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Críticas de FATHER CAPRIO
Críticas 641
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
31 de mayo de 2010
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mis críticas cinematográficas suelen ser poco académicas. Hablo de cine desde la marca indeleble o volátil que las películas dejan en mi, sin importarme demasiado si los presupuestos son A, B o Z o si las calificaciones previas de los verdaderos expertos han resultado favorables o no al film en cuestión.

Afincado en Almería desde hace muchos años es inevitable que en este comentario los sentimientos se mezclen en mayor medida. Y junto a los sentimientos, el conocimiento de una tierra hermosa en sus contrastes. Y ese Desierto de Tabernas retando a un duelo al sol a cualquier desierto norteamericano era inevitable que acabase siendo el impagable escenario de un western, espagueti por su director, pero almeriense de pura cepa por su paisaje, donde la belleza de sus puestas de sol consigue refrescar las gargantas secas de los viajeros curiosos que se acercan a sus mini Hollywood y a sus poblados Leone.

Dicho esto (nobleza obliga) afirmo que La muerte tenía un precio es un western excepcional de un director que engarza la historia en los gestos y en las miradas, en los dilatados silencios y en las palabras justas. Un western donde el mero hecho de encender una cerilla significa toda una declaración de intenciones, donde el carillón de dos relojes nos relata la historia de una venganza. Por último, un western donde las palabras sobran, porque no hacen falta, porque somos listos y lo entendemos todo y especialmente porque sin palabras se escucha mejor una de las mejores bandas sonoras de todos los tiempos. Ennio Morricone. Chapeau.

La conjunción Leone-Morricone nos depara uno de los momentos cumbres del cine. Las actuaciones de Lee Van Cleef, Clint Eastwood y Gian María Volonté, también. Almería pone ese perfil irrepetible entre la tierra y el cielo ... Y la historia, desde su simplicidad nos regala un final inolvidable, de esos que, sin darte cuenta te dejan en el filo del sillón y con la espalda recta.
FATHER CAPRIO
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A propósito de Niza (C)
CortometrajeDocumental
Francia1930
7,2
1.752
Documental
8
27 de mayo de 2010
53 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Iglesia tiene doctores y videntes. Jean Vigo con dos films y un par de seudo documentales está considerado uno de los pilares de la cinematografía europea. Y no digo que no fuese un realizador excelente con trabajos maestros pero le faltaron nuevas obras a las que el inevitable juicio del tiempo hubiese dado y quitado razones. Su vida se segó lamentablemente a una edad temprana como consecuencia de la tuberculosis, esa enfermedad tan aficionada a crear mitos. Y Vigo, sin duda, es un mito.

La muerte crea mitos pero no solo ella. La rebeldía, el individualismo y la locura también los crean, y Vigo era un rebelde con causa marcado por el asesinato de su padre en prisión y por las ideas anarquistas familiares. Su primer corto: A propos de Nice es una crítica del capitalismo y de la burguesía disfrazada de documental. Desde su inicio y por algunos momentos lo parece. Las vistas aéreas, la gente paseando, los casinos, la playa, todo parece clásico, aséptico y convencional, pero no, cuando nos confiamos y creemos ser viajeros de la máquina del tiempo de H. G. Wells observando la placidez del sueño descabezado por señores endomingados al sol del Mediterráneo, Vigo parece decirnos "A la merde" (el seudónimo de su padre como escritor fue Miguel Almereyda, anagrama de " y a de la merde") y empiezan las callejas, los desocupados, los cielos estrechados entre balcones de ropa tendida, los gatos entre la basura, los riachuelos de orines...

Y en una especie de éxtasis surrealista, Vigo se rodea de simbología fálica, edificios, chimeneas, paraguas y nos introduce en un mundo donde la belleza se convierte en ordinariez, donde las miradas buscan ese hueco que queda entre piernas cruzadas, donde las faldas carnavaleras se levantan mas de lo conveniente con un telón de fondo de lápidas y figuras mortuorias. Niza dejó de ser Niza. Niza es algo así como una dantesca comedia donde el paraíso y el infierno se comunican sin apenas purgatorios.

No me entiendan mal. Jean Vigo era un genio en potencia desde el primer fotograma de A propos de Nice. Solo afirmo que le faltó tiempo...
FATHER CAPRIO
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6
25 de mayo de 2010
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo de Krakatoa al Este de Java tiene fácil arreglo. Se coge el mapa, se la da la vuelta convenientemente y ya la tenemos al Oeste como debe ser. Corregir lo demás resulta algo más peliagudo y difícil.

Y es que la película no es mala ni es peor (como algunos pensarán). Es un quiero y no puedo. O un no sé, que todavía es más culpable. Kowalski se agarra a un cine catastrofista naciente y a unos buenos efectos visuales que serán nominados a los Oscar, para envolver como si de papel de regalo se tratase un film donde las coherencias internas brillan por su ausencia. Las catástrofes naturales no están necesariamente reñidas con las aventuras inconfesables. Los caza tesoros de los Mares del Sur pueden sufrir erupciones, mareas, tifones, tsunamis y hasta tormentas de arena si el guionista se lo sabe montar, dejando a los espectadores con la baba caída, pero juntar a un grupito trapisonda de tal calibre es demasiado hasta para los espectadores más crédulos y con las tragaderas más holgadas.

Y así nos encontramos un buzo profesional con el certificado de caducidad sobrepasado ampliamente y mal sobreviviendo a base de láudano. A su amiguita, “fiestas, canciones y distracciones varias” ofreciendo numeritos musicales con striptease incluido. A un preso ajeno al cotarro en una especie de libertad bajo palabra, campando a sus anchas por cubierta y evidentemente enterándose del negocio que se llevan entre manos los componentes del susodicho circo Trapisonda. A una pareja, padre e hijo, exploradores en globo aerostático que para una vez que lo utilizan se escacharra y a punto están de acabar en el interior del volcán. ¡Ah! Y el hijo (Sal Mineo) se llama Leoncavallo. ¿Será un animal mitológico?. A todo ello, la presunta viudita de buen ver conocedora de la existencia de una fortuna en perlas en el barco hundido ha sufrido un proceso de insania mental y presenta dudas razonables sobre si lo sabe o lo imagina. Además junto con perlas y marido ha perdido un hijo lo cual es grave, melodramático, favorecedor de la lágrima fácil y un directo al corazón del espectador si se le coge algo distraído.

Maximilian Schell, buen actor y competente no consigue, a pesar de su talento artístico dar coherencia a esto. Al contrario, verlo con una manguera de agua a presión echar por la borda a treinta facinerosos dispuestos a todo resulta lo mismo de creíble que las historietas de El Capitán Trueno, El Jabato y el sargento Gorila, todos juntos.

Antes afirmaba que no es mala ni peor. Lo digo, con cierta generosidad, por tres aspectos: Un inicio prometedor. Unos efectos especiales logrados y una fotografía donde se confunden los rojos lava con los azules océano y eso resulta bello y atractivo en formato pantalla grande. Y por último por un desarrollo final donde la tragedia viene a poner las cosas en su sitio y al sentido común donde siempre debió estar, ello junto a unos espectaculares FX del tsunami sobre las islas y el buque.

Regulín, regulan…
FATHER CAPRIO
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7
24 de mayo de 2010
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tienda de locos (The big store) no puede encuadrarse entre lo mejor de los Marx. Sin ser demasiado duros con ella, los Brothers tienen películas más genuinas y mucho mejores. Sus últimos films parecen responder más al sufragio de las deudas de Chico Marx (un día en las carreras, y otro, y otro…) que a razones de imaginación, oportunidad y cosas que contar a sus
asiduos que eran muchos. Pero aún así destila instantes de genialidad y aún en la fría soledad del sillón, lejos de carcajadas contagiosas, se escapan notorias sonrisas. Y eso sube la nota.

Recientemente revisé Amor en conserva, otro film de los Marx con el propósito de hacer caja y saldar números rojos. Sin embargo The big store es infinitamente mejor. La presencia de Margaret Dumont eleva exponencialmente la calidad media pues fueron y somos muchos sus admiradores. Groucho, a diferencia del detective Grunion de Amor en conserva no resulta un pegote en medio de la película añadido por intereses comerciales. Su detective Flywheel es todo un personaje, sus relaciones con Miss Dumont las esperadas por la audiencia con sus habituales perlas, y sus habituales, agresivas e ingeniosas frases dejan momentos brillantes. Harpo sigue su línea musical y disparatada si bien algo más comedido y Chico un poco como el Guadiana, apareciendo y desapareciendo.

Brillantes escenas: La contratación de Groucho por Miss Dumont, el número musical entre ascensores y departamentos del centro comercial. No se pierdan la cantarina parálisis facial de Virginia O´Brien entonando impertérrita Rock a bye Baby, entre cunas y canastillos. Las cuentas de la familia italiana a la que no cuadran los hijos, surrealismo puro. Harpo por triplicado al arpa y junto a Chico al piano, maniobras orquestales a plena luz y para deleite
y descacharre de las improvisadas clientas. Sin embargo, el tal Tony Martin (cantante) en su rol personalizado de Tommy Rogers un tanto bastante melifluo y acarameladillo. Rancio sin duda para el siglo XXI.

Son los Marx. Reconocibles, pero menos. Las han hecho mejores. Quien tuvo, retuvo y guardó para luego.
FATHER CAPRIO
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8
22 de mayo de 2010
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Somos los que somos y vivimos el tiempo que nos ha tocado. Por ello, cuando jugamos a juzgar acontecimientos que pasaron hace un siglo son inevitables errores de apreciación. Nuestra vista de águila se queda miope ante hechos ocurridos en los s. XIX y XX, "retratados" en el año 1934 por el maestro John Ford.

No estoy afirmando ni negando que el juez Priest existiese realmente, solo digo que la guerra civil americana dejó huellas inevitables, que la situación de los negros en USA ha pasado por distintas etapas, la mayoría de ellas injuriosas para ellos y que esto resulta difícil de apreciar desde distancias físicas y, especialmente, temporales.

Por muchos julepes de menta que aparezcan y por mucho juntar caramelo como entretenimiento festivo, la película tiene profundidades que solo los grandes genios del cine saben transmitir. Y Ford es un genio. Lo digo con conocimiento y sin excluir del Olimpo de los Genios a otros grandes realizadores antiguos o actuales. Hay más, pero Ford está entre ellos. Y si alguien ve esta película como simplona, meliflua y acaramelada es que se ha quedado justo a las puertas de un umbral que el gran Ford nos ha invitado a traspasar.

Ford nos acompaña en la visita a una comunidad rural sureña, orgullosa de su pasado, que ha sobrevivido a sus derrotas con el orgullo intacto. Una comunidad donde la posición de los negros no es fácil por mucho que parezcan vivir en un happy party continuo entre canciones, espirituales y aleluyas. No es casual que en el inicio del film un juez Priest más interesado en las viñetas del periódico que en el proceso que dirige, evite, con la suficiencia de quien lo hace todos los días, el linchamiento de un hombre de color acusado de robar un pollo. Esta es la forma en que Ford nos presenta a la cordura y al buen juicio. Sentadas en el estrado, sin toga pero con el espíritu de la justicia intacto.

Ese talante conciliador lo aplica Priest en todos los órdenes de su vida, tomando partido por las causas que lo merecen y apoyándolas de pensamiento y obra, dándole a todas las cosas su justo valor y elevando lo accesorio al terreno de lo fundamental. La improvisada orquesta callejera tocando, frente a la ventana abierta del tribunal, himnos patrióticos capaces de levantar el alma sureña, no es baladí.

Los negros no siempre estarían cantando. Coincido plenamente. Pero no puede decirse que no hubiera personajes con sentido de la responsabilidad, amantes de la verdad y respetuosos con sus semejantes fuesen del color que fuesen. Creo que coincidirán conmigo. Esta es la versión de un "humanista" del cine como Ford en una de sus películas iniciales, cuando aún no se sabía que Ford fuese Ford y la crítica se cebaba más de lo acostumbrado especialmente si blancos y negros confraternizaban más de lo políticamente correcto.

Ford afirmaba que esta era una de sus películas favoritas. En realidad, lo eran todas aquellas películas que sufrían las injustificadas iras de críticos con anteojeras.
FATHER CAPRIO
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