No tenía muchas expectativas ante esta película, pero al final tengo que decir que se trata de una producción más que correcta.
La trama en sí no tiene nada de nuevo y lo que vemos ante nuestros ojos es cómo si lo hubiéramos visto con otros personajes y en otros lugares. Lo positivo es la presencia de Antonio Banderas y del veterano Ben Kingsley, que ayudan pero que no logran sacar adelante situaciones que con otro equipo técnico hubieran tenido otros resultados.

Para hacer una buena película es necesario disponer de una buena masa donde poner unos buenos ingredientes y siempre ligándolo con una buena salsa y si no es así, intentar que una vez la metamos en el horno se pulan algunos de sus defectos.
En este caso diría que falla un poco todo y es que ni el guion ni los actores hacen tirar hacia delante esta película, que está más cerca de un telefilm de estos que nos invaden en canales tipo Hallmark.
Hayden Christensen (La venganza de los Sith) y Emma Roberts (Somos los Miller) lo intentan pero no logran sacar adelante la historia que goza de una simpleza exagerada en la que se nota que no se ha puesto ni un ápice de alma en lograr un resultado satisfactorio.
Lo más anecdótico de todo es ver que el director vuelve al tema de la pizza, ya que en los años 80 tuvo a sus órdenes a la tía de la protagonista en la película Mystic Pizza.

Cine francés y con un supuesto toque diferente es lo que me esperaba, pero necio de mí el resultado fue muy diferente.
La idea en sí siempre ha sido algo bueno para ver cómo se cambian los roles y los que parecen que mandan son sometidos, hasta aquí correcto. El problema es cómo se desarrolla y es que en ningún momento del metraje pude reír con ninguna secuencia y, lo peor de todo, no sentí empatía por ninguno de los personajes. Todos ellos me parecen sobreactuados y sin pizca de gracia en un guión con muy pocas luces y llena de secuencias sin sentido....sólo el sorprendente final es quizás lo más interesante.
Film lleno de buenas ideas pero que en lugar de demostrar la igualdad lo que lograr es provocar vergüenza ajena y, por cierto, Netflix...dedícate a producir Stranger Things y otras cosas y no te metas en jardines como este.

Cuando se hace una segunda parte, remake o continuación siempre llegan olas de personas (llamémoslos críticos o gente de pie) que la alaban o la hunden.
Los aciertos, y no podía ser de otra manera, vienen de los efectos especiales (faltaría menos) con grandes números musicales que al final pueden llegar a ser cansinos.
Los protagonistas son una mezcla de buenos y malos intérpretes: Ben Whishaw y Emily Mortimer, ambos más que competentes en sus papeles, aunque a veces en algunos momentos su credibilidad no es la mejor.
Los niños aportan lo justo y necesario. Angela Lansbury y Meryl Streep logran llenar durante sus momentos en pantalla, algo que no logra el resto del reparto.
Emily Blunt (¡ay, aquí han corrido ríos de tinta sobre su interpretación!) yo voy a echar una lanza a favor suyo. Me parece un papel serio y correcto, y es que desde su aparición en la pantalla consigue demostrarnos quién es y a la vez darle un toque más sentimental (cosa que no logró Andrews).
Y como punto y final la banda sonora: creo que el trabajo de Marc Shaiman es espectacular con una música que llena cada una de las secuencias del film y con una preciosa canción, "The Place Where Lost Things Go". Ambas mereceieron más en la última entrega de los Óscars pero el pasado no se puede reescribir.
Una lástima que por no pulir ciertos errores no llegará a ser un film redondo, que tiene demasiado altibajos y que al final deja una cierta sensación de desazón y que no invita a verla nuevamente a pesar de todas sus virtudes.

La vi a finales de los 90 y en su momento me pareció un film horrible y sin ninguna gracia; pensé que era lo peor que había hecho Almodóvar (Los amantes pasajeros sí que es lo peor del Manchego).
El film juega con todas las pautas del director: la cromática, las terrazas y una galería de personajes bastante histriónicos.
Si en "Átame" lo que destacaba era la mezcla comedia + drama, aquí el director tiene un pequeño traspiés en cuanto al guion, y es que por mucho que Verónica Forqué dé un recital interpretativo, no encuentra a nadie a su alrededor que le dé la réplica: Álex Casanovas anda todo el film perdidísimo, Anabel Alonso como si no existiera y el doblaje de Peter Coyote que da auténtico terror. Solo la presencia de la dominatrix Victoria Abril logra dar algo de juego al personaje principal.
Resumiendo: es un film con algunos buenos destellos y que ya se encontraba en una época de cambio del realizador y es que en esta ocasión quiso abarcar demasiados temas (telebasura), pero por desgracia no logró dar en la diana en ninguno de ellos.