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España España · Lleida
Críticas de Uma
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Críticas 202
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
18 de marzo de 2024
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La película tiene una línea argumental jugosa. Un escritor talentoso que escribe alta literatura, pero no vende nada. En un arranque rabioso, escribe una "mierda" de novela, que resulta tremendamente exitosa. Críticos, autores, editores, todos se rinden a un libro que su propio autor, que lo publica con seudónimo, considera bazofia. Es un buen argumento, un poco "Wilt", pero, al menos en la forma como está filmado (no he leído la novela), plantea no pocos problemas.

En primer lugar, la combinación de drama y comedia, no acaba de encajar. Los flecos personales del protagonista, esa faceta dramática de la película, son como ramales que surgen a lo largo de la narración sin llegar a conducir a ninguna parte sustancial, sin sumar demasiado a la comedia, y a la inversa. Alejan al personaje y a la película de su enredo principal, con lo que este pierde intensidad, pierde capacidad de sátira, cojean los personajes paródicos por breves y episódicos. Y lo mismo pasa al revés. Uno por otro, drama y comedia, ni comen ni dejan comer, como el perro del hortelano.

Además, poniéndonos sesudos, no me gusta esa posición divina en la que se sitúa el personaje y, por supuesto el autor (el de la novela y el de la película), cuando deciden, desde su supuesto elitismo, qué es buena literatura, y qué no lo es, qué vale la pena y qué no, cuál es el pensamiento correcto, y cuál no lo es. Un maniqueísmo muy americano que no consigue arreglar ningún intento, por parte de sus autores, de ampliar el horizonte. Me parece muy legítimo defender una posición respecto al arte, sin embargo no me agrada demasiado hacerlo a costa de menospreciar otras miradas. Todo ello, se mezcla con una cuestión racial, que, sinceramente, hay que ser de los EEUU para comprender del todo, y que yo he obviado en mi visionado, porque al final es una cuestión que ellos han protocolizado hasta el ridículo, y han convertido en puro veneno para cualquier obra.

Cierto es, sin duda, que vivimos un declive del conocimiento, el listón parece cada día más bajo. Como decía no sé qué filosofo, castigamos a los inteligentes por serlo, por no tener consideración con los estúpidos. Y cuando en clase hay un alumno estúpido, baja el nivel de toda el aula... Seguramente muchas de esas reflexiones son bastante acertadas, sin embargo, qué peligroso es cuando unos alzan la voz para decidir quiénes son listos y quiénes son estúpidos. Principalmente porque la inteligencia es un elemento abstracto que puede tomar formas distintas. No todos valemos para lo mismo. Conozco gente muy lista, que parecen retrasados cuando tienen que freír un huevo. Yo creo que puede haber mucha inteligencia en una película que consigue hacer reír, y en una que consigue hacer llorar. Y a veces hay mucha estupidez en el cine intelectual, que solo aburre.

La película, pese a sus defectos de ensamblaje, funciona aceptablemente, puede pasarse un buen rato. El patrón no es nada novedoso, una itinerancia entre la comedia y el drama, buscando esos momentos tan de cine americano que te tocan el corazón o te arrancan una sonrisa. Pero su discurso intelectual es pura arrogancia. Y para no verlo hay que ponerse en modo estúpido. Un contrasentido.
Uma
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8
26 de febrero de 2024
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que asombra de esta película es los riesgos formales y narrativos que toma su director, en su opera prima. Una película valiente, sin duda, y asombra aún más, que esos riesgos, ese triple mortal con tirabuzón, le salga tan bien, que caiga clavado de pie. Es posiblemente una de las mejores películas españolas de los últimos tiempos, en términos de innovación cinematográfica, en términos de expresividad, y eso es así porque toda esa invención, no es un alarde pretencioso, sino que tiene un sentido y es eficaz para alcanzar la esencia en lo que quiere contar.

La película es una declaración de amor a la música, esa que se hace en cualquier lugar del mundo, esa que congracia a todas las razas y pueblos de la tierra. Dos tipos y dos guitarras, pueden entenderse y llorar de emoción sin decirse nada. Eso se saborea en esta película.

Y es la historia de un músico. Las películas biográficas, se han convertido en un verdadero tostón. Todas iguales, todas intentando afinar para penetrar en el personaje, aunque muchas veces se encuentran con un gran muro: el propio actor que está más endiosado que el personajes; esos directores grandilocuentes; esas capas externas, esas sobredosis de trascendencia histórica que como ondas en un lago se expanden por el universo. Agotador, hay más salsa que caracoles. "La estrella azul" logra lo que no consigue Oppenheimer, ni Maestro, ni Napoleón, ni muchas otras. Que el espectador verdaderamente conozca al personaje, porque la película se hace poliédrica de una forma muy precisa, como si cada pieza de un puzle aportada algo. Conocemos a Mauricio por su hermano, por el amor que se tienen; por su novia, que le quiere pero no puede con el desbarajuste; por la música que es la pluma y la montaña al mismo tiempo, es la sustancia de la que está hecho; por aquellos que le conocieron en Argentina, en ese afán maravilloso que tienen los músicos de comunicarse, ellos son receptores de ese aspecto del personaje, de su entrega, de su alma, ellos guardan las marcas que les dejó su persona y su música (a veces en un viaje, hay toda una vida); y le conocemos, en un gesto genial, por quienes le quieren hoy y le han querido siempre, tanto como para hacer una película sobre él.

La película introduce secuencias que se salen de la ficción, o la trasladan, la deforman, contagian con ella la realidad, y viceversa. Hay una transversalidad emocionante en esta película, y en todos los espacios, se genera la emoción. Ese metacine, tan bien utilizado, convierte a Mauricio en un ser trascendental, porque entendemos el motivo por el cual hay que hacer una película con su vida, porque entendemos que merece un documental, y por extensión, porque entendemos que las almas puras, las que se entregan, las que se consumen en ello, no deben quedar en el olvido. Como decía alguien, hay batallas que se tienen que librar, aunque se pierdan una y otra vez. El esfuerzo por contar su historia, forma parte de su historia.

Le falta únicamente a la película, acaso, abundar en los conflictos, enseñar reversos, ensuciar un poco las cosas, aunque no estoy seguro, puede que con ello se hubiera apartado de su propósito. Solo es un apunte, una sugerencia. Repasando, solo hay un plano que no me guste: desde la calle, a través de un ventanal, vemos a Mauricio en el interior de un bar llorando. Es el plano menos arriesgado de la película, y para mí, canta como una almeja. Dicho esto, la película me parece redonda. Mención especial para el actor, Pepe Lorente, que se maneja con una naturalidad que es imprescindible para circular de ida y vuelta de la ficción al documental, y de ahí a la magia. Lo mismo puede decirse de Marc Rodríguez. Grande en un papel muy difícil. Sin buenos actores, no sé si Macipe se hubiera salido con la suya en este complejísimo proyecto que, sin embargo, en la pantalla, discurre con la armonía de un río.

Ayer domingo, una veintena de afortunados pudimos verla acompañados del propio Javier Macipe en un cine de Lleida (un cine que no tiene precio), y tuvimos luego un coloquio sobre la película y su proceso. Macipe, lleva 10 años luchando por esta historia, casi que es él mismo un Mauricio. Lo que se ha peleado los últimos 4 años para que esta historia esté en las salas de cine demuestra sin duda que Mauricio cayó en buenas manos, en las mejores manos. No solo por el empeño, también porque se ha conseguido que el espectador salga del cine con la percepción de que ha llegado a rozar una alma, que era excepcional desde los resortes más básicos, más simples. Ahí está en realidad la grandeza. Del cine y del personaje.
Uma
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7
21 de febrero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesantísima película, por su temática y también por su ejecución, que asume sin concesión alguna una realidad compleja en la que no tienen mucha cabida los finales felices. Tampoco los infelices. Es un cine costumbrista, como el que ya desarrolló esta directora en "Carmen y Lola", si bien la dramatización es mucho más acertada y efectiva en este caso que en el de aquel amor gitano entre dos mujeres, que de algún modo, cayó víctima de un protocolo cinematográfico del que Echevarría no supo desperezarse del todo.

Aquí sí se afronta con un realismo dramático una realidad muy complicada que subyace latente en nuestras ciudades. Esta película va de chinas, pero también podría ir de marroquíes o senegaleses. La integración de las segundas y terceras generaciones de inmigrantes en nuestro mundo occidental, en todas las facetas de la vida, es un tema poco explorado que bien merece atención.

Hace un año más o menos TV3 emitió un documental devastador sobre esta cuestión, donde musulmanes homosexuales y de otras etnias, o simplemente individuos sexualmente activos de otras culturas, explicaban una realidad terrible, repudiados por sus familias y sus comunidades, que en algún caso, les habían llegado a amenazar de muerte. El debate es muy interesante, pero por desgracia para los que lo sufren, nos mueve poco a los de aquí, ya que nos resulta un problema lejano. El documental era tremendo, pero tengo la sensación de que los riesgos que corrieron aquellos chicos y chicas al mostrarse en televisión, poca trascendencia tuvo.

Quizá esta película, que muestra que Echevarria tiene muy buen ojo para los temas espinosos, tenga un impacto mayor para visibilizar el problema y dar herramientas a esos/as valientes que simplemente quieren ejercer su libertad en un país que se lo permite, un país que al mismo tiempo (y eso es la democracia) protege la libertad de sus comunidades a preservar su modo de vida. No debería haber ninguna incompatibilidad entre una cosa y la otra, siempre que las comunidades aprendan que deben respetar la libertad individual de sus miembros, del mismo modo que se respeta su idiosincrasia.

Cinematográficamente la película tiene una estructura remarcable, poliédrica, exponiendo todos los puntos de vista, sin señalar malvados, sin escatimar tampoco cómo deslumbra la cultura occidental a los que vienen de países más impregnados de tradiciones y más encorsetados que el nuestro. Todo es relevante para alimentar el debate, porque también nosotros, los occidentales, nos enfrentamos a la realidad que acaso hay valores que no es saludable perder, como por ejemplo el concepto de familia (sea cual sea su composición), que cada vez se ve más desplazado como referencia para los adolescentes por la "familia" de amigotes, y por las presiones del grupo, que pueden ser muy lesivas. La juventud es el periodo más vulnerable en todo este conflicto, sin duda, los riesgos son muy altos.

Todo eso da para mucho, hay muchos contrasentidos, en el drama de unos y en el estado de nuestras sociedades, y la película expone generosamente todo el meollo. Y lo hace con actores amateurs que se ejercitan a altísimo nivel, y con una dirección realmente certera en casi todos los sentidos, que atina en el ritmo, en la construcción de personajes y del drama, en la progresión del mismo, en la ubicación de las frustraciones, tristezas y breves alegrías que se derivan, en la baza que meten todas las partes. Y la conclusión de la película tiene mucho sentido, en concordancia con el tono realista. Como decía, ni finales felices ni infelices, porque no hay malos, ni siquiera los que intenta preservar a sus hijos de lo que no comprenden. Se saca así de encima la moralina superficial a la que estamos acostumbrados en el cine occidental, para profundizar más en la realidad de un problema que nadie sabe muy bien como solucionar. La película no puede hacer otra cosa que ver los defectos que conducen al conflicto, las ideas enconadas, el argumentario de unos y otros, los defectos también de nuestro mundo incapaz de absorber ese desorden, que al final da alas a los demagogos y los xenófobos, y de paso también, por el otro lado, a los ingenuos de corazón.

Una película valiente que merecía mucho más reconocimiento, a mi criterio. Más interesante en muchos aspectos que algunos dramas intimistas de limitado recorrido que tienen un barniz autoral que las encumbra, no siempre merecidamente, o algunas superproducciones con grandes maquinarias de márqueting, a mi criterio muy sobrevaloradas.

Un aplauso a Echevarria por esta película, y a todos esos valientes, hijos e hijas de inmigrantes que pelean no solo contra una sociedad occidental hostil, a menudo ciega a sus propias imperfecciones, que les ve como a extranjeros, sino también contra sus propias comunidades que no toleran su disidencia.
Uma
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5
20 de febrero de 2024
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Finalicé ayer el visionado, disparándose hacia arriba la valoración, que, como puede imaginarse, era muy baja. La serie arranca como una verdadera intriga policial, un enigma mayúsculo que en la mente del espectador genera un gran apetito por saber qué pasó ese día en ese lugar. La cosa no puede ser más sencilla. ¿Qué pasó?

Esa intriga, esa poderosa emoción generada en el espectador, se aparca durante 3 capítulos, donde recorreremos las neuras de los personajes principales, sus aptitudes espirituales, sus obsesiones personales y sus traumas del pasado. Ya vemos en seguida hacia donde va la cosa, pero se hace de rogar, se hace mucho de rogar llegar a puerto, cuesta una eternidad cada avance, y la intriga y la emoción generada de inicio (¿qué paso ese día en ese lugar?), se va enfriando, hasta que llega un momento que uno ni siquiera recuerda lo que están investigando. La faceta dramática de esos personajes no es que esté mal, es que no nos interesa si se presenta desligada de la intriga. Además, nos plantea un mundo sin nada positivo apenas, pura oscuridad. Un poco exagerado, a veces los contrapuntos aumentan el impacto de las historias, y aquí se desaprovecha por completo el hecho de que es navidad. Como si no lo fuera. Cuesta digerir toda esa parte, porque no es lo que hemos venido a ver. Los personajes no están mal construidos, todos llenos de heridas, por supuesto (solo faltaría que alguien fuera normal en una de estas series), pero ¡es que no es lo que hemos venido a ver! Y parece que desconecta por completo de lo que sí queremos ver. No lo negaré, he estado a punto de tirar la toalla a media serie.

La cosa remonta en los dos últimos capítulos, sobre todo en el último, donde buena parte de lo que hemos tenido que tragarnos con mucha paciencia, toma algo de sentido. La serie consigue redondearse, lo cual tiene mérito, porque son muchas las sendas abiertas. Aunque habrá quien considere el final una auténtica barbaridad. Ahí no voy a entrar. La serie funciona con ese final, y con esos personajes, y eso es lo que debería contar en términos cinematográficos.

Hay mucha chorrada irritante de por medio. No es apta para nictofóbicos, ni siquiera para los leves: produce angustia esa noche eterna en la que te mete la serie, aunque es también parte de su fascinación. Tampoco es apta para claustrofóbicos. Ni para los criofóbicos, se siente en la carne un frío que pela. Pero sobre todo no es apta para los que no tengan paciencia.

En spoiler un comentario breve sobre los conceptos morales de la serie.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Uma
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7
5 de febrero de 2024
1 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película muy bien vendida. Un fabuloso fuego de artificio, el mejor piromusical del año, eso seguro. Para tumbarse en la butaca del cine y mirar al cielo, hipnotizado por el desborde de imaginación del Sr. Lanthimos y su equipo. Hay además una desfachatez en la peripecia autoral, que desborda incluso los personajes como vehículos, les trasciende la huella del creador. Una desfachatez que me ha recordado en lo visual a Wes Anderson (por ejemplo en "El Gran Hotel Budapest"), o a Park Chan-wook (por ejemplo en "Stoker"), e incluso a Kubrick y su planteamiento en "La Naranja Mecánica", aunque este último es un horizonte muy lejano para Lanthimos. Debo decir que estas fantasías visuales, no son santo de mi devoción (La invención de Hugo, La Forma del Agua, las de Anderson y Chan-Wook ya mencionadas...), me alejan de la emoción, o mejor dicho, la suplen en cierta forma. Para mí, de entrada, es un mal plan.

Y no iba desencaminado. Es un mal plan, y para mí empobrece la película, porque todo lo que tiene de pirotécnica, le falta de emoción. ¡Hay tanta belleza en esta historia para transmitir! Lanthimos no transmite, exhibe, alimenta el intelecto del espectador, no sus sentidos, y es un verdadero desperdicio. Yo quería desvirgarme a la vida junto con Bella, ver el mundo por primera vez, y quería enloquecer de amor de la mano de Duncan Wedderburn, un personaje que acaba resultando un buen elemento cómico, pero poco más. Su desesperación, por poner un ejemplo, es una poderosa emoción que Lanthimos se olvida de transmitirnos. El personaje más potente en este sentido es sin duda el que encarna Willem Dafoe, maniatado por la sombra del psicópata de su padre, lo que entra en profunda contradicción con su alma bondadosa. Su conflicto y la resolución del mismo, en conexión con Bella, al final de la película, me parece el cénit sentimental. Ahí vemos todo lo que nos hemos perdido. Lo que pudo haber sido y no fue.

Supongo que esto debe ser como el futbol: si pones otro delantero, el medio campo hace aguas, si subes al lateral para que haga de extremo, debes proteger la banda o te destrozarán atrás, si armas la defensa, te falta despliegue en ataque. Esta película pone mucho peso en lo visual y lo intelectual, en el descubrimiento cerebral del mundo por parte de Bella, que va aprendiendo como si la vida fuera una formula matemática. Eso hace la película una aventura racionalmente interesante, y permite al autor destacar cómo el conocimiento, la cultura, hacen poderosas a las personas. En cierto sentido, el plan se parece a la película "Barbie": una racionalización de la realidad de los personajes y de su cometido, a costa de desaprovechar la exploración de sus almas y sus emociones durante el proceso.

Lanthimos encaja bien las piezas y la película (como "Barbie"), es exitosa en cuanto a manifiesto, a declaración de derechos, a homenaje al conocimiento, a la experiencia, al coraje, al feminismo, a la libertad de pensamiento. Puro empirismo. La película no tiene desperdicio en ese sentido, aunque para mí gusto, puestos a seguir ese camino, le falta morder más en el aspecto crítico a nuestro mundo corrupto. Es un buen manual de vida, un bonito cuento, salpicado de un humor imprevisible y atípico, con un aire anárquico visualmente, excéntrico, tiene una imagen de película triunfadora, rompedora, lo que suma y suma en su haber, hasta que, hipnotizados por los fuegos artificiales, no se le ven carencias.

Así pues, es una película recomendable, para ir con libreta y tomar apuntes a ratos, para gozar como en el circo en otros ratos, para reírse en algunos otros, una película/manifiesto que invita a reflexionar, que hay que ver para estar en la cresta de la ola, con vocación, además, de abrir nuevas sendas estéticas para los próximos años (aunque los anuncios de Jean Paul Gaultier ya hace años que manejan esta estética; aunque Fassbinder ya nos dejó boquiabiertos con "Querelle") pero pasará, y, aunque siempre pueda ser grato regresar a ella, en mi opinión se la llevará el viento, porque solo transgrede en lo visual, no en lo emocional, que es lo que en verdad perdura, como la tierra roja de Tara, ese fabuloso y básico elemento de "Lo que el viento se llevó", que es pura emoción, y sigue perdurando en el tiempo.
Uma
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