches, mentiras, rencillas y rivalidades inconfesables; recuerdos todos que perturban la conciencia y el equilibrio nervioso.

Es muy difícil no verse reflejado en las tragedias familiares. Siempre hay frases similares a otras que recuerdas haber dicho en un momento de rabia, esas de las que ya te estás arrepintiendo antes de terminar de pronunciarlas, gestos idénticos de los que te avergüenzas, ausencias que te duelen y que no puedes compensar.

Hay que elegir el momento adecuado para ver esta película porque es tan buena que no disfrutas viéndola. A mí la relación paterno filial del juez Palmer y su hijo me afectó, me involucre en la historia y sufrí con sus miserias. ¡La escena de la bañera es durísima!

No obstante, deja un resquicio para la esperanza y un mensaje claro: por encima de todo defiende tu legado porque es lo mejor que tienes.
MAFALDA
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9
22 de octubre de 2014
21 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Producida por "El Deseo", Pedro Almodóvar y su hermano Agustín, comenzamos con una fantáaaaastica banda sonora, obra de Gustavo Santaolalla (músico y compositor argentino, ganador de sendos Oscar a la mejor banda sonora por "Babel" y "Brokeback Mountain"), que acompaña a unas preciosas fotografías de animales. Fíjense muy bien en ellas porque son un delicioso aperitivo de lo que veremos mas adelante: imágenes de lobos, leopardos, hienas y otros depredadores que, con sus miradas inteligentes y sus afiladas garras y colmillos, acechan a incautas ovejas, gacelas y otras fuentes de proteínas, prestos a devorarlas.

Aunque nunca hayamos sido agredidos físicamente, ni atracados por un ladrón, no es necesario que medie un delito para que nos resulte conocido el papel de víctima. A menudo nos vemos envueltos en situaciones que, por cotidianas, asumimos y soportamos de manera más o menos estoica o indignada dependiendo del día que tengamos. Pero... ¿qué pasaría si en una de esas ocasiones, hartos de sentirnos sometidos, renegamos del papel de sumisos y reivindicamos el control de la situación? De eso va la vaina.

Seis relatos geniales, inesperados y muy bestias.

Inspirada en "Cuentos asombrosos", serie de TV de los ochenta creada y producida por Steven Spielberg, "Relatos salvajes" (premio del público a la mejor película europea en la 62 edición del Festival de Cine de San Sebastián) narra unas historias en las que los agresores, asesinos o terroristas, no han sido etiquetados como tales por el sistema. En cuanto a las victimas, no son únicamente personas sino estructuras e instituciones: la sociedad en su conjunto.

No se trata del tipo de cuento que termina con un colorín colorado que te invita a conciliar el sueño, sino de unas historias para no dormir, verdaderamente brutales, que inducen, por las barbaridades que narran y cómo las narran, tanto a la risa como al horror o al asco. Son tan tremendas como sorprendentes y cercanas porque, ya me lo dirán cuando las vean, con más de una nos sentiremos identificados aunque no nos atrevamos a reconocerlo en voz alta:

1. Pasternak: a todos aquellos que te han jodido la vida. ¡Atracón de risa inicial!

2. Las ratas: el que la hace la paga. ¡Ten cuidado con lo que deseas!

3. El más fuerte: genuinos machos al volante. ¡Geniales Leonardo Sbaraglia y su partenaire! No se pierdan la melodía "Corazón de fuego". MI FAVORITA. ¡Es la caña!

4. Bombita: la lucha, en solitario, contra la jaula de hierro de Max Weber. ¡Un héroe nacional!

5. La propuesta: justicia universal, o no. ¡Por algo se dice que la justicia es ciega!

6. Hasta que la muerte nos separe: para terminar nada mejor que una celebración familiar. ¡Una boda de cuento!

Intriga, violencia y comedia. ¡Hacia tiempo que no me reía tanto en el cine! Esta película es muy divertida pero, se lo advierto, se trata de humor macabro, o negro como prefieran llamarlo, no apto para todos los paladares.

El director nos muestra como basta un segundo, el tiempo que se tarda en tomar una mala decisión, para cruzar la línea que separa el orden del caos. Perder el control y dejarse arrastrar por el vértigo y el placer que ello conlleva; comprobar que, efectivamente, la venganza es un plato que se sirve frío y se come despacio.

Damián Szifrón emprende una cruzada contra los tiranos, los que se creen superiores a los demás, los macarras abusones, el sistema, los ricos y los finales felices. ¡No deja títere con cabeza!

La película es cruel, maliciosa, brutalmente divertida y esconde una original y demoledora carga de critica social.

¡Sencillamente brillante!

¡Tiembla Tarantino!
MAFALDA
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10
10 de octubre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película se inicia al son de “La Marseillaise”, himno nacional de Francia, y su exaltación del ánimo patriótico:

“Allons enfants de la Patrie
Le jour de gloire est arrivé”

Kubrick nos muestra sus senderos.

Durante ochenta y nueve minutos asistimos perplejos al desarrollo de una ofensiva de guerra gestada en los despachos de los integrantes del Estado Mayor, que alegan presiones de los políticos y de la prensa para que ganen la guerra, se mueven en palacios versallescos, toman coñac de marca y asisten a bailes de gala.

Mientras, las tropas sobreviven en las angustiosas trincheras. Kilómetros y kilómetros de zanjas de las que muchos nunca llegaran a salir. Desconcierto, tensión y rabia contenida ante el cinismo de los que mandan y deciden, sin exponerse nunca al peligro, sobre la vida de los demás. ¡Algo muy de actualidad mal que nos pese!

En la Francia de 1916, durante la I Guerra Mundial, el Estado Mayor decide tomar “La colina de las hormigas”, una inexpugnable posición alemana. El General Boulard traslada la orden al General Mireau quien en un primer momento, aunque sin demasiada convicción, rechaza de plano la propuesta para enseguida cambiar de idea a lo que contribuye la amenaza velada de un posible retiro y la promesa explícita de un ascenso seguro.

El encargado de dirigir el ataque sobre el terreno será el coronel Dax quien ante el cinismo de su superior, que le expone claramente que una vez se produzcan las bajas necesarias en el regimiento aun quedara un porcentaje elevado de soldados para tomar la colina, se niega por lo que el general, escandalizado, apela a su patriotismo. Él le responde con las palabras del Dr. Johnson (poeta, ensayista y critico literario): “El patriotismo es el último refugio de los canallas”.

La misión, crónica de un desastre anunciado, se convierte en un infierno en el que perece gran parte del regimiento. Los escasos supervivientes emprenden la retirada hacia las trincheras, ante lo cual el alto mando militar, preso de una pataleta impresionante y muy irritado por la derrota, decide imponer un severo castigo que sirve de ejemplo a los cobardes.

Los cabezas de turco, elegidos al azar, serán un cabo y dos soldados rasos.

Ni los motivos por los que retrocedieron, ni las heroicidades pasadas, ni siquiera ser el único superviviente entre miles de hombres, valen como justificación en el consejo de guerra al que son sometidos, ya que las preguntas, a las que solo pueden responder SI o NO, son:

¿No llegó a salir de la trinchera?
¿Retrocedió usted?
¿Intentó tomar la colina?

Con frases como “No hay nada como fusilar unos pocos para levantar la moral de la tropa”, o “Coronel, sus hombres han muerto muy bien” el despreciable General Mireau se gana nuestro odio eterno.

“No esta bien fusilar a un moribundo” alega débilmente el cura que acude a confesar a los condenados a lo que se le responde “Que le pellizquen la mejilla cuando este atado frente al pelotón de fusilamiento, así abrirá los ojos porque el general lo quiere despierto”. ¡Miserables!

Cada minuto de metraje de esta película, cada elemento, cada toma, cada escena, es un alegato antibelicista por sí mismo.

Para terminar este reseco informe bélico una canción en alemán, que humedece los ojos de todos los soldados y de los espectadores, en la voz de una joven desconocida, para dejar constancia de la universalidad de los sentimientos y de lo absurda e inútil que resulta cualquier guerra la guerra, antes de cumplir las ordenes de regresar de inmediato al frente.
MAFALDA
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10
7 de octubre de 2014
47 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre he sido aficionada a la fantasía medieval con sus caballeros, princesas, magos, brujas, orcos, enanos, gigantes… Con 15 años leí “El señor de los anillos” (aún recuerdo la sensación de no poder dejarlo, el cansancio de ojos) y por supuesto he visto (cuando la estrenaron y varias veces en televisión) la maravillosa adaptación que hizo Peter Jackson para el cine.

También he leído “Ivanhoe”, de Sir Walter Scott, y he visto la película de Richard Thorpe que protagonizó Robert Taylor. Por supuesto he visto casi todas las que han hecho sobre Arturo y los caballeros de la mesa redonda. La más reciente “King Arthur”, dirigida por Antoine Fuqua y protagonizada por Clive Owen, uno de mis feos guapísimos. Aunque mi favorita sobre este celebre personaje es “Excalibur” de John Boorman. La eterna lucha entre el bien y el mal, claramente diferenciados y opuestos, es la base de todas esas historias. Siempre resulta fácil tomar partido. En “Juego de tronos” la cosa se complica.

Recrea a la perfección la barbarie, violencia e inestabilidad propia de esa época. Con el ansía de poder como telón de fondo, se enfrentan clanes familiares que no atascan a la hora de utilizar cualquier método, arma o persona, para lograr su único objetivo: el trono de hierro. El dinero manda y la lealtad te mata. No valen normas ni códigos de conducta. Todos, cada uno dentro de sus posibilidades, luchan con uñas y dientes para salirse con la suya.

El único valor que se erige como verdadero, y al que todos parecen respetar, no es tanto la familia (puesto que abundan los incestos, los hijos bastardos, los amantes, etc) sino la sangre (me refiero a los lazos de sangre y no a la otra aunque ésta corre como un río en cada capítulo). Cada casa hace honor a su lema: “Un Lannister siempre paga sus deudas” no habla de honor sino de dinero, por algo son los más ricos. “Winter is coming” (el invierno se acerca) refleja la misión, especialmente dura, que asume la casa Stark, guardianes del Norte: mantenerse en constante alerta preparados siempre para lo peor. El de la casa Baratheon, “Nuestra es la furia”, retrata a la perfección a sus miembros: fieros en la batalla pero de poco seso. El de los Targaryen y sus dragones “Fuego y sangre”.

La historia te produce un creciente desasosiego porque no hay infancia, no hay respeto, no hay justicia, no hay honor… aunque, eso sí, para mayor gozo de mi amigo Juan, hay zombis del Norte.

¿Quién es mi personaje favorito? Hasta que lo mataron, Lord Eddard Stark por razones que saltan a la vista (no solo porque esté muy bueno, que lo está, sino porque es bueno), a quien el hecho de ser nombrado “mano” del rey, le hace perder la cabeza (de hecho lo de ser “mano” era un cargo nada apetecible por lo poco que solían durar aquellos que lo ocupaban).

Ante mi grandísimo disgusto por la desaparición en la primera temporada de este personaje, no me quedó otra que elegir uno nuevo y mi favorito pasó a ser Tyrion Lannister, el enano, el nomo, el medio hombre. Ser una continua decepción para su padre y su corta estatura le hacen desarrollar, para sobrevivir, una inteligencia muy por encima de la media junto con un sentido del humor que impide que su vida se convierta en el infierno que podría haber sido. Deslenguado, procaz, sensible, putero, curioso, son algunas de las cualidades que lo adornan. Sus diálogos son de lo mejor de la serie.

Las mujeres no son presentadas como meros objetos decorativos sin otra misión que parir hijos. Las hay crueles, sucias, guerreras, pérfidas, mentirosas, pero todas ellas las pasan canutas dentro de sus respectivas clases sociales: las nobles son “vendidas” para cerrar alianzas con otras familias. Las pobres son usadas y vejadas por los suyos y por los ricos. Al resto solo le queda ejercer de putas freelance, con lo cual no sacan ni para comer, o contratarse en burdeles como el de “Meñique” (uno de los personajes que más odio) donde a cambio de un poco de seguridad sufren bastante más esclavitud.

En un mundo en cambio constante, con una esperanza de vida tan corta, lleno de miedo e incertidumbre, ves como incluso los más crueles tienen sus momentos de flaqueza y te das cuenta de que detrás de cada uno de ellos hay una triste historia que los ha hecho convertirse en quienes son. Siguen sin caerte bien, pero llegas a entenderlos.

La temática, el desarrollo psicológico de los personajes, la perfecta ambientación, los escenarios naturales, las brillantes interpretaciones, hacen de esta serie algo que no debes perderte. Te emociona, te cabrea, te engancha.

¡Es fantástica!
MAFALDA
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